lunes, 28 de septiembre de 2009

Otra de Michael Moore


Miedo a los Blancos. por Michael Moore
No sé lo que me pasa pero cada vez que veo a un blanco caminando hacia mí, me pongo tenso. Mi corazón empieza a latir más rápido e inmediatamente empiezo a buscar una vía de escape y medios para defenderme. Me critico a mí mismo incluso por estar en esta parte de la ciudad por la noche. ¿Es que no vi esos grupos sospechosos de blancos en cada esquina, bebiendo Starbucks y vistiendo los colores de sus respectivas bandas, sea el turquesa de Gap o el burdeos de J Crew? ¡Qué idiota soy! Ahora el blanco está cada vez más cerca, más cerca y entonces, ufff, pasa de largo sin hacerme daño y respiro aliviado.
La gente blanca me da un miedo que te cagas. Puede ser difícil de entender, teniendo en cuenta que soy blanco pero, claro, mi color me da cierta perspectiva. Por ejemplo, encuentro que doy bastante miedo muchas veces, así que sé de qué estoy hablando. Créeme: si te encuentras rodeado de blancos de golpe, vete con cuidado. Puede ocurrir cualquier cosa. Como blancos, se nos ha hecho creer que es seguro estar junto a otros blancos. Se nos ha enseñado desde la cuna que es la gente de otro color a la que debemos temer. ¡Son los que te cortarán el cuello!
Sin embargo, cuando examino mi vida, veo emerger un patrón extraño pero inconfundible. Cualquier persona que me ha hecho daño en toda mi vida, el jefe que me despidió, el profesor que me cateó, el director de la escuela que me castigó, el chico que me dio en un ojo con una piedra, el ejecutivo que decidió no renovar TV Nation [N. Del T. programa de televisión de gran éxito que dirigía y presentaba Michael Moore], el tipo que estuvo persiguiéndome durante tres años, el contable que pagó mis impuestos dos veces, el borracho que me embistió con su coche, el ladrón que me robó la cadena de alta fidelidad, el contratista que me estafó, la novia que me dejó, la siguiente novia que me dejó aún más rápido, la persona de la oficina que me robaba cheques de mi talonario y los rellenaba con su propio nombre hasta un total de $16.000, cada uno de estos individuos era blanco. ¿Coincidencia? No lo creo.
Nunca me ha atacado un negro, nunca me ha echado de mi casa un negro, nunca me ha estafado mi depósito del alquiler un casero negro, nunca he tenido un casero negro, nunca he tenido una reunión en un estudio de Hollywood con un ejecutivo negro al mando, nunca una persona negra le ha negado a mi hija poder escoger la universidad que quería, nunca me ha vomitado encima un chico negro en un concierto de Motley Crue, nunca me ha parado un policía negro, nunca un vendedor de coches negro me ha vendido un trasto, nunca he visto un vendedor de coches negro, nunca me ha negado un crédito un negro, y nunca he oído decir a un negro "Vamos a eliminar 10.000 puestos de trabajo aquí, tengan un buen día"!
No creo que sea el único blanco que pueda hacer estas afirmaciones. Cada palabra dura, cada acto cruel, cada momento de dolor y sufrimiento en mi vida han tenido una cara caucasiana pegada. Así que, ummm, ¿por qué era exactamente que tenía que temer a los negros?
Pego una mirada al mundo en que vivimos y, no me gusta ser un chivato, pero no son los afro-americanos los que han hecho de este planeta un lugar tan lamentable y peligroso. Recientemente un titular en la sección de Ciencia del The New York Times preguntaba ¿Quién construyó la bomba H? El artículo continuaba con la discusión de la disputa entre los hombres que proclamaban el mérito de hacer la primera bomba. Francamente, no podía importarme menos, porque ya sabía la respuesta pertinente: ¡Fue un hombre blanco! Ningún negro ha construido o usado jamás una bomba diseñada para exterminar vastas cantidades de gente inocente, sea en Oklahoma City, en Columbine o en Hiroshima. No, amigos, siempre son los blancos. Hagamos un repaso:
¿Quién nos trajo la peste negra? Un hombre blanco.
¿Quién inventó el PBC, el PVC, el PBB y tantos otros productos químicos que nos están matando? Hombres blancos.
¿Quién empezó cada guerra en la que han participado los EE.UU.? Hombres blancos.
¿Quién inventó la papeleta electoral con tarjeta perforada? Un hombre blanco [N. Del T. referencia al fraude electoral en Florida en las últimas elecciones presidenciales norteamericanas]
¿De quién fue la idea de contaminar el mundo con el motor de combustión interna? Del blanquito, ese fue.
¿El Holocausto? Ese tío sí que dio mala fama a los blancos.
¿El genocidio de los americanos nativos? El hombre blanco
¿La esclavitud? ¡Blanquitos!
Las empresas estadounidenses echaron a 700.000 personas en el 2001. ¿Quién ordenó los despidos? Los directivos blancos.
Mencionad cualquier problema, enfermedad, sufrimiento humano o la miseria abyecta que sufren millones y os apuesto 10 pavos a que puedo ponerle una cara blanca más rápido que vosotros podéis nombrar los miembros de 'NSync [N. Del T. grupo rapero negro]. Y sin embargo, cuando pongo las noticias cada noche, ¿qué es lo que veo una y otra vez? A negros supuestamente matando, violando, robando, acuchillando, en bandas, destrozando cosas, protagonizando disturbios, vendiendo drogas, haciendo de chulos, prostituyéndose, teniendo demasiados niños, sin padres, sin madres, sin Dios, sin dinero. "El sospechoso ha sido descrito como un hombre negro...el sospechoso ha sido descrito como un hombre negro...EL SOSPECHOSO HA SIDO DESCRITO COMO UN HOMBRE NEGRO...". No importa en qué ciudad esté, la noticia siempre es la misma, el sospechoso siempre el mismo hombre negro no identificado. Hoy estoy en Atlanta y os juro que el retrato-robot de la policía del sospechoso negro en la tele parece exactamente el mismo que vi en las noticias anoche en Denver y la noche anterior en Los Angeles. ¡En todos los retratos frunce el ceño, en todos es amenazador, en todos lleva el mismo gorro de punto! ¿Es posible que el mismo hombre negro esté cometiendo todos los crímenes de América?
Creo que nos hemos acostumbrado tanto a esta imagen del hombre negro como depredador que este lavado de cerebro nos ha arruinado para siempre. En mi primera película, Roger & Me [Roger y yo], una mujer blanca que cobraba de la beneficiencia mataba a un conejo a golpes para venderlo como "carne" en vez de como animal de compañía. Me gustaría tener un penique por cada vez que alguien, en estos diez años pasados, venía y me decía lo "horripilante" que había sido ver a ese "pobre conejito" golpeado en la cabeza. La escena, me decían, les ponía físicamente malos. La Asociación de Cinema Estadounidense le dio a Roger & Me la calificación de "Para mayores de 18 años" en respuesta a la muerte de ese conejo. Me escribían profesores para decirme que tenían que editar esa parte y sacarla de la película si querían mostrarla a sus alumnos.
Pero menos de dos minutos después de que la mujer del conejo realizara su hazaña, venía una escena, real, en que la policía de Flint, Michigan, mataba a un hombre negro que llevaba una capa de Superman y tenía en la mano una pistola de juguete. Nunca, ni una sola vez, me ha dicho nadie: "No puedo creer que mostraras cómo disparaban a un hombre negro en tu película! ¡Qué horrible! ¡Qué desagradable! No pude dormir durante semanas". Al fin y al cabo, sólo era un negro, no un conejito taaan bonito. El consejo de calificación no vio absolutamente nada malo en esa escena. ¿Por qué? Porque es normal, natural. Nos hemos acostumbrado tanto a ver matar a negros (en las películas y en las noticias) que lo aceptamos como procedimiento normal. ¡Ya ves! Eso es lo que hacen los negros, matar y morir. Vaya. Pásame la mantequilla.
Es extraño que, a pesar del hecho que la mayoría de los crímenes los cometen los blancos, siempre asociamos caras negras a lo que pensamos como "crimen". Pregunta a cualquier blanco quién temen que pueda entrar en su casa o hacerles daño en la calle y, si son honestos, admitirán que la persona que tienen en mente no se parece mucho a ellos. El criminal imaginario en su coco se parece a Mookie o Hakim o Kareem, no al pecoso Jimmy.
No importa cuántas veces sus congéneres blancos dejen claro que es el hombre blanco al que hay que temer, simplemente no acaba de penetrar en la conciencia. Cada vez que sale en la tele una noticia de otro tiroteo en una escuela, siempre es un chico blanco el que está haciendo la masacre. Cada vez que pillan a un asesino en serie, es un demente blanco. Cada vez que un terrorista pone una bomba en un edificio federal, o que un loco hace que 400 personas beban Kool-Aid [N. Del T. marca de refrescos norteamericana, que ofrece mil y un sabores diferentes], o que un letrista de los Beach Boys hace una arenga para que media docena de imberbes asesinen a "todos los cerdos" de Hollywood Hills, sabes que es un miembro de la raza blanca con sus viejos trucos.
Entonces, ¿por qué no huimos corriendo despavoridos cuando vemos a un blanco que se acerca? ¿Por qué no recibimos al candidato blanco que se presenta a un puesto de trabajo con "Vaya, mmm, lo siento, no hay ningún trabajo ahora mismo."? ¿Por qué no nos preocupa que nuestras hijas se casen con blancos? ¿Y por qué el Congreso no intenta prohibir las letras peligrosas y ofensivas de Johnny Cash ("Maté a un hombre en Reno/sólo para verlo morir), las Dixie Chicks ("Earl tenía que morir), o Bruce Springsteen ("Maté todo lo que se cruzó en mi camino/no puedo decir que me arrepienta de lo que he hecho)
¿Por qué ese interés en las letras de los raps? ¿Por qué los medios no sacan letras tales como las siguientes, y cuentan la verdad? "Vendí botellas de pena, luego escogí los poemas y novelas" (Wu-Tang Clan), "Gente, usad vuestros cerebros para ganar" (Ice Cube), "Una madre soltera viviendo de la beneficiencia...dime cómo lo hiciste" (Tupac Shakur), "Intento cambiar mi vida, lo ves, no quiero morir siendo un pecador" (Master P).
Los afro-americanos han estado en el peldaño más bajo de la escala económica desde el día en que los arrastraron aquí encadenados. Cualquier otro grupo inmigrante ha podido avanzar desde el fondo hasta niveles más altos de la sociedad. Incluso los americanos nativos, que están entre los más pobres de los pobres, tienen menos hijos viviendo en la pobreza que los afro-americanos.
Probablemente pensaras que las cosas habían mejorado para los negros en este país. Al fin y al cabo, teniendo en cuenta los avances que hemos hecho en eliminar el racismo en nuestra sociedad, uno pensaría que los ciudadanos negros habrían visto aumentar su nivel de vida. Una encuesta publicada en el Washington Post en julio de 2001 mostraba que entre el 40 y el 60% de la gente blanca pensaba que la persona negra media lo tenía igual o mejor que la persona blanca media.
Piénsalo mejor. Según un estudio de los economistas Richard Vedder, Lowell Gallaway y David C. Clingaman, los ingresos medios anuales de un norteamericano negro son 61% menores que los del blanco. Es la misma diferencia porcentual que en 1880. No ha cambiado absolutamente nada en más de 120 años.
¿Quieres más pruebas? Piensa en lo siguiente: - Los pacientes negros que sufren ataques al corazón tienen muchas menos posibilidades que los blancos de que les pongan un catéter cardíaco, independientemente de la raza de sus médicos. - Los blancos tienen cinco veces más posibilidades de recibir tratamiento anti-coagulante de emergencia después de sufrir un infarto - Las mujeres negras tienen cuatro veces más posibilidades de morir durante el parto que las blancas - Los niveles de desempleo negros han sido más o menos el doble que el de los blancos desde 1954.
Entonces, ¿cómo hemos podido los blancos salirnos con la nuestra ? ¡La ingenuidad caucásica! Resulta que éramos muy tontos. Llevábamos el racismo abiertamente, como idiotas. Hacíamos cosas realmente obvias como poner señales en los servicios que decían SOLO BLANCOS. Hacíamos que los negros se sentaran al fondo del autocar. Les prohibíamos ir a nuestras escuelas o vivir en nuestros barrios. Tenían los peores trabajos (anunciados como SOLO NEGROS) y dejábamos claro que, si no eras blanco, te íbamos a pagar un salario menor.
Bueno, esta segregación abierta, exagerada, nos metió en muchos problemas. Un grupo de abogados engreídos fue a los juzgados. Remarcaron que la decimocuarta enmienda no permitía tratar a nadie de forma diferente por su raza.
Al cabo del tiempo, después de una larga procesión de fracasos judiciales, manifestaciones y disturbios, captamos el mensaje: si queréis ser racistas con éxito, mejor encontrad una forma de hacerlo con una sonrisa en la boca. Incluso nos sentimos tan magnánimos como para decir "Claro que podéis vivir en nuestros barrios, que vuestros hijos pueden ir a nuestras escuelas. ¿Por qué no, demonios? Al fin y al cabo, ya nos íbamos". Sonreímos, les dimos una palmadita en la espalda y corrimos a refugiarnos en los suburbios.
En el trabajo aún tenemos los mejores trabajos, el doble de sueldo y un asiento delante del todo en el autobús hacia la felicidad y el éxito. Hemos hecho trampa en el sistema desde que nacimos, garantizando que los negros fueran a las peores escuelas, previniendo así que fueran a las mejores universidades, y preparándoles el terreno para realizarse sirviéndonos el café con leche, arreglando nuestros BMWs y recogiendo nuestra basura. Oh, sí, algunos se cuelan, pero pagan una tarifa extra por el privilegio: el médico negro que lleva un BMW es detenido continuamente por la policía; la actriz negra de Broadway no puede encontrar un taxi después de la estruendosa ovación; el analista financiero negro es el primero en ser despedido a causa de la "antigüedad".
Nosotros los blancos merecemos algún tipo de premio al genio por esto. Nos enrollamos con el rollo de la inclusión, celebramos el aniversario del Doctor King, nos molestan las bromas racistas. No olvidamos nunca mencionar a "mi amigo -que es negro-...". Nos aseguramos de poner a nuestro único empleado negro bien visible en la recepción para poder decir "Lo veis, nosotros no discriminamos, contratamos a gente de color".
Sí, somos una raza ingeniosa, astuta, ¡y vaya si no nos ha ido bien! Me pregunto cuánto tiempo tendremos que vivir con el legado de la esclavitud. Sí, correcto, he sacado el tema. ESCLAVITUD. Casi puedes oír los lamentos de la América blanca cuando sacas el tema de que aún sufrimos el impacto del sistema de esclavitud. Bueno, lo siento, pero las raíces de la mayoría de nuestros males sociales se pueden buscar directamente en este capítulo enfermizo de nuestra historia. Los afro-americanos nunca tuvieron la oportunidad de tener las mismas oportunidades que el resto de nosotros. Sus familias fueron destruidas con toda intención, se les extirpó su lenguaje, su cultura y su religión. Se institucionalizó su pobreza para que recogieran nuestro algodón, para que lucharan nuestras guerras, para que nuestras tiendas permanecieran abiertas toda la noche. EE.UU. tal como lo conocemos no habría llegado a ser nunca lo que es si no fuera por los millones de esclavos que la construyeron y que crearon su vibrante economía, y por los millones de sus descendientes que siguen haciendo el mismo trabajo sucio para los blancos hoy en día.
No es que estemos hablando de la antigua Roma. Mi abuelo nació justo tres años después de la Guerra Civil. Sí, mi abuelo. Mi tío-abuelo nació antes de la guerra civil. Y yo sólo tengo cuarenta y pico. Claro, parece que la gente en mi familia se casa tarde, pero el hecho permanece: sólo estoy a dos generaciones de la época de la esclavitud. Eso, amigos míos, no es "hace mucho tiempo". En el vasto espacio de tiempo de la historia humana, fue ayer mismo. Hasta que nos demos cuenta de esto, y aceptemos que hoy tenemos la responsabilidad de corregir un acto inmoral que aún tiene repercusiones hoy en día, nunca eliminaremos la mancha más grande en el alma de nuestra nación.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Soluciones eficaces, burocráticas o políticas


Las sociedades humanas, se organizan en base a regulaciones y solidaridad, esta visión se desprende del contractualismo, que propone la organización de la sociedad mediante un contrato que otorga al estado la potestad de regularla. La solidaridad surge de las acciones institucionalizadas de la misma sociedad que cubre la asistencia a quienes están en distintas situaciones de riesgo, como es el caso de bomberos voluntarios, grupos de asistencia social, sociedades de fomento, asociaciones vecinales, bibliotecas populares, etc.
Centraremos nuestro interés en las regulaciones de la sociedad, ya que el análisis de la solidaridad está regido por principios éticos y morales, que no serán objeto de nuestro análisis. Las regulaciones son (para nuestro caso que tenemos derecho positivo) en realidad principios normativos de tipo jerárquico, la regulación fundacional resulta la Constitución, le siguen las leyes y decretos nacionales y provinciales (nuestro caso, ya que somos un país federal, al menos en teoría), las ordenanzas municipales y las resoluciones y reglamentaciones de entes oficiales de distinta jerarquía.
Definido el cuerpo normativo, las regulaciones emanadas de él, tienen como objetivo esencial la solución de conflictos surgidos en el seno de la sociedad, ya que la evolución de la sociedad se produce por el constante surgimiento de conflictos y la solución de los mismos. Los conflictos y soluciones, tienen un marco temporal que define la duración del conflicto y su solución, así por ejemplo: los conflictos que plantea el uso de una nueva tecnología para la producción bienes específicos, plantea conflictos en relación al medio ambiente, la seguridad de los trabajadores y el impacto en el medio socio-económico, que puede resolverse en un caso en particular, o estudiarse una solución general que regule todo el uso de esa tecnología.
Siguiendo este ejemplo, una solución particular puede autorizar la producción, sin realizar ningún estudio en particular, también se puede estudiar el caso para sancionar una regulación general, o puede resolverse “ad referendum” de una regulación posterior. Cada solución plantea nuevos conflictos en un horizonte temporal diferente: a) corto plazo, la autorización podría ser revocada a posteriori o condicionado su funcionamiento con regulaciones que la hagan antieconómica, b) mediano plazo, la resolución “ad referendum”, plantea el conflicto de la demora sobre una situación de factibilidad económica, dada la incertidumbre que condiciona al proyecto, y c) largo plazo, la postergación generalmente trunca cualquier proyecto de inversión.
En síntesis, tenemos una sociedad organizada en base a regulaciones y solidaridad, cuya evolución se produce por sucesiones de conflictos y soluciones a dichos conflictos en distintos horizontes temporales. Si nos centramos en las soluciones de los conflictos, dentro del marco que hemos establecido, estas pueden suprimir el conflicto existente planteando nuevos conflictos o solucionarlo sin que surjan nuevos conflictos, independientemente del horizonte temporal. Así podemos definir a la solución eficaz de un conflicto como aquella que no plantea nuevos conflictos, ni en lo inmediato, ni en un futuro lejano (existe un límite a este horizonte temporal, dado por la dinámica evolutiva de la sociedad que torna obsoletas determinadas medidas o regulaciones).
Toda solución no eficaz, plantea un retardo de tiempo hasta la aparición del nuevo conflicto. Estas soluciones solo retrazan la solución eficaz o los nuevos conflictos. En el primer caso definimos a estas como soluciones burocráticas y en el segundo como soluciones políticas. La solución burocrática plantea nuevos conflictos por la demora, pero se encuadra dentro del marco regulatorio existente. La solución política solo busca alejar el conflicto del espacio temporal inmediato, aún a costa de plantear más conflictos a futuro o generar nuevos conflictos.
En toda gestión de gobierno se alternan estas soluciones, el éxito de ella dependerá de cuantas soluciones eficaces se logren en los temas que se hayan considerado prioritarios, cuantas soluciones burocráticas se hayan producido y a cuantas soluciones políticas se haya tenido que recurrir. Es común en muchos gobiernos, confundir solución burocrática con solución eficaz, cuando por ejemplo se propone como solución a un conflicto la sanción de una ley, la cual debe reglamentarse, ponérsela en vigencia y hacérsela cumplir, lo cual logrado muy pocas veces, ya que muchos gobiernos generan mas leyes de las que son capaces de hacer cumplir, generando esto: conflictos por incapacidad de cumplir el rol de regulador que tiene el estado. Esta situación se ha generalizado en países en vías de desarrollo, por la aplicación de políticas de reducción del estado, quedando este incapacitado para ejercer la regulación de la sociedad por aplicación de la normativa existente.
En el ámbito de la gestión, también suele confundirse la solución política, con la solución burocrática, ya que ante un reclamo de la sociedad (falta de servicio de cloacas, falta de asistencia sanitaria, etc.) se plantea una solución burocrática como ser: estudios o llamados a licitación, pero que, dada la característica del reclamo, el tiempo de la solución excede los requerimientos que plantea el conflicto y solo sirve para dar una respuesta que justifica la intervención del estado, dejando latente un conflicto irresuelto o que derive en mayores conflictos.
Sería un ejercicio interesante tomar 10 o 20 medidas de los últimos gobiernos, identificar el conflicto, clasificar la solución que se les ha dado y ver los resultados en el tiempo. Podemos asombrarnos de lo que encontremos, aunque conviene recordar las palabras del presidente Perón: “un gobierno puede considerarse exitoso si logra llevar a cabo el 50% de las medidas que pretende”, pero bueno, Perón era Perón.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Entrevista a Sartre



Esta entrevista fue emitida por un canal de cable y originalmente por la TV de Canadá. Este documento está dividido en 6 partes y creo que Sartre es imprescindible para entender el rol de un intelectual y de su compromiso político.

1/6
http://www.youtube.com/watch?v=Iz76Q6O51bI

2/6
http://www.youtube.com/watch?v=_7JOx5Yig1g

3/6
http://www.youtube.com/watch?v=kYBNHewJI5g

4/6
http://www.youtube.com/watch?v=bGkj8jExRIE

5/6
http://www.youtube.com/watch?v=GN9QNkB6SlY

6/6
http://www.youtube.com/watch?v=xBCTDThrQ9s

sábado, 5 de septiembre de 2009

El culpable es la víctima


Parecería por el título, que uno fuera a habar del sistema judicial, pero, aunque hay mucha lana en esa madeja, he observado que culpar a la víctima es parte de las conductas de esta sociedad y por carácter transitivo de su dirigencia.
Podemos observar que desde la famosa frase acunada en épocas de la dictadura “por algo será”, cambió en mucho la conducta social frente a las víctimas, y no hablo de víctimas del estado, dictatorial o democrático, sino que me refiero como víctima a cualquier persona o grupo de ellas (sin distinción de género, raza o condición) que sufre una lesión de su persona o de un derecho, en forma compulsiva.
Hagamos un breve racconto de algunos casos: si una mujer es violada, debe demostrar que no provocó a su agresor, si una persona es robada, debe demostrar que no hizo ostentación de sus bienes, si una persona es agredida, debe probar que no provocó en forma alguna a su agresor o si una persona es asesinada, debe probarse que no tuvo reacción alguna de defensa. En estos casos, no considero aspectos legales, sino la reacción de la gente frente a esos hechos, por ejemplo ante una violación la gente suele preguntar por las características de la víctima y no ante la brutalidad del hecho, nadie considera que es un derecho elemental de cualquier ser humano consentir una relación, y no hablemos de que considera la gente si la víctima es un varón (la mayoría suele preguntar si era homosexual) o un transexual (como si su condición le suprimiera el derecho a consentir la relación). Ante el mismo hecho, también hay otras maneras de “culpabilizar a la víctima”, si la víctima es una mujer mayor (la frase suele ser: “le hicieron un favor”), si es una trabajadora sexual (también se le suprime el derecho de consentir), también están los casos donde: la víctima pertenece a alguna minoría, tiene alguna discapacidad, tiene alguna enfermedad mental (puede pensarse como una incapacidad en el derecho a consentir). En síntesis, nadie prioriza el derecho de las personas a consentir una relación, consentimiento que puede negársele a la víctima mediante la violencia o mediante algún tipo de condicionamiento (un adicto en estado de abstinencia, una persona desfalleciente de hambre, amenazas sobre la estabilidad laboral, etc.).
De la misma manera que el disfrute de los bienes fruto del trabajo de una persona, su integridad física o su vida, son objeto de de una “revisión crítica” por parte de una sociedad, que ignora una escala de prioridades en los derechos de las personas. Esa supresión de la conciencia ciudadana sobre sus derechos ocasiona la falta de solidaridad ante las victimas y la condena social de los victimarios. Esto no significa la supresión de las garantías de los derechos del victimario, los cuales podrá ejercer en la instancia judicial utilizarlos para obtener una condena más benigna. Condenada una persona, preocupa la falta de condena social, ser victimario ya no es un estigma social, hasta suele ser reivindicado y resulta que el violador es un “macho imparable”, el ladrón es un “justiciero social”, los agresores son “emocionalmente hiperactivos” y los asesinos “defensores de su vida”.
Estos derechos a la integridad de la persona, al disfrute de sus bienes y a la vida, que se reconocen legítimos y prioritarios a nivel del individuo, no son reconocidos a nivel colectivo, lo cual es mucho más preocupante. Existen, en nuestro país un ordenamiento jurídico, donde la constitución y las leyes forman parte de la mayor jerarquía normativa, pero también existen resoluciones, ordenanzas o reglamentaciones que fijan la conducta de las personas. En estos componentes normativos encontramos también elementos de “culpabilización de víctimas”.
Tomemos un ejemplo, si una persona conduciendo un auto, es chocada por otro vehículo que cruzó un semáforo en rojo, debe: tener puesto el cinturón de seguridad, tener seguro contra accidentes al día, haber realizado la VTV de su automóvil y tener registro de conductor, como mínimo para obtener el derecho a ser indemnizado por el accidente del cual fue victima, do no ser así probablemente deba recurrir a una instancia judicial para que se le reconozca su derecho. También podemos poner como ejemplos: la mora administrativa de los organismos de control, los accidentes laborales, el cobro de seguros, etc. En resumen, las victimas no son tales, sino que se las presume “estafadoras” o “con reclamos excesivos”, sobre sus derechos de víctima.
Un último nivel de “culpabilización de víctimas”, produce cuando se niegan los derechos de protección y regulación sobre una sociedad que, indefensa, es la permanente víctima. La falta de programas universales que combatan la pobreza generada millones de excluidos que carecen de lo elemental, y que deben soportar que los traten como “mendigos” o “vagos” por no tener trabajo, cuando el estado no ha generado las condiciones de desarrollo económico par alogar pleno empleo. Las decenas de miles de victimas de accidentes de tránsito originados en malas regulaciones e infraestructura de las vías de comunicación, que son llamados “conductores irresponsables”, que son multados por nimiedades en rutas que no tienen capacidad para soportar la intensidad de transito a que son sometidas. Los millones de enfermos por falta de infraestructura sanitaria y medio ambiental, que no cumplen las disposiciones sanitarias, cuando ni siquiera tienen agua potable, o que enferman por la contaminación de empresas que publicitan en todos los medios su contribución a la economía país, mientras pequeños empresarios que apenas superan los niveles mínimos de contaminación son clausurados. Las decenas de victimas de la violencia que no son protegidos por un estado que tiene funcionarios incapaces de generar políticas de seguridad efectivas. Los millones de víctimas de las drogas que son tratados como delincuentes (no importa lo que diga la corte) en lugar de considerarlos enfermos y darles tratamiento.
Por último, esta sociedad está siendo victima de la falta de educación, ahogada en medio de encuestas, planes pedagógicos y leyes educativas, sin reconocer el rol del docente como actor imprescindible, sin respetar al alumno como eje y sujeto, con obligaciones y derechos vinculados. A esta sociedad se la está privando de ser constructora de su destino, por la falta de una educación que nos convierta en mejores personas y no en personas instruidas, quizás cuando logremos eso seremos solidarios con las víctimas y no las culparemos por lo que han sufrido.