lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Qué quedó de las elecciones?


Parece que hubiera sido hace mucho tiempo y apenas pasó un mes, las elecciones parecieron cambiar algo que no cambió nada. El gobierno aprovechó el resultado para reajustar su gestión política que mantiene el mismo rumbo y la oposición agitó un resultado favorable, que más que favorable para ella era desfavorable para el gobierno. Así el escenario político se convirtió en algo parecido a una pelea de box, donde el campeón mantiene el centro del ring y el retador gira en torno a él haciendo fintas, pero sin acertar ningún golpe contundente.
¿Cuál fue la conclusión más importante de estas elecciones? ¿Qué ganó la oposición? ¿Que perdió el gobierno? ¿Qué resurgió la Izquierda, Carrió, Solanas o alguna fuerza provincial? En realidad los resultados numéricos pueden sintetizarse como una expresión del desgaste de algunas gestiones de gobierno, la reafirmación de otras gestiones o la irrupción de nuevas opciones que despertaron la adhesión de los votantes. Pero la conclusión más importante fue la consolidación de los poderes políticos territoriales (municipales o provinciales) frente a las estructuras y superestructuras políticas.
Veamos el detalle de esta conclusión, en la capital federal el PRO y UNEM representaron una clase media burguesa de centro derecha o liberal que soporta al PRO y una burguesía liberal progresista que apoyó a UNEM, los votos obtenidos por la izquierda y otras expresiones políticas minoritarias representan sectores con posiciones un poco más radicalizadas de las dos anteriores. La proporción de votantes del FPV estuvo soportada en un proletariado urbano minoritario.
En la provincia de Buenos Aires el proyecto del Frente Renovador se soportó en una alianza de intendentes que aportaron el caudal principal de votos, los votos del FPV también respondieron a los liderazgos territoriales de los intendentes que adhirieron. De las restantes fuerzas, el radicalismo exhibió la adhesión de una clase media urbana minoritaria, los partidos de izquierda captaron a sectores progresistas desilusionados de los partidos tradicionales, los partidos locales lograron una importante participación y otras expresiones no lograron más que sumar mínimas expresiones de descontento. Los resultados de otras provincias se encuadran en el mismo análisis que ratifica el carácter territorial del resultado electoral vinculado a fuerzas políticas locales.
La necesidad del FPV de encontrar a un referente para las próximas elecciones enfrenta a distintos representantes territoriales provinciales algunos con poder propio (los gobernadores del interior) y otros surgidos de la superestructura política (funcionarios o gobernadores sin poder territorial propio como Scioli). La lucha de poder se centra entonces entre la articulación de la representación territorial con representación propia y la superestructura política que subordine a los representantes territoriales. Hasta ahora se subordinó y/o condicionó a la representación territorial mediante la obra pública, los ATN, y medidas de apoyo social, pero el nuevo escenario colocó la balanza del poder en los territorios. El FPV había preferido no desarrollar con fuerza propia el poder territorial y hacerlo mediante cooptación de referentes territoriales, los cuales adherían al proyecto del gobierno. Así la transversalidad, entendida como la construcción de una alternativa de fuerzas políticas progresistas con independencia de su origen político, se convirtió en una cooptación de fuerzas políticas territoriales subordinadas a una superestructura política liderada por el gobierno.
Estas elecciones demostraron que la superestructura política no puede enfrentar a una estructura territorial coordinada, al cual necesita generar liderazgos que le permitan plantear una alternativa viable para 2015. Este último párrafo me genera un “deja vouz” de viejas discusiones de la década del setenta, donde curiosamente quienes dicen representar los cuestionamientos de aquella juventud peronista de izquierda han puesto en práctica lo que se criticaba como estructura “pejotista” y los barones del conurbano bonaerense se han agrupado presentando una alternativa territorial unificada que se aproxima más a las propuestas de la juventud setentista del peronismo.
Este enfrentamiento no solo plantea la disputa del poder entre los dos grupos sino también amenazas adicionales a cada grupo; la superestructura enfrenta el reclamo por la  participación en el poder por parte de los representantes territoriales y de la designación autónoma de representantes en las legislaturas provinciales y nacionales: las alianzas territoriales responden y son estimuladas por viejos representantes de la superestructura que no tienen representación territorial propia, pero que no pueden liderar un proceso eleccionario, requiriéndose el surgimiento de nuevos referentes para las próximas elecciones, construcción que dada la dimensión nacional de las elecciones plantea la duda sobre la posibilidad de compatibilizar grandes grupos de personas en una estructura más horizontal.
Quienes puedan resolver simultáneamente la confrontación externa y las internas, podrá presentar una alternativa viable en 2015.