lunes, 13 de enero de 2014

Hobbes tenía razón







Ayer publique en este blog un artículo donde analicé las conductas de distintos grupos sociales durante los reclamos policiales que condijeron a saqueos y escenas de violencia entre distintos grupos sociales, hoy leo asombrado en un diario digital esta noticia: “México: Violentos enfrentamientos entre grupos de autodefensas y 'narcos'” , la nota pueden verla el el link: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/116857-mexico-violentos-enfrentamientos-grupos-autodefensas .
Creo que esta es la expresión de mi miedo, grupos sociales ante la ausencia del estado crean sus propias instituciones, y necesariamente estas instituciones no suelen responder a fines nobles. La creación de grupos parapoliciales llamados en la nota “grupos de autodefensas” constituyen la prueba evidente de la teoría propuesta de generación de instituciones paraestatales. También se verifica que la propuesta de Hobbes sobre que el hombre cede su derecho a la violencia si el estado (Leviatan) es capaz de ejercerla para garantizar su seguridad, la ausencia del estado vuelve al hombre a su estado de naturales y se convierte en “el lobo del hombre”.
Esto tiene un problema: la generación de mas violencia; y aún en el escenario donde estos grupos triunfen ¿Quién garantiza que disolverán esos grupos armados y que no se conviertan en grupos “justicieros”  que impongan su propia ley y apliquen sus propias condenas? ¿Quien garantizará entonces el orden y la paz social?


  

domingo, 12 de enero de 2014

Regalo de Aniversario



Se cumplieron 30 años de democracia en Argentina, creo que es algo para celebrar, no sé si para festejar. Alfonsín dijo en 1983, que con la democracia se comía, se trabajaba y se educaba; 30 años después vemos que un tercio de la población tiene sus necesidades básicas insatisfechas, el trabajo real (el productivo en blanco) alcanza solo a un tercio de la PEA (población económicamente activa) y la educación dejó de ser el instrumento de movilidad social que generó la famosa frase “mi hijo del doctor”.
Como broche de oro del aniversario se produjo el reclamo salarial de la mayoría de las policías provinciales que reclamaban salarios acordes a los tiempos que corren. Pero el verdadero reclamo se centró en el aumento de los salarios básicos, más que en el salario de bolsillo que incluye, en muchos casos, gran cantidad de horas adicionales al horario normal de trabajo. Aquí hay un problema que excede el reclamo salarial, si bien es parte del mismo. Sucede que cuando un policía mata o hiere a un presunto delincuente se inicia un sumario que incluye la suspensión de tareas y el cobro de un 80% del salario básico (ese mismo salario que es actualmente entre un 20 y un 30% del salario de bolsillo), o sea que hasta que se termine la investigación el policía percibirá una cuarta parte de lo que cobraba y que apenas cubría sus necesidades; esto lleva  a que muchos policías no actúen como debieran ante el enfrentamiento con un delincuente y prefieran que este huya antes que terminar sumariado y cobrando un salario que no le alcanza para nada.
Otra faceta del reclamo policial fue el desorden social que se generó, que incluyó saqueos, desmanes y reacciones de defensa más acordes con actitudes de las películas del oeste americano del 1800. Esto requiere un análisis muy profundo porque debería ser un llamado de atención para el diseño de políticas de seguridad, ya que muchos supuestos de los fundamentos de las políticas de seguridad actuales no se cumplen.
El primer hecho que debe analizarse son los saqueos, en los cuales intervinieron no solo delincuentes sino ocasionales saqueadores que aprovecharon la falta de control policial. Esto indica que la falta de control hace que personas que no son delincuentes cometan hechos delictivos, así surge una categoría de ciudadanos que son honestos si se los vigila o controla, pero sin control no vacilan en cometer algún delito. Aceptado como hecho que el cumplimiento de la ley depende del control policial, la conducta delictiva no sería producto de un sistema de exclusión que condiciona a ciertas personas a incurrir en el mundo del delito, sino un sistema de falta de controles que facilita la comisión de delitos, al menos para un sector de la sociedad. Pero el hecho más preocupante que surge de este análisis es que hay una falla en ciertos sectores de la sociedad en donde el sistema educativo (que incluye a la familia) no formo personas con los valores necesarios para una convivencia civilizada.
El otro hecho relevante para el análisis, confirma mi hipótesis planteada en mi libro “La Seguridad desde la Óptica de las Instituciones”, cunado las personas sufren la carencia de instituciones del estado conforman instituciones paralelas que las sustituyen. Se vio, que la falta de vigilancia policial afectaba la seguridad de grupos de personas y estas formaron grupos de defensa y vigilancia (algunos con una sorprendente cantidad de armas) en reemplazo de la institución policial. La gente que asumió este rol, seguro que no volverá a ser la misma, tomó conciencia de su capacidad, sabe que puede garantizar su seguridad ejerciendo el uso de la fuerza que había delegado en el estado. Se rompió el pacto que planteara Hobbes en “El Leviatán”, el individuo recupera el uso de la violencia en su defensa y el hombre pasa a ser el lobo del hombre, comienza la desarticulación del estado como monopolizador del uso de la fuerza en pro del bien común.

En los 30 años de democracia, vimos cómo se deterioró la calidad de vida de la gente y aumentó la pobreza, vimos cómo se precarizó el trabajo y como se deterioró la educación, ahora como regalo de aniversario empezamos a ver la disgregación del estado.