lunes, 30 de mayo de 2016

¿Cuantas mas Micaelas se necesitan para que algo cambie?


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El trágico hecho del asesinato de Micaela Ortega, desnuda por lo impactante del tema, las falencias que existen en la seguridad de todos los argentinos. He leído críticas a la familia, a la policía y a la justicia, pero creo que no puede analizarse el hecho sin considerar que la falta de seguridad, que permitió que este crimen se cometiera, nos involucra a todos. Como primer paso me eximo de analizar la conducta de la familia por respeto a su sufrimiento y dolor, ya que estar mas de 30 días con una hija desaparecida y luego tener que soportar su pérdida, es algo no imaginable y que debe respetarse.

En este caso el primer elemento a considerar es que no podemos sedar de señalar que la tecnología y las redes sociales generan un espacio de comunicación que nos vincula con todo lo que existe en nuestra sociedad, lo mejor y lo peor. Este contacto no tiene forma de control por dos motivos, el desconocimiento y la falta de mecanismos de regulación. Hoy casi todos las personas desde los 6 años hasta mas de 90 pueden acceder a una computadora, una tablet o un teléfono celular, y desde él ingresar a una red social, donde todos se comunican y relacionan con todos. Entre ese universos de personas que acceden están todo tipo de delincuentes, desde estafadores hasta ladrones, asesinos y pedófilos, las redes sociales no tienen mecanismos de verificación sobre la identidad de la persona que se registra en una red social, mas si esta busca utilizarla para delinquir. Como sociedad no exigimos a nuestros representantes que se establezcan mecanismos de verificación de identidades, de acceso y protección de menores; pero también no nos informamos y preparamos para que nuestros hijos puedan utilizar esta tecnología sin riesgos para ellos. Ningún padre le daría su auto a un hijo para que haga uso de él, si antes no aprendió a manejar; pero permitimos que nuestros hijos menores abran una cuenta en una red social, sin enseñarle como debe manejarse, cuales son los riesgos que enfrenta y como actual ante ellos.

El segundo elemento en este aspecto que debe considerarse es el rol de la escuela, se les dio netebooks a los chicos en las escuelas se promovió el uso de redes sociales como parte de un proceso de introducción al uso de las nuevas tecnologías, pero me pregunto¿Cuantos docentes hablaron de los riesgos y los cuidados que debían tener? ¿Hubo docentes que en pos de permitir a que chicos pudieran acceder a las redes sociales les enseñaron a hacer trampas para abrir una cuenta que por su edad no podían abrir? En la misma línea de análisis ¿Que capacitación recibieron los docentes sobre los riesgos que enfrentarían sus alumnos cuando accedieran a Internet y las redes sociales? ¿Que capacitación recibieron para enseñarles a los niños los riesgos a que se enfrentaban y como actuar ante ellos? Y por último ¿Como se preparó a los padres para que supieran como actuar frente el uso que darían los niños a estas nuevas tecnologías?

Tenemos entonces, un niño frente a una computadora conectado a Internet y con acceso a una o varias redes sociales, con padres que no han tenido preparación para velar por la seguridad de sus hijos, con docentes que tampoco prepararon a sus alumnos para que usen las nuevas tecnologías sin exponerse a los riesgos que ellas conllevan y tenemos una multitud de criminales frente a ese niño que usa maravillado su computadora conectada a Internet y a una red social.

El actor ausente en esto es el estado, un estado que no regula las redes sociales, no para ejercer censura, sino para garantizar la seguridad de quienes las usan (no solo se pueden leer casos de pedofilia, sino también pishing, bulling, etc.). Ese estado tampoco ejerce una vigilancia pro-activa de ciberdelincuentes, limitándose a perseguir hackers, o delitos de fraude bancario; ignorando, por ejemplo, la trata de personas que se publicita en forma explícita en la red.

Es el mismo estado, que por medio de su policía suele desestimar denuncias por presuponer conductas. Los casos de violencia de género que terminan en femicidios; los casos de intento de violación que se descartan suponiendo una conducta provocativa por parte de la víctima, hasta que esta es finalmente violada o e produce una violación por parte del denunciado; la desaparición de personas sin mediar circunstancias que supongan un secuestro extorsivo (como el caso de Micaela); y otros mas que haría demasiado extenso su enumeración.

También es es mismo estado donde su poder judicial, permite la excarcelación de reclusos cumpliendo con requisitos que se demuestran inútiles para re-insertar una persona con una condena cumplida o por cumplirse. De no ser así, y suponiendo que los requisitos son suficientes para garantizar una re-inserción social del recluso, debería examinarse la conducta de quienes deben intervienen el el proceso de liberación o liberación anticipada, ya que los hechos demuestran que varios liberados con informes favorables del servicio penitenciario, de asistentes sociales y de psicólogos, han vuelto a delinquir incluso en períodos de prueba o evaluación. Todo esto sin considerar que quienes violan los términos de su libertad condicional, difícilmente son buscados en forma intensiva y solo caen en alguna redada ocasional.


Finalmente tenemos potenciales victimas sin capacidad de defensa y posibles victimarios no perseguidos y controlados. Esta situación analizada se produjo en el caso Micaela, pero las condiciones que desataron esta tragedia no se han suprimido y solo es cuestión de tiempo para que tengamos que lamentar otro caso similar.