domingo, 7 de noviembre de 2010

Voces extrañas

Como en el tango: “ahora vendrán voces extrañas”, todos hablan, opinan, se posicionan, tratan de ganar un espacio o ganar más espacio, lo cierto que una vez pasada la sorpresa por la muerte de Néstor Kirchner florecieron notas, entrevistas, opiniones y extraños malabares político-periodístico que nos muestra de cuerpo entero como una sociedad, o al menos una parte de ella, se posiciona ante un hecho tan inesperado como coyunturalmente trascendente.


Separemos de todo lo publicado, en primer lugar, la crónica de los hechos y las interpretaciones periodísticas. Independientemente de las interpretaciones a futuro y los posicionamientos ideológicos de muchos periodistas, la primera división de posiciones es ante el hecho mismo que se produce el velatorio de los restos de Kirchner. Algunos exageran la magnitud de la movilización popular y espontánea, otros le dan la trascendencia que se puede observar y otros la niegan. El espectro de periodistas oficialistas abundan en la trascendencia popular, institucional e internacional del hecho, más por interés de posicionamiento propio, que por el reconocimiento de las circunstancias que rodearon al infausto hecho. Sobre estos no quiero abundar en detalles ya que personalmente detesto la obsecuencia. Sobre los que reconocieron el hecho, se destaca a varios opositores a ultranza, por ejemplo: Mariano Grondona que ubica el hecho entre los tributos populares como los de Irigoyen, Evita, Perón y Alfonsín (a pesar de mis diferencias debo reconocer que tiene cierta honestidad intelectual que le permite, al menos, no negar la realidad). La categoría de quienes niegan el hecho se divide entre los miserables que niegan cualquier trascendencia a los hechos y quienes lo relativizan o minimizan, en estos está lo peor de la oposición que niega lo evidente subordinando una mínima honestidad intelectual a sus intereses o resentimientos (creo que la nota de Sebreli en La Nación es una claro ejemplo de ello).

La segunda división surge de cómo se plantea el escenario futuro y allí surgen tragicómicas expresiones, que van desde el disparate de Alberto Fernández, que en el colmo del despropósito calificó a Néstor Kirchner de semidiós, al vaticinio de la hecatombe política del espacio K. En este espacio de análisis lo que impresiona es la contradicción. Si Kirchner era de una dimensión tal que su figura es irremplazable, si desaparición lógicamente traerá los problemas lógicos de la falta de quien articulaba el espacio político y si su presencia solo traía enfrentamientos y crispaciones su ausencia, lejos de provocar problemas de conducción al espacio, favorecería acuerdos y mejoraría su ascenso en la preferencia de quienes se oponen a ese modo de hacer política.

El tercer elemento de estas “voces extrañas” son los consejos o predicciones sobre lo que pasará, donde el análisis se confunde con los prejuicios a favor o en contra, donde la ideología se infiltra en las predicciones y donde todos demuestran que a pesar de las fuentes “bien informadas” que citan, nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que realmente pasará, donde las predicciones son deseos personales de los que debería pasar y la mayoría solo busca cumplir con quien paga sus opiniones o con sus propias convicciones.

Debe destacarse que existen honrosas excepciones de algunos periodistas independientes o poco conocidos, donde su lejanía de las cocinas donde se “arman” las usinas de opinión les permite conservar cierta opinión propia.

Creo que debemos un respetuoso silencio sobre nuestras opiniones, al menos como forma de garantizar el acomodamiento del gobierno a las nuevas circunstancias que debe sobrellevar y en respeto a la opinión popular que brindó su apoyo paraqué la presidenta pueda superar esta desgracia personal y continuar con su proyecto de gobierno, estemos o no de acuerdo con ella.