jueves, 13 de diciembre de 2018

En sus marcas, listos……


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A diferencia de una carrera de pedestrismo, en la política argentina la largada está vinculada a apetencias electorales de algún o algunos candidatos. En este caso a la percepción de algunos candidatos peronistas de la debilidad que exhibe el actual gobierno por las fallas de gestión que ha cometido y que llevó a una crisis económica, de la que se zafó por obra y gracias del FMI, al cual tuvieron que acudir “con la cola entre las patas” como decía mi abuelo. Por ello muchos “candidateables” del peronismo, empezaron a postularse como pre candidatos, mas llevados por sus propias ambiciones que por posibilidades reales de ocupar un lugar relevante (véase Pichetto et al.). Lo que sucede es que hay un descontento entre quienes apoyaron a Macri y que nunca votaría al Frente para la Victoria o Unidad Ciudadana o como se llame en las próximas elecciones, ese voto puede depositarse en el peronismo no kirchnerista y en un eventual ballotage, donde no figure Cambiemos, el voto del PRO iría a ese candidato. El principal problema de esta hipótesis es ¿Que candidato? Perón decía que cada militante tiene un bastón de mando en su mochila, o sea que todos quieren ser candidatos, pero no hay lugar para tantos y en las elecciones presidenciales no hay ley de Lemas.
Esta “postulación precoz” generó reacciones, desde Cambiemos volvieron a instalar a CFK como candidata a vencer y única con posibilidades. Desde el kirchnerismo redoblaron las críticas, la difusión de Fake News y un intento de armado territorial que se le dificulta al no estar en el gobierno. El escenario está hoy con un gobierno tratando de llegar al segundo cuatrimestre de 2019 recibiendo el menor daño político posible a la espera de una posible recuperación económica y tratando de instalar a CFK como única oposición en la esperanza de repetir resultados anteriores. El peronismo buscando candidato con la esperanza de enfrentar a CFK, aunque algunos pretenden incorporarla mediante un “Cristinismo sin Cristina”, fórmula ya invocada en el peronismo aunque no con buenos resultados. Por otro lado el kirchnerismo busca aumentar en conflicto con el gobierno, aprovechando la ayuda que le da el gobierno, y por otro lado busca establecer una base territorial que le es esquiva en el interior del país y todavía conserva (algo desgajada) en el conhurbano bonaerense.
¿Que podríamos ver si analizamos un poco mas?
Cambiemos abusa de su buena suerte y sigue creyendo que ellos le ganaron al kirchnerismo por su estrategia electoral y no por los errores de CFK (tanto en la estrategia electoral como en el agotamiento de su mala gestión y quiere repetir, en lugar de generar una nueva estrategia. Este es el principal riesgo de Cambiemos confundir estrategia electoral con política, ahora el gobierno debería generar políticas para una mejora rápida y significativa de la situación en seguridad, en economía, en educación y sobre todo en comunicación (no en como decirlo, sino en que decir). A favor tiene dos situaciones, la primera es un núcleo duro de apoyo que le permite ser una opción electoral, pero que no es tan grande como ellos suponen, ya que una parte de sus votantes tienen un alto grado de disconformidad con los resultados de su gestión (sectores medios no anti-peronistas que han sido perjudicados por su mala gestión). La segunda es que un sector del peronismo no votaría a CFK, algo que no es muy seguro, al menos numéricamente ya que el marcado anti-peronismo de algunos de los miembros de cambiemos puede hacer cambiar esto.
El kirchnerisno abusa de la crítica al gobierno por razones ideológicas, sin insistir en los errores de gestión, perdiendo el efecto que podrían logar. El rechazo de muchos sectores hacia los resultados de su anterior gestión de gobierno aconsejarían hacer críticas específicas a las decisiones del gobierno y a sus resultados, sin basarse en consideraciones ideológicas o compararlas con su anterior gestión (se percibe que este gobierno no es neoliberal y la gente ya votó contra los resultados del anterior gobierno). A su favor tiene que aún conserva un núcleo duro de adherentes y una base territorial soportada en intendentes que necesitan ir “colgados” de la boleta con CFK. La principal debilidad del kirchnerismo es la dependencia electoral de la figura de CFK, que genera tanto adhesiones como rechazo.
El peronismo “no K” sufre el problema inverso al kirchnerismo, la falta de una figura que represente sus aspiraciones electorales. Muchos candidatos y poco liderazgo, sería un escenario ideal para aprovechar las PASO invitando incluso a sectores del kirchnerismo a que voten en esta interna. El problema de esta opción es que nadie puede asegurar que los que vean que no tienen oportunidades electorales rompan la alianza (algo que abunda en las historia de las internas del peronismo) o se alíen con otros sectores para garantizarse un espacio de poder. Quizás el día que la dirigencia del peronismo pueda ir a una interna y “bancarse” el resultado son romper y apoyar a los que ganan, pueda ser una alternativa electoral en la Argentina.
En el actual escenario hay dos estrategias que podrían generar resultados beneficiosos para quienes la pongan en práctica. La primera la tendría en sus manos el kircherismo aceptando ir a una interna con el peronismo “no K”, pero sin CFK como candidata. Así podrán facilmente ganar en primera vuelta. El peronismo obtendría el menor volumen de votos con menor participación legislativa y el kirchnerismo podría obtener una representación legislativa que garantice su supervivencia política. El inconveniente de esta estrategia, es la ambición de CFK por volver al gobierno y la poca credibilidad mutua que se tienen ambos espacios. La segunda estrategia estaría en manos de la gobernadora Vidal, que podría separar las elecciones de la provincia de la de Nación. En ese caso Cambiemos ganaría fácilmente y Vidal traccionaría las listas de varios intendentes de floja gestión y ademas dejaría a muchos intendentes K son el apoyo de la boleta “completa”. En este escenario el kirchnerismo perdería poder territorial a manos de otros sectores del peronismo “no K” y repercutiría en las elecciones nacionales, donde Macri si quiere ir por la reelección tendría arreglar la situación económica en forma que sea percibido por la mayoría de la gente.


De todos modos solo podemos estar seguros de algunas cosas: la ambición de la mayoría de los políticos, tengan posibilidades o no, y la poca capacidad de los núcleos de decisión que rodean alos principales candidatos.

lunes, 3 de septiembre de 2018

El problema no es la economía es la política


El problema no es la economía es la política (antes del 29 de agosto de 2018)


Una multitud marchó a Plaza de Mayo en reclamo de mayor presupuesto y salarios dignos. (Mario Quinteros)


El número que atormenta a casi todo el país es que en lo que va del año el dólar duplicó su valor, algo que según el álgebra que se utilice para calcularlo, dará un 100% o un 50% (milagro aritmético que hacen los economistas, según utilicen la diferencia entre valor actual y valor de referencia, o al revés). En contra de la opinión de muchos, considero que el problema no es económico, sino político.
Para fundamentar esta afirmación podemos, en primer lugar, un argumento económico, ya que los economistas dicen que determinados precios son determinados por la oferta y demanda (si la demanda es elástica) y que la demanda puede ser producto de las expectativas las cuales no siempre son racionales. En este caso se generaron distintos hechos de naturaleza política que crearon un ambiente de duda respecto a la real situación económica. Esta economía real es la que se aprecia en la producción agropecuaria, la actividad industrial, financiera y comercial. Si repasamos estas áreas, veremos que los números no se corresponden con una crisis real como sería una catástrofe natural, una perdida importante de cosechas, o una crisis tecnológica.
¿Que produjo la crisis cambiaria? Una crisis de confianza, pero no por un hecho en particular, sino por una suma de hechos, cuya naturaleza fueron de origen político. El primer hecho fue la soberbia de varios funcionarios del gobierno de Cambiemos, luego de la elección de 2017, creyendo que ganar una elección validaba una mala gestión y la falta de planes políticos que dieran previsibilidad a una gestión donde las equivocaciones fueron frecuentes (hay que dejar en claro que equivocación y error no suele ser lo mismo).
Un segundo factor de la crisis de desconfianza fue la falta de centralización de la política económica, si bien sería esperable que personas surgidas del ámbito empresarial estuvieran familiarizados con el concepto y práctica de la sinergia de organizaciones. Algo que surge naturalmente en organizaciones con una fuerte conducción personalista, o se ajusta con permanentes recambios de aquellos que se apartan, por distintos motivos, de los objetivos prefijados. En un entorno donde priman los objetivos comunes y no hay conflictos entre las partes, es posible un liderazgo light y el manejo por los distintos “tableros de control” que abundan en las teorías del management. Pero en política, los objetivos de los miembros de un gabinete no son los mismos ya que existen distintas motivaciones e intereses; así es inevitable que surjan conflictos y por lo tanto no es factible una conducción basada en el “laisser faire” que suele ser frecuente en los ámbitos empresariales. En este entorno, los tableros de control solo reflejan una pequeña parte de lo que sucede, lo que hace imposible un control eficaz de la acción de gobierno.
El tercer y no menos importante es la mala comunicación, el gobierno parece que hablara al “país jardín de infantes” de María Elena Walsh, donde no muestra la gravedad de algunos hechos, pensando quizás que no es bueno comunicar malas noticias, o subestimando la capacidad de entender los hechos por parte de la sociedad.
Contribuyó en parte la mala gestión en distintas áreas del gobierno, como lo ha sido en el tratamiento de la paritaria de los docentes universitarios y la falta de cumplimiento del presupuesto que debía enviarse a las universidades nacionales y que provocó la marcha federal por la educación publica del 30 de agosto.       



El problema no es la economía es la política (después del 3 de septiembre de 2018)

El gobierno finalmente acusó el impacto de la crisis cambiaria ante la imposibilidad de estabilizar el precio del dólar y la falta de cumplimiento de las metas acordadas con el FMI. El intento por buscar una solución política con los aliados electorales de Cambiemos mostró (y creo que también le mostró al gobierno) las miserias de la dirigencia política, donde distintos dirigentes creyeron que el gobierno aceptaría condicionamientos a cambió de ayuda y no se privaron de buscar la mayor ventaja posible al ver su debilidad. Pero no contaron con la capacidad de resilencia del gobierno, quien (al mejor estilo kirchnerista) dobló la apuesta reorganizando su estructura y adelantando el cumplimiento de las metas fiscales con el FMI (déficit fiscal cero) a cambio del adelantamiento de las entregas del préstamo otorgado, para así cubrir todas las obligaciones financieras de 2018 y 2019.
Si bien la apuesta es bastante riesgosa, el aumento del dólar hizo parte del trabajo, también facilitó la creación de un impuesto de emergencia (entre un 7% y un 10% de las exportaciones) poco criticable para quienes tienen que pagarlo, compensando con el mantenimiento de las retenciones a la soja al valor final de la quita (18%, lo que arroja una compensación de 7%) y garantizando el fondo sojero a las provincias, con quienes tiene que acordar el esquema del nuevo presupuesto 2019.
Así, de lograr la aprobación del impuesto de emergencia, el presupuesto 2019 y el nuevo acuerdo con el FMI, el gobierno tendría un horizonte de estabilidad macro económica hasta 2020. Si genera ingresos extraordinarios por aumento del valor internacional de los bienes primarios (en el hemisferio norte las catástrofes climáticas pueden influir) y el aumento de otras exportaciones (por mas competitividad del tipo de cambio), el gobierno dispondrá de ingresos que podrá asignar libremente en un año electoral. Además, de poder reducir el valor de las tasas de interés, junto con la barrera natural de bienes importados caros, logrará una reactivación Pyme que tendrá impacto en la generación de puestos de trabajo y suba de consumo sobre mediados de 2019 (antes de las elecciones donde los bolsillos parecen ser los órganos que rigen el pensamiento político de la sociedad). Así, de lograr esto, el gobierno puede esperar un escenario favorable para las próximas elecciones nacionales, si no quizás pueda terminar su mandato como “pato rengo” y entregar el gobierno a una alianza peronista.








El problema no es la economía es la política (antes del 29 de agosto de 2018)



El número que atormenta a casi todo el país es que en lo que va del año el dólar duplicó su valor, algo que según el álgebra que se utilice para calcularlo, dará un 100% o un 50% (milagro aritmético que hacen los economistas, según utilicen la diferencia entre valor actual y valor de referencia, o al revés). En contra de la opinión de muchos, considero que el problema no es económico, sino político.
Para fundamentar esta afirmación podemos, en primer lugar, un argumento económico, ya que los economistas dicen que determinados precios son determinados por la oferta y demanda (si la demanda es elástica) y que la demanda puede ser producto de las expectativas las cuales no siempre son racionales. En este caso se generaron distintos hechos de naturaleza política que crearon un ambiente de duda respecto a la real situación económica. Esta economía real es la que se aprecia en la producción agropecuaria, la actividad industrial, financiera y comercial. Si repasamos estas áreas, veremos que los números no se corresponden con una crisis real como sería una catástrofe natural, una perdida importante de cosechas, o una crisis tecnológica.
¿Que produjo la crisis cambiaria? Una crisis de confianza, pero no por un hecho en particular, sino por una suma de hechos, cuya naturaleza fueron de origen político. El primer hecho fue la soberbia de varios funcionarios del gobierno de Cambiemos, luego de la elección de 2017, creyendo que ganar una elección validaba una mala gestión y la falta de planes políticos que dieran previsibilidad a una gestión donde las equivocaciones fueron frecuentes (hay que dejar en claro que equivocación y error no suele ser lo mismo).
Un segundo factor de la crisis de desconfianza fue la falta de centralización de la política económica, si bien sería esperable que personas surgidas del ámbito empresarial estuvieran familiarizados con el concepto y práctica de la sinergia de organizaciones. Algo que surge naturalmente en organizaciones con una fuerte conducción personalista, o se ajusta con permanentes recambios de aquellos que se apartan, por distintos motivos, de los objetivos prefijados. En un entorno donde priman los objetivos comunes y no hay conflictos entre las partes, es posible un liderazgo light y el manejo por los distintos “tableros de control” que abundan en las teorías del management. Pero en política, los objetivos de los miembros de un gabinete no son los mismos ya que existen distintas motivaciones e intereses; así es inevitable que surjan conflictos y por lo tanto no es factible una conducción basada en el “laisser faire” que suele ser frecuente en los ámbitos empresariales. En este entorno, los tableros de control solo reflejan una pequeña parte de lo que sucede, lo que hace imposible un control eficaz de la acción de gobierno.
El tercer y no menos importante es la mala comunicación, el gobierno parece que hablara al “país jardín de infantes” de María Elena Walsh, donde no muestra la gravedad de algunos hechos, pensando quizás que no es bueno comunicar malas noticias, o subestimando la capacidad de entender los hechos por parte de la sociedad.


Contribuyó en parte la mala gestión en distintas áreas del gobierno, como lo ha sido en el tratamiento de la paritaria de los docentes universitarios y la falta de cumplimiento del presupuesto que debía enviarse a las universidades nacionales y que provocó la marcha federal por la educación publica del 30 de agosto.


Una multitud marchó a Plaza de Mayo en reclamo de mayor presupuesto y salarios dignos. (Mario Quinteros)

El problema no es la economía es la política (después del 3 de septiembre de 2018)

El gobierno finalmente acusó el impacto de la crisis cambiaria ante la imposibilidad de estabilizar el precio del dólar y la falta de cumplimiento de las metas acordadas con el FMI. El intento por buscar una solución política con los aliados electorales de Cambiemos mostró (y creo que también le mostró al gobierno) las miserias de la dirigencia política, donde distintos dirigentes creyeron que el gobierno aceptaría condicionamientos a cambió de ayuda y no se privaron de buscar la mayor ventaja posible al ver su debilidad. Pero no contaron con la capacidad de resilencia del gobierno, quien (al mejor estilo kirchnerista) dobló la apuesta reorganizando su estructura y adelantando el cumplimiento de las metas fiscales con el FMI (déficit fiscal cero) a cambio del adelantamiento de las entregas del préstamo otorgado, para así cubrir todas las obligaciones financieras de 2018 y 2019.
Si bien la apuesta es bastante riesgosa, el aumento del dólar hizo parte del trabajo, también facilitó la creación de un impuesto de emergencia (entre un 7% y un 10% de las exportaciones) poco criticable para quienes tienen que pagarlo, compensando con el mantenimiento de las retenciones a la soja al valor final de la quita (18%, lo que arroja una compensación de 7%) y garantizando el fondo sojero a las provincias, con quienes tiene que acordar el esquema del nuevo presupuesto 2019.
Así, de lograr la aprobación del impuesto de emergencia, el presupuesto 2019 y el nuevo acuerdo con el FMI, el gobierno tendría un horizonte de estabilidad macro económica hasta 2020. Si genera ingresos extraordinarios por aumento del valor internacional de los bienes primarios (en el hemisferio norte las catástrofes climáticas pueden influir) y el aumento de otras exportaciones (por mas competitividad del tipo de cambio), el gobierno dispondrá de ingresos que podrá asignar libremente en un año electoral. Además, de poder reducir el valor de las tasas de interés, junto con la barrera natural de bienes importados caros, logrará una reactivación Pyme que tendrá impacto en la generación de puestos de trabajo y suba de consumo sobre mediados de 2019 (antes de las elecciones donde los bolsillos parecen ser los órganos que rigen el pensamiento político de la sociedad). Así, de lograr esto, el gobierno puede esperar un escenario favorable para las próximas elecciones nacionales, si no quizás pueda terminar su mandato como “pato rengo” y entregar el gobierno a una alianza peronista.







jueves, 2 de agosto de 2018

Cambiemos y la fábula de Pedro y el Lobo



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Retomando después de un tiempo de no escribir ningún artículo, veo que necesitaría demasiado tiempo para ponerme al día sobre la situación del país, así que empecemos por una de las mas visibles y desacertadas estrategias del actual gobierno, elegir a Cristina Kirchner como contrincante en las próximas elecciones.
Cambiemos apunta a algo que ya va siendo demasiado repetitivo, se ha analizado por distintos periodistas, analistas políticos y hasta por los ciudadanos de a pie (que hoy somos casi todos al precio que tiene la nafta); se busca una polarización entre los núcleos duros del FPV y del PRO, que deje a otras fuerzas políticas fuera de una segunda vuelta, como ya ha pasado. Repetir lo mismo, no tiene en cuenta un “efecto hastío”, lo mismo que produjeron los discursos de la ex presidenta, los disparates y la corrupción de Menem, las incoherencias de De la Rúa y los actuales “mala mia” del gobierno.
El factor que parece ignorar el gobierno es el ya mencionado, repetir demasiado “cuidado con el lobo” y no poder exhibir una diferencia apreciable para la gente como sería: mas trabajo, mejor educación, mas salud, mejores condiciones de vida o mas seguridad. Así se configura las condiciones para que se cumpla lo que predice la fábula, el lobo se come a Pedro.
Alrededor de esto, puede pensarse que se han desarrollado varias estrategias, la que me parece mas probable, es que el actual gobierno no presentó el panorama real y total sobre la situación del estado que dejó el anterior gobierno, para capitalizar en “convenientes cuotas” distintas “irregularidades” (por darle un nombre académico) en los momentos en que hubiera déficit de credibilidad o “situaciones traumáticas” de gobernabilidad.
Esta administración del “tempo” político mediante comodines que se jugaban según surgieran distinto tipo de problemas no se conjugó con una gestión que corrigiera los principales problemas que dejaba la gestión anterior. El error de confundir los resultados en un tablero de control, con la percepción de la gente no se corrige con timbreos, sino habría mas Testigos de Jehobá que católicos; aunque también indica que los tableros de control están mal hechos (esto dicho entre ingenieros). También vale aclarar que aunque los hechos que se denuncian, y ocupan titulares, sean ciertos, no eximen de culpa a los errores e “irregularidades” (como dije, por lo de académico) que se cometen en este gobierno.
Así se ha configurado un entramado de errores, “irregularidades” y denuncias que se realimentan, generan posiciones irreconciliables, dificultan el análisis objetivo, radicalizan las posiciones de la gente e impide el surgimiento de una nueva alternativa política que supere estas opciones en disputa. En este escenario, la tesis y la antítesis pugnan por ocupar una centralidad que impide una síntesis superadora, vemos que incluso las partidarios de una “tercera vía” (por derecha o por izquierda) quedan atrapados en la lucha por la centralidad repitiendo el discurso, o fragmentos del discurso, de una de las posiciones dominantes.
Si analizamos por estudios de encuestadores (sacando la parte que esta “esponsoreada”), vemos que Cristina Kirchner tiene un núcleo duro de entre el 25 y el 30%, y el PRO tiene los mismos números, esto los convertiría en participantes de un ballotage donde la decisión la tendrían, no quienes mas adhieren, sino quienes mas se oponen. El silencio y la victimización que utiliza CFK, está dando mas resultado para minimizar las opiniones en contra (aunque no le alcanzan), que las idas y vueltas de un PRO, que no acierta un plan de gobierno que impacte en la percepción de la gente. En segundo plano las alternativas del PJ “recauchutado” (pretender renovar el PJ es como pretender enderezar bananas) aspiran a negociar (por las buenas o las malas, algo que los problemas judiciales de CFK pueden facilitar) una “representación” de los votos del FPV, para alcanzar un ballotage del que saldrían vancedores.
Si el gobierno continúa equivocándose (nada hace suponer que no lo haga), CFK continúa involucrada con causas judiciales (sobre todo por pase de facturas de un Poder Judicial corporativo, al que le interesa que haya gobiernos que los dejen hacer lo que quieran), solo se avizora una alianza de distintos sectores del PJ, que representando al núcleo duro de simpatizantes de CFK (siempre que ella ceda ese espacio como dijimos: por las buenas o las malas), emergiendo como vencedoras de las próximas elecciones.
Pero como estamos en Argentina, falta mas de un año y nadie va a dejar de equivocarse de igual forma o de alguna otra mas creativa, no perdamos de vista el lobo.



miércoles, 10 de enero de 2018

El manifiesto de la Deneuve


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Un manifiesto publicada en el diario Le Monde, firmado por personalidades de la cultura francesa, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, icono del cine francés. La publicación provocó diversas reacciones en Francia y otros países, lo que ha puesto de manifiesto que existen visiones contrapuertas de las formas de violencia sexual, sin dejar de reconocer que la violencia de género (no solo contra mujeres, sino personas trans u otros que asumen elecciones sexuales no “tradicionales”) es una conducta que debe ser erradicada de la sociedad humana. Dicho esto, hay que reconocer que también existen excesos entre quienes quieren producir cambios, circunstancias que son aprovechadas por fundamentalistas morales tipo “Dios, patria y Familia”, para buscar una legitimidad que no poseen; así la libertad sexual podría ser limitada ya que su expresión puede ser “ofensiva” o asociarse a violencia de género.
Estas formas de ser “políticamente correcto” esconden traumas que harían las delicias de generaciones de terapistas. Pero no pretendo realizar un análisis sociológico del tema sino presentar en una forma mas textual este menifiesto.

El manifiesto completo:
La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un crimen, ni la galantería es una agresión machista.
Como resultado del caso Weinstein, ha habido una conciencia legítima de la violencia sexual contra las mujeres, particularmente en el lugar de trabajo, donde algunos hombres abusan de su poder. Ella era necesaria. Pero esta liberación de la palabra se convierte hoy en su opuesto: ¡Nos ordenan hablar, a silenciar lo que enoja, y aquellos que se niegan a cumplir con tales órdenes se consideran traidoras, cómplices!
Pero es la característica del puritanismo tomar prestado, en nombre de un llamado bien general, los argumentos de la protección de las mujeres y su emancipación para vincularlas a un estado de víctimas eternas, pobres pequeñas cosas bajo la influencia de demoníacos machistas, como en los tiempos de la brujería.
Supresiones y acusaciones
De hecho, #metoo ha provocado en la prensa y en las redes sociales una campaña de denuncias públicas de personas que, sin tener la oportunidad de responder o defenderse, fueron puestas exactamente en el mismo nivel que los delincuentes sexuales. Esta justicia expedita ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su profesión, obligados a renunciar, etc.; mientras que ellos solo se equivocaron al tocar una rodilla, tratar de robar un beso, hablar sobre cosas “íntimas” en una cena de negocios, o enviar mensajes sexualmente explícitos a una mujer que no se sintió atraída por el otro.
Esta fiebre para enviar a los “cerdos” al matadero, lejos de ayudar a las mujeres a empoderarse, en realidad sirve a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, los extremistas religiosos, los peores reaccionarios y los que creen -en nombre de una concepción sustancial de la moralidad buena y victoriana- que las mujeres son seres “separados”, niñas con una cara de adulto, que exigen protección.
Del otro lado, se convoca a los hombres a encontrar, en lo más profundo de su conciencia retrospectiva, un “comportamiento fuera de lugar” que podrían haber tenido hace diez, veinte o treinta años, y del cual deberían arrepentirse. La confesión pública, la incursión de fiscales autoproclamados en la esfera privada, que se instala como un clima de sociedad totalitaria.
La ola purificadora parece no conocer ningún límite. Allí, censuramos un desnudo de Egon Schiele en un póster; pedimos la eliminación de una pintura de Balthus de un museo con el argumento de que sería una apología de la pedofilia; en la confusión del hombre y la obra, pedimos la prohibición de la retrospectiva de Roman Polanski en la Cinémathèque (Cinemateca Francesa) y obtenemos la postergación de la muestra dedicada a Jean-Claude Brisseau. Una académica considera que la película de Michelangelo Antonioni Blow-Up es “misógina” e “inaceptable”. A la luz de este revisionismo, ni John Ford (La prisionera del desierto) ni incluso Nicolas Poussin (El rapto de las sabinas) quedan a salvo.
Los editores ya piden que los personajes masculinos sean menos “sexistas”, que hablemos de sexualidad y amor con menos desproporción, o que garanticemos que el “trauma experimentado por los personajes femeninos” sea ¡más obvio! ¡Al borde del ridículo, un proyecto de ley en Suecia quiere imponer un consentimiento explícitamente notificado a cualquier candidato para tener relaciones sexuales! En cualquier momento dos adultos que quieran dormir juntos consultarán primero en una “aplicación” de su teléfono un documento en el que estarán debidamente enumeradas las prácticas que aceptan y las que rechazan.
La libertad indispensable para ofender
El filósofo Ruwen Ogien defendió una libertad de ofensa indispensable para la creación artística. De la misma manera, defendemos una libertad para importunar, indispensable para la libertad sexual. Ahora estamos suficientemente advertidas para admitir que el impulso sexual es por naturaleza ofensivo y salvaje, pero también somos lo suficientemente clarividentes como para no confundir el coqueteo torpe con el ataque sexual.
Sobre todo, somos conscientes de que la persona humana no es monolítica:una mujer puede, en el mismo día, dirigir un equipo profesional y disfrutar siendo el objeto sexual de un hombre, sin ser una puta ni una vil cómplice del patriarcado. Puede asegurarse de que su salario sea igual al de un hombre, pero no sentirse traumatizada para siempre por un manoseador en el metro, incluso si se considera un delito. Ella incluso puede considerarlo como la expresión de una gran miseria sexual, o como si no hubiera ocurrido.
Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio hacia los hombres y la sexualidad. Creemos que la libertad de decir no a una propuesta sexual no existe sin la libertad de importunar. Y consideramos que debemos saber cómo responder a esta libertad para importunar de otra manera que encerrándonos en el papel de la presa.
Para aquellas de nosotras que hemos elegido tener hijos, creemos que es mejor criar a nuestras hijas para que estén informadas y sean lo suficientemente conscientes como para vivir sin intimidación ni culpabilidad.
Los incidentes que pueden tener relación con el cuerpo de una mujer no necesariamente comprometen su dignidad y no deben, por muy difíciles que sean, convertirla necesariamente en una víctima perpetua. Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que valoramos no está exenta de riesgos o responsabilidades.


PD. En su momento fuí uno de los tantos que se ratoneo con la Catherine Deneuve actriz protagonista de “Belle de jour”, ahora me deleito con el pensamiento de una extraordinaria mujer.




lunes, 1 de enero de 2018

¡¡¡ Feliz 2018 !!!


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Para no desentonar con la costumbre, hay que desear que el próximo año sea mejor que el que pasó. Pero ¿Hay razones para suponer que el 2018 será mejor que el 2017?
Creo que el 2018 tendrá crecimiento económico, pero no desarrollo económico; lo que en buen romance significa que va a haber mas plata dando vueltas, pero no va a ir a los bolsillos de la mayoría de la gente.
Posiblemente haya mayor presupuesto para acción social, pero la conflictividad social será mayor. La convivencia política será mas difícil y lo que se ha dado en llamar “la grieta” crecerá.
El gobierno ha convertido al “gradualismo” en una práctica rutinaria: gradualismo de reducción del gasto público, gradualismo en la aplicación de medidas para paliar la inseguridad, gradualismo en el tratamiento de la marginalidad (no la confundamos con pobreza, de la pobreza se sale con plata, para salir de la marginalidad se requiere mucho mas), gradualismo en el re ordenamiento del estado, en síntesis gradualismo para todo.
Pero como toda receta mágica que dice servir para todo, suele producir mas problemas que los que soluciona.
La solución gradual de los problemas económicos fruto de los desajustes de las principales variables: inflación, déficit fiscal, desempleo (acá sin hacer la trampa de poner como empleados a los asistidos en cooperativas de trabajo o despedidos que se inscriben en el mono tributo para poder hacer changas), endeudamiento externo, déficit de balanza económica (sin el truco de no incluir el endeudamiento), encarecimiento del crédito, etc.; tiende a reducir el impacto de cualquier ajuste (ortodoxo o heterodoxo), pero prolongar el desajuste genera que los decisores económicos busquen opciones de corto plazo, alta rentabilidad y bajo riesgo (la inversión busca colocaciones financieras especulativas y el consumo compras baratas en el exterior).
El gasto social, que ha superado el de presupuestos anteriores, no ha producido cambios significativos en el tejido de los sectores marginados. Allí, se sigue viendo las viejas políticas de asistencialismo, la intervención de “mediadores sociales” (una nueva clase de lumpen que en nombre de la ayuda social medran recursos sin cambiar las condiciones estructurales de la marginalidad), la ineficacia de los gestores sociales, la ineficiencia en la administración del gasto social (medido en porcentaje de los TODOS los gastos de gestión respecto del gasto total) y sobre todo que nada o muy poco realmente cambia en las estructuras sociales de los marginados.
La gestión del estado presenta claros y sombras, personas con una gran capacidad de gestión rodeados de segundas líneas ineficaces, o personas con nula capacidad de gestión al frente de segundas líneas muy preparadas; pero en resumen el saldo de la gestión es escasamente suficiente. En seguridad se ha mantenido estructuras y metodologías de anteriores administraciones, que ya fracasaron. En medio ambiente, no se ha visto que se haya hecho nada. En educación se sigue con muchas ideas y pocas realizaciones concretas que cambien de forma radical un deterioro a todas luces innegable. En defensa el saldo es evidentemente negativo, aún sin traer a colación el hecho del ARA San Juan. En administración de justicia, suele haber mas anuncios de cambios que cambios concretos. Sin dejar de reconocer una mejora en la transparencia de la gestión en muchos sectores, los conflictos de intereses que se han producido hacen fracasar aquella premisa que no solo hay que ser honesto, sino que hay que parecer ser honesto. Como síntesis de la gestión de gobierno se podría decir aquello de que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones” y la gradual mejora de viejos problemas termina diluyéndose en los nuevos problemas.
Un último aspecto del actual gobierno es la cultura, entendida esta como forma de ser de la sociedad y no como hecho artístico. La sociedad está inmersa en una gran crisis de valores, donde el pragmatismo materialista desplaza a la ética, el relativismo se impone a una escala de valores basados en ciertas creencias firmes (que no tienen que ser uniformes o iguales para todos), la mediocridad de los objetivos personales (mayoritariamente consumistas) impide la búsqueda de metas trascendentes, la violencia irracional remplaza al debate y la aceptación de las diferencias, la convivencia armónica se empaña por clasismo y racismo, la pérdida progresiva de valores trascendentes, sean estos religiosos o laicos y por sobre todo la pobreza intelectual que se instala en todos los niveles sociales, haciendo realidad el planteo de José Ingenieros en su obra “El hombre mediocre”.
Todo esto, amigo lector, es con lo que nos puede joder la vida el gobierno para el año próximo, por eso les deseo, que disfruten con, y a, sus seres queridos, que disfruten, si pueden, hacer aquello que aman (trabajo, hobby, deporte o arte), que disfruten pensar y amar, y que no les falte un amigo y algo de tiempo para compartir cosas; así podrán pasar en FELIZ 2018.