lunes, 24 de mayo de 2010

Etapas (para Juan Manuel)


Podemos pensar la vida como etapas, en las cuales compartimos, nos acompañamos, sufrimos de ausencias y establecemos vínculos que nos acompañan para siempre o que se van diluyendo en el devenir de esas etapas. Nuestra primera etapa es, o más bien debería ser, integrarnos con quienes decidieron ser los vínculos de una nueva vida, que continuara el circulo de la vida. Esa primera etapa está marcada por el compartir el crecimiento, ser los tutores del retoño de vida que requiere los cuidados iniciales para crecer fuerte y sano, en esta etapa desarrollamos un vínculo que nos marcará para siempre. Aquí la cotidianidad nos marca costumbres y hábitos compartidos que son los que primero extrañamos, cuando la distancia nos priva de compartir esos momentos, y se integran como un bálsamo cuando el regreso pone fin a la ausencia.

Lástima que no sea así para todos, hay quienes deben sufrir la carencia de vínculos o soportan ausencias definitivas, y llevarán a lo largo de todas sus etapas de la vida esa carencia como una pesada carga que deberán superar. Mi alegría es, haber contribuido a evitar las carencias esenciales, las ausencias evitables y la falta de los vínculos más importantes, esos que no se notan hasta que se los extraña, no porque no existan, sino porque perdemos su cotidianeidad.

La etapa de afianzar el crecimiento hace surgir la responsabilidad de tomar las primeras decisiones y cambiar las antiguas relaciones de tutelado, el vínculo adquiere nuevas características, debemos aprender a hacer cotidiana la ausencia temporal, donde la parida y el regreso mezclan cotidianamente expectativas, temores y alivio. El vínculo se torna más difícil de demostrar por vergüenza, el cuestionamiento y los límites definen el arte de esta etapa de la convivencia.

La última etapa de la convivencia familiar es la preparación para la independencia, donde, si el crecimiento fue bueno, se consolidan las capacidades que permiten abandonar la relación cotidiana de la convivencia familiar, formar su propio espacio de convivencia y proyectarse hacia su futuro.

Durante estas etapas se convive con quienes transcurren otras etapas de sus vidas, la de acompañar las etapas de quienes nos unen los vínculos desarrollados precedentemente o que por circunstancias de la vida formamos vínculos que nos hacen parte de las etapas de otros. Esta convivencia marca presencias y ausencias, algunas marcadas por la distancia y otras definitivas. Pero el vínculo verdadero permanece, más allá de la distancia y más allá de la ausencia, basta un poquito de introspección para ver que los vínculos verdaderos están allí intactos.

Parecería la fría descripción de un proceso, y quizás sea una manera de controlar mis emociones, porque cada transición entre etapas plantea expectativas, miedos, alegrías y todo un cúmulo de emociones a las cuales es difícil sustraerse.

Con la etapa de la autonomía termina una cotidianidad, que notaremos en la cama vacía por la mañana, la mesa con un plato menos, la rueda del mate ocasional, la conversación intrascendente del momento de ocio, el reproche de los olvidos rutinarios y la espera del retorno anunciado. Nuestras pérdidas serán tus ganancias, habrá un despertar distinto, una nueva mesa, nuevas ruedas de mate, otras charlas intrascendentes, otros olvidos y la espera de otros retornos.

Seremos de ahora en más, parte de quienes acompañen tus etapas, te veremos repetir el maravilloso ciclo de la vida, compartiremos una mesa distinta, mas grande, con charlas mas extensas en la sobremesa, la rueda de mate tendrá sabor a reencuentro, quizás las charlas no tengan el mismo carácter intrascendente ya que aprovecharemos el tiempo para intercambiar las experiencias no compartidas, los olvidos serán mas sobre efemérides y los retornos estarán marcados por un calendario de reencuentros.

Pero por sobre todas las etapas, en forma transversal y permanente existe entre nosotros el vínculo más maravilloso y permanente: al amor. Un vínculo que se mantendrá a pesar de la distancia, a pesar de la falta de cotidianeidad; y así como siente el mutilado su miembro sobre el muñón, a pesar de la ausencia, el vínculo estará siempre presente a pesar de la ausencia.

domingo, 23 de mayo de 2010

El peronismo y la construcción de la historia


El proceso de evolución histórica, para los que como yo adhieren a la teoría de Hegel, esta marcado por un continuo ciclo de tesis, antítesis y síntesis. Lo que en buen criollo es que al establecerse una idea como verdad aceptada, la negación de esta y la construcción de una idea opuesta generándose una síntesis que marca el proceso de evolución histórica. Este concepto, inmerso en la mayoría de las formas de pensamiento progresista forma parte del corpus dogmático de las ideologías de izquierda. Creo que este es un buen punto para intentar definir al movimiento peronista como un movimiento de izquierda aunque muchos de quienes lo integran no lo sepan y hasta rechacen la idea de ser parte de la “izquierda”.

Este mecanismo aparece en varias formas de ver al peronismo, el social es quizás uno de los más significativos en la mayoría de los que nos sentimos parte del movimiento. José Pablo Feimann, postuló en un brillante trabajo, que la línea divisoria entre la izquierda y la derecha comienza en la actitud frente a la desigualdad, quienes no la aceptan y desean revertir sus consecuencias, inevitablemente son de izquierda. Retomando mi hipótesis, el orden social establecido como consecuencia de la división del trabajo, marcó una clara desigualdad en la distribución de la riqueza, este orden establecido y acentuado luego de la aplicación de políticas conservadoras en la década del 30, este orden fue negado formulando la idea de justicia social, como nueva forma de distribución e indicando que el objetivo era llegar a una sola clase: la clase de los hombres que trabajan. Bajo esta idea llegó a reformularse la Constitución en 1949, consagrando derechos que fueron anulados por el golpe militar de 1956 y curiosamente una constitución reformada por un gobierno constitucional y de acuerdo al mecanismo establecido por la misma constitución, no fue restablecida por los posteriores gobiernos electos democráticamente. La concreción de la síntesis del proyecto de reformulación del orden social se logró, ya que en ese período la participación del trabajo en la distribución de la riqueza alcanzó al 50%, algo que nunca más se obtuvo a pesar de estar el partido Justicialista en el gobierno.

Muy próximo al cambio social, el cambio económico sufrió la misma evolución, al modelo económico consolidado durante la década infame era el modelo liberal de mercado, basado en el perfil agroexportador, donde la única industria que se desarrollaba tenía como fin el proveer a los fines estratégicos militares y como soporte a las estructura de servicio de los medios de exportación: reparación de ferrocarriles, frigoríficos y barcos. El rol del estado se restringía a ser un mero facilitador de la estructura económica vigente. No existía un empresariado nacional ya que la actividad económica centrada en la actividad agraria solo permitía como beneficio la acumulación de la renta de la tierra como formación de capitales locales. Esta acumulación de capital era absorbida por la estructura rentística financiera o participaba como capital accionario de las inversiones extranjeras. Aquí convendría rescatar el análisis del Ing. Scalabrini Ortiz, quien probó que la estructura de los proyectos ferrocarrileros británicos, se financió con aportes de capitales nacionales, los cuales no obtenían la extraordinaria renta que producía el sistema agroexportador, por lo que podríamos decir que a pesar de existir capitales locales, no existía un mercado de capitales con intereses nacionales. El peronismo cambia el modelo, de agroexportador a industrial, financiándolo a través de las utilidades del sistema agroexportador, desarrolla la industria metalúrgica liviana, desarrolla un sistema de transporte automotor que altera la ruta del comercio interno impuesta por la red ferrocarrilera, fomenta la formación de estructuras empresarias locales mediante la creación de entidades gremiales empresarias (la CGE, entre otras), organiza la estructura de representación de los trabajadores y genera mecanismos de distribución de la renta como son las paritarias, nacionaliza el sistema ferroviario y construye una flota mercante, generar un sistema nacional de créditos que permite el acceso a la tierra de pequeños agricultores; podríamos realizar una lista mucho mas larga y detallada, pero a los fines de nuestro análisis, nadie discute que se implementó un sistema económico opuesto a sistema imperante. El éxito en la aplicación de las medidas económicas se vio opacado por la falta de formulación de un plan de política económica que formalizara las ideas que se llevaron a la práctica con éxito, a consecuencia de ello el movimiento carece de una política económica propia. No obstante esto, el mecanismo de desarrollo histórico hegeliano se aprecia claramente en lo económico.

En lo político, el acceso de la mujer al voto, representó la consolidación del sufragio universal y la incorporación de la mujer como actor político, no solamente como sufragante sino parte del cuerpo político institucional, esto representó un verdadero cambio de la vieja estructura política. Adicionalmente a la participación femenina, el peronismo incorporó a nuevos actores en la participación institucional (sindicalismo y juventud). Generó nuevos cuerpos institucionales no gubernamentales que balanceaban los poderes para institucionales (la CGT y la CGE, la participación de no docentes en los cuerpos de gobierno universitario, etc.). La constitución de 1949, fue la consagración de la reforma política con que se intentó reemplazar el viejo régimen político por un nuevo orden institucional. No queda ninguna duda que también dentro de lo político, se produjo el mecanismo hegeliano de cambio.

Un último aspecto y quizás controversial, surge al examinar el aspecto cultural del cambio que se produjo durante el primer y segundo gobierno peronista. La controversia se produce en la definición de cultura, ya que existe la tendencia snobista de considerar cultura a la expresión de cierta vanguardia de distintos medios artísticos o a una expresión artística de elite, lo que en ambos casos restringe el fenómeno cultural a pequeños sectores sociales elitistas o vanguardistas, y el peronismo cambió el eje cultural hacia lo popular y autóctono. Sin entrar en consideraciones sobre los intereses económicos en juego (empresas discográficas, radios, etc.), la expresión cultural y mas que nada el apoyo oficial (ya que los sectores minoritarios disfrutan de “su arte” merced al soporte de todos) se volcó hacia las expresiones culturales que mas representaban a la mayoría del pueblo, surgieron músicos, escritores, poetas y artistas, que marcaron una etapa en la historia de la cultura argentina, y que fue inmediatamente perseguida por el golpe que derrocó al peronismo. La huella de esta etapa cultural no puede apreciarse desde la óptica de quienes dictaron y dictan la pauta cultural elitista, pero dejó una profunda huella en el pueblo, generando la categoría de “artista popular”, cuya definición mas cabal la representa la frase de Arturo Jauretche en la despedida de Homero Manzi: “eligió en lugar de escribir para ser un hombre de letras, hacer letras para los hombres”. Creo que el cambio del eje elitista de la expresión artística a la expresión popular, marca el mecanismo hegeliano de cambio histórico que protagonizó el peronismo.

Otra confirmación adicional del proceso de cambio que se generó, fue la reacción que produjo, ya que todo cambio produce antagonismos y la magnitud de la reacción es proporcional a los cambios generados. La represión desatada por el golpe militar que destituyó a Perón, incluyó persecución a políticos, empresarios, académicos (a los profesores universitarios peronistas se los llamaba flor de ceibo y hubo algunos encumbrados docentes universitarios que se prestaron a realizar juicios académicos contra sus colegas por motivos de la presión política que recibieron), sindicalistas, estudiantes y artistas (algunos como Hugo del Carril, Discepolo, Pierina di Alessi y otros tantos sin tanto renombre). Solo la magnitud y la irracionalidad de algunos actos, como prohibir mencionar el nombre de Perón, destruir la ciudad de los niños, destruir la fundación Eva Perón; y tantos otros hechos marcan de forma indubitable la intensidad de la reacción que provocó el cambio generado por el peronismo.

Quedaría por analizar si los cambios que se realizaron llegaron a establecer un nuevo sistema o si fueron abortados cuando estos intentaban establecerse. La discusión sobre esto llevaría varios cuerpos de análisis de evidencia empírica y teórica, paro ello no hace a que la mecánica utilizada y los cambios propuestos son de naturaleza progresista, que fue el objeto de este análisis, quedando abierto el campo de discusión sobre si los cambios se lograron establecer o no. A pesar de esto, podemos concluir que al analizar la mecánica de las transformaciones realizadas por el peronismo durante sus dos primeros gobiernos, esta responde claramente a la dinámica hegeliana de transformación de la historia, siendo pues la naturaleza de su acción de gobierno de naturaleza progresista.

sábado, 8 de mayo de 2010

Volver a los 70


Los 70 fueron años donde se pensó posible la utopía, donde el mayo francés todavía insuflaba esperanzas de la posible unión de estudiantes y trabajadores, recreada en Córdoba. El movimiento tercermundista acercaba a montones de curas trabajadores a la gente sin necesidad de misas en latín, boato e incienso. Pero por sobre todo, en los años setenta la juventud tenía en claro que el futuro le pertenecía y que el cambio, de un presente marcado por la injusticia, la dependencia y el materialismo, era posible.

Hoy me preguntan y hasta yo mismo me pregunto muchas veces, si fue algo inútil y sin sentido tanta utopía, tanta voluntad de cambio, tanta militancia, no solo política, sino también económica, religiosa, cultural. A pesar de las dudas que me planteo y me plantean, mi respuesta sigue siendo un contundente NO FUE INUTIL, ya que para impedir el cambio que se venía tuvieron que matar a muchas personas, cambiar el proyecto económico, educativo y cultural del país, tuvieron que asumir el control del estado y desatar la mas grande ola de terrorismo de estado que recuerde la historia argentina. Todo ello no se realiza si no se percibe un riesgo real para los intereses dominantes y quienes representaban esos intereses han salido inmunes del juicio de la historia, se ha encarcelado a los militares responsables de la conducción del golpe de estado y del posterior terrorismo de estado que se desató, pero los verdaderos intereses que causaron la ola represiva no fueron siquiera mencionados en los juicios a represores y salvo Martínez de Hoz, no se conocen los nombres de quienes instigaron y se beneficiaron con ella.

Volviendo al espíritu de los años 70, el escenario internacional estaba dominado por la guerra fría EEUU y la URSS, lo que permitió la distensión del control ejercido sobre Latinoamérica, sumado al estallido de guerras revolucionarias en varios países del tercer mundo, como en Cuba, Argelia, África y Asía, los efectos del crecimiento económico de la postguerra todavía se hacían sentir en el empleo, el surgimiento de la clase media todavía se mantenía y se consolidaba mediante el acceso a mejores niveles de educación, la postguerra había unido en la lucha contra el fascismo, a sectores conservadores, socialistas y comunistas, generando una cultura de debate político y cuestionamiento abierto a pautas preestablecidas, que impactaron muy fuertemente en lo cultural, sobre todo en los años 60 con el surgimiento de movimientos culturales cooperativos, el movimiento hippy, nuevas corrientes pictóricas, literarias y musicales. También impactó mucho la difusión el Concilio Vaticano II, el movimiento tercermundista, la teología de la liberación y los movimientos ecuménicos. En lo económico, se había producido un surgimiento de capitales nacionales durante el período de la postguerra conocido como de sustitución de importaciones, el particular por emprendimientos de metalurgia liviana que era mano de obra intensiva, actividades estatales o mixtas de naturaleza extractiva.

En resumen tanto en Argentina, Latinoamérica y el mundo, se vivía un clima de efervescencia que anunciaba el cambio de las viejas estructuras que formaban el orden imperante. Desde el poder central, se activó el plan de Kissinger con sus 3 ejes: disminuir la población de los países periféricos, acaparar los recursos naturales y extraer la riqueza de los países envías de desarrollo por la vía del endeudamiento y del control del comercio exterior. Para ello se articularon planes económicos, culturales y militares. Se comenzó potenciaron las instituciones de Bretton Woods, se quitó el respaldo oro del dólar a nivel internacional, se intensificó el adoctrinamiento de militares latinoamericanos en la escuela de defensa de las Américas (EA), se lanzó una corriente cultural postmoderna basada en el consumismo, el individualismo, el hedonismo y el materialismo, se desarrollaron estructuras financieras en los países del tercer mundo que fueron las verdaderas cabezas de playa de un proyecto neoliberal de cambio de las estructuras económicas, sociales y culturales. A partir de allí, las dictaduras que se instalaron en Latinoamérica, apoyadas por las estructuras económicas y financieras y los socios que adhirieron al proyecto extranjerizante, encabezadas por los militares ya integrados en la EA, asesorados y apoyados por esa estructura económico-financiera, endeudaron a sus países, destruyeron los ejes de resistencia política, social y económica y establecieron nuevas pautas culturales que consolidaron el modelo de dependencia postmoderno.

En Argentina, el proceso de desaparición constituyó el eje de acción de la dictara y sus socios: desparecieron las empresas de genuino interés nacional (PYMES, cooperativas y empresas mixtas) que podrían constituir la posible resistencia económica al modelo, desaparecieron los centros de acción cultural de sentido nacional (se persiguió a todo tipo de artistas con compromiso nacional), la desaparición de organizaciones sociales, religiosas y políticas que pudieran resistir la implementación del proyecto cultural postmoderno que consolidaba el modelo. Las acciones que implementaron la estrategia del plan fueron: el endeudamiento externo, el secuestro, tortura y desaparición de personas, la apertura indiscriminada de las importaciones, el cierre de cooperativas de crédito, el exilio a que se obligó a los artistas e intelectuales, la persecución de curas tercermundistas, las campañas de descrédito a instituciones sociales solidarias y varias similares cuyo objetivo fue la eliminación de posibles focos de resistencia al modelo que se quería implantar.

Pero el imperio tiene los pies de barro, los problemas medioambientales (como el efecto invernadero, el manejo de desechos tóxicos y la sobrepoblación) y el agotamiento de recursos naturales golpean la puerta reclamando cambios drásticos en la estructura del modelo. La actual estructura de poder conducida por representantes de un capital trasnacional, impersonal y rentístico, soportada en el poder de policía de la EEU y sus aliados de la OTAN no posee la capacidad de reacción que se requiere, ya que se presentan conflictos internos entre distintos intereses económicos y políticos que la sustenta. Esto abre un espacio, para el surgimiento de nuevas contraculturas: movimientos ecologistas y ambientalistas, movimientos sociales, emprendimientos cooperativos, nuevos espacios artísticos y agrupaciones políticas progresistas con actitudes críticas al “establishment”. Las acciones que el modelo realizó para consolidarse generaron reacciones que tienen a polarizar nuevamente al mundo, el terrorismo que fue mas un argumento para justificar la toma de medidas extremas (invasiones militares, intervenciones, bloqueos económicos, etc.), ha llevado a que aparezcan grupos fundamentalistas que ataquen al sistema por razones étnicas o religiosas. La historia demuestra que los imperios se derrumban cuando llegan a su máximo nivel de poder, lo que ubica a este modelo en las circunstancias históricas, económicas, políticas y sociales de comenzar su declinación, se repiten las circunstancias que dieron origen a los movimientos de los años 70. Esperemos que la memoria nos ayude ya que no hay lugar para errores y posiblemente los tiempos y los cambios se aceleren.

domingo, 2 de mayo de 2010

Maniqueísmo


Según distintas definiciones pueden encontrarse en los diccionarios sobre la palabra maniqueísmo: “Actitud que tiende a valorar las cosas como buenas o malas, sin términos medios” o “Doctrina basada en dos principios absolutos opuestos entre sí”. Esta doctrina surge como religión de tipo dualista (oposición entre el bien y el mal como eje) y gnóstico (idea de un conocimiento absoluto), que se fundó en Persia por el sabio Mani o Manes, a quien sus seguidores consideran divinamente inspirado.
Como toda doctrina de tipo gnóstico fue considerada hereje y sectaria por la iglesia, lo no que impidió su extensión por todo el imperio romano, Asia Central, China y el imperio musulmán y según algunos teólogos, su culto aún sobrevive en la actualidad. Los maniqueos creían (o según dicen, todavía creen) que había una eterna lucha entre dos principios opuestos: el Bien y el Mal, que se asocian a la Luz y a las Tinieblas, también creían que el espíritu del hombre es de Dios y el cuerpo del demonio. Creen que es necesario practicar un estricto ascetismo, desprecian por eso la materia e incluso el cuerpo (resulta interesante que la misma actitud la tuvieran muchos fanáticos católicos “penitentes”). Decían que Zoroastro, Platón, Jesús, Buda y otros profetas habrían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual, siendo Mani el Sello de los Profetas. Ellos niegan la responsabilidad humana por los males cometidos porque creen que no son producto de la libre voluntad sino del dominio del mal sobre nuestra vida.
La comunidad se conformaba con en dos grupos: los elegidos y los oyentes. Los primeros se dedicaban a la oración, eran célibes y vegetarianos, a su muerte llegaban a al llamado Reino de la Luz, los oyentes en cambio debían servir a los elegidos, podían casarse y practicaban ayunos, a su muerte esperaban reencarnarse en elegidos. No se buscaba el triunfo del bien, sino el retorno al estado natural de separación entre el Bien y el Mal, ya que como el mal era indestructible se debía huir de él para alcanzar el Reino de la Luz.
En este punto no resisto hacer un comentario sobre las coincidencias que pueden encontrarse entre las ideas de esta doctrina religiosa y las formulaciones de las actuales religiones. Ciertos aspectos de esta doctrina religiosa pueden encontrarse en las directivas sobre celibato de la iglesia católica, al igual que la antigua obligación del estado de mantener al clero, los hábitos de las religiones orientales hacia el vegetarianismo, las sucesivas reencarnaciones hasta lograr el estado de Buda que sostiene el budismo, el desprecio hacia el cuerpo, en particular el de la mujer que sostienen el las religiones islamistas y las posiciones de la iglesia católica medieval. En resumen si bien la doctrina fue perseguida, muchas de sus ideas se encuentran en las distintas religiones que se establecieron en las áreas hacia donde se dispersó el pensamiento maniqueísta.
Retomando el sentido político original de este artículo, el sentido filosófico maniqueísta influenció ciertas doctrinas políticas, en particular las teorías del Realismo político y en particular a Carl Schmitt, que también dentro de la misma filosofía maniqueísta había adherido a la teoría del orden jurídico. Schmitt militó en el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes, pero con el surgimiento de Göring comenzaron las amenazas de la S. S., que le consideraban un advenedizo y lo apartaron del primer plano de la vida pública. A pesar de ello su pensamiento dominó el eje doctrinario Nazi.
Schmitt postuló la necesidad de instaurar un poder de "decisión" adecuado que termine con la guerra interna, cosa que no es posible en un Estado liberal donde no tiene sentido el sacrificio de la vida en favor de la unidad política. La acción política debe comprometer a los individuos; y tal compromiso solo puede resultar de la guerra. En ese Estado no existe el monopolio político, al reducirse solo una "asociación" que es superior a la sociedad misma. Así, las relaciones políticas surgen del antagonismo concreto originado a partir de la posibilidad efectiva de lucha. Lo político es, entonces, una conducta determinada por la posibilidad real de lucha; es también la comprensión de esa posibilidad concreta y la correcta distinción entre amigos y enemigos. El medio político es, por ende, un medio de combates concretos y la distinción entre amigo o enemigo es indicar el extremo grado de intensidad de una unión o de una separación donde: "el enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición".

La frase, como síntesis política del pensamiento de Carl Schmitt, demuestra a las claras, que es el maniqueísmo político. La realidad argentina nos ofrece hoy día otro ejemplo digno de figurar en tratados de teoría política, sino fuera por las componentes netamente carnavalescas de las expresiones locales. Por una parte el oficialismo, asume un rol nacionalista y progresista del que excluye a la oposición y hasta resulta que Pino Solanas es un liberal “derechoso”, según los adláteres del matrimonio presidencial. La oposición, para no quedarse atrás, tilda cualquier medida de inconstitucional, inapropiada y autoritaria, sin importar que sea una resolución sobre el sistema de pesas y medidas. No cabe duda que son ejemplos inequívocos de maniqueísmo, solo que en lugar de merecer un sitio en las enciclopedias de política mundial , solo merecen un verso en el Cambalache de Discépolo.