lunes, 1 de febrero de 2021

(Des) Balance 2020, un año para recordar




Luego de una larga pausa vuelvo al Blog para retomar estas reflexiones que comparto con quienes gentilmente se prestan a leerme. Se dice que lo que realmente enseña a las personas no son las épocas de bonanza sino las crisis, este 2020 nos cayo una crisis del cielo nunca antes vista (digo cielo como podría decir infierno, karma, probabilidad, et.). Volviendo a las enseñanzas, tenemos que recordar que las crisis nos enseñó un muchas cosas, y no todos tomamos conciencia de que teníamos delante. Está claro que la crisis la produjo la Pandemia de COVID, pero en realidad esta solo tenía una dimensión sanitaria, la crisis producida por  el virus tuvo muchas mas dimensiones y excede al espacio de estos artículos hacer un análisis de todas ellas; por lo tanto analizaremos solo algunos aspectos que a mi entender son los mas relevantes.       

El primer aspecto no puede ser otro que el político, donde una cronología de las decisiones hechas públicas por el gobierno y la oposición nos brindan el marco inicial de análisis. La primera actitud del gobierno fue minimizar la dimensión sanitaria del COVID (esto en boca del ministro de salud de la Nación), cuando se vio la magnitud de la pandemia se definió una prioridad: La salud de la población; y se trazó una estrategia sanitaria: Cuarentena y aislamiento. Hasta ahí la oposición no dijo nada y hasta acompañó muchas medidas. Pasado un tiempo, los problema económicos y errores de gestión llevaron a producir distintas visiones de que debería hacerse, el gobierno mantuvo su prioridad y su estrategia, mientras que la oposición planteó priorizar la economía y cambiar la estrategia basada en cuarentena y aislamiento. Desde ese momento se volvió a plantear una confrontación entre gobierno y oposición que dividió posturas respecto a cualquier tema (salvo el tema de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, donde la división fue transversal al gobierno y a la oposición). La cuarentena y el aislamiento generó un rechazo que se manifestó en una abierta desobediencia a las disposiciones gubernamentales que terminaron siendo “recomendaciones” y apelación a una conciencia individual de cuidarse y cuidar a los otros. La aparición de varias vacunas cambió la visión del gobierno, que planteó una nueva normalidad basada en la inmunidad que traería una vacunación masiva, pero la imposibilidad de hacerlo en corto plazo (en parte por problemas de producción de vacunas a nivel mundial) volvió a generar polémicas sobre el tipo de vacuna, la predisposición de la gente a vacunarse, etc. En este aspecto se pudo ver el conflicto entre las posición del gobierno y la oposición, donde el primero trataba de ocultar problemas de comunicación y de gestión, y el segundo generaba crítica y oposición sistemática (fundamentada o no). Como síntesis de el manejo político de la crisis quedaron expuestos varios problemas de gestión y de comunicación del gobierno, quien descuidó y gestionó mal varios aspectos de otras áreas afectadas por la pandemia que no eran estrictamente sanitarias. Incluso priorizó una visión partidista por sobre lo que tendrían que haber sido políticas de estado y creación de consensos para superar la crisis planteada por la pandemia.  La oposición fue el espejo de las acciones del gobierno planteando un rechazo a las medidas gubernamentales basadas en la búsqueda de diferenciación y en el mantenimiento de una confrontación que la beneficie en las próximas elecciones. 

El segundo aspecto relevante de la crisis fue el económico, donde se evidenció una total falta de planificación de la crisis, y como si solo existieran capital y trabajo, el gobierno anunció ante la crisis subsidios y créditos, el resto de las medidas solo apuntaron a “tirar para mas adelante“ los problemas de falta de consumo y falta de producción. Las medidas de auxilio permitieron subsistir a  las empresas con capacidad de endeudarse y salir de ese endeudamiento en el largo plazo, las actividades económicas con escaso capital de reserva, poca capacidad de endeudamiento y la necesidad de un horizonte de recuperación corto no sobrevivirán a la crisis. El problema es que este sector abarca a gran cantidad de pymes del sector servicios, donde se radica mayoritariamente el empleo los sectores de menores ingresos que son mas propensos a caer en la pobreza  o la indigencia (sectores con pocos ahorros y son capacidad de endeudarse). Las medidas actuales como la prohibición de despido, el descongelamiento de las tarifas y la presión impositiva, harán que muchas empresas profieran quebrar y no continuar con un endeudamiento que las haga perder los pocos restos de su capital. Así se generará una baja de ingresos de los trabajadores de esos sectores económicos que reducirán la demanda, y como los bienes que estos sectores demandan tienen muy poca elasticidad (sumado a que las empresas prefieren perder a ganar menos) tendremos el riesgo de volver al fenómeno de “estanflación” donde por presión de la demanda cae el consumo  (una de las formas de crecimiento) y aumenta la inflación (los formadores de precios aumentan el valor de los productos para compensar la disminución de ventas). Si bien uno puede coincidir con el gobierno en que la política condiciona muchos aspectos de la economía, existen límites a esos condicionamientos, no reconocerlos es igual de peligroso que negarlos. 

El tercer aspecto importante de la crisis es la educación, sobre todo si se la piensa como el conjunto de conocimiento internalizado por la población que se transmite de generación a generación, adaptándose a las características de las distintas épocas y abarcando no solo saberes sino valores. Definida así la educación,fuimos espectadores de la falta de una política educativa por parte del gobierno (algo de lo que también carecían varios gobiernos anteriores), estábamos en presencia de un sistema educativo que en lugar de compensar las diferencias sociales, las ahondaba: y la pandemia las profundizó aún mas, ya que la no presencialidad requiere acceso a bienes y servicios tecnológicos. Se puso de manifiesto así, la falta de gestión gubernamental en el área educativa (algo común a todos los últimos gobiernos), reduciendo su discurso a temas sobre la necesidad de la presencialidad y en como volver al dictado presencial de clases, pero no administró la crisis. La oposición también jugó para sus propios intereses, encontrando temas de discusión que dejaban de lado los verdaderos problemas de la educación, poniendo ejemplos de otros países que cuentan con recursos que no se disponen y situaciones socio-económicas muy diferentes. Nadie consultó a los alumnos, a los docentes (la mayoría de los gremios dieron muestras de responder mas a intereses político partidarios, que a sus representados) o a los padres, la educación se siguió discutiendo a puertas cerradas entre quienes ni educan ni son educados.

Estos tres aspectos de la crisis analizados solo en su parte fundamental (a mi criterio) me permiten decir que el 2020 lejos de ser una año para olvidar, es un año para recordar porque nos mostró la falta de capacidad de una dirigencia política para llevar a cabo políticas de estado consensuadas que nos permitan vislumbrar un futuro mejor para todos los argentinos.