miércoles, 10 de enero de 2018

El manifiesto de la Deneuve


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Un manifiesto publicada en el diario Le Monde, firmado por personalidades de la cultura francesa, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, icono del cine francés. La publicación provocó diversas reacciones en Francia y otros países, lo que ha puesto de manifiesto que existen visiones contrapuertas de las formas de violencia sexual, sin dejar de reconocer que la violencia de género (no solo contra mujeres, sino personas trans u otros que asumen elecciones sexuales no “tradicionales”) es una conducta que debe ser erradicada de la sociedad humana. Dicho esto, hay que reconocer que también existen excesos entre quienes quieren producir cambios, circunstancias que son aprovechadas por fundamentalistas morales tipo “Dios, patria y Familia”, para buscar una legitimidad que no poseen; así la libertad sexual podría ser limitada ya que su expresión puede ser “ofensiva” o asociarse a violencia de género.
Estas formas de ser “políticamente correcto” esconden traumas que harían las delicias de generaciones de terapistas. Pero no pretendo realizar un análisis sociológico del tema sino presentar en una forma mas textual este menifiesto.

El manifiesto completo:
La violación es un crimen. Pero el coqueteo insistente o torpe no es un crimen, ni la galantería es una agresión machista.
Como resultado del caso Weinstein, ha habido una conciencia legítima de la violencia sexual contra las mujeres, particularmente en el lugar de trabajo, donde algunos hombres abusan de su poder. Ella era necesaria. Pero esta liberación de la palabra se convierte hoy en su opuesto: ¡Nos ordenan hablar, a silenciar lo que enoja, y aquellos que se niegan a cumplir con tales órdenes se consideran traidoras, cómplices!
Pero es la característica del puritanismo tomar prestado, en nombre de un llamado bien general, los argumentos de la protección de las mujeres y su emancipación para vincularlas a un estado de víctimas eternas, pobres pequeñas cosas bajo la influencia de demoníacos machistas, como en los tiempos de la brujería.
Supresiones y acusaciones
De hecho, #metoo ha provocado en la prensa y en las redes sociales una campaña de denuncias públicas de personas que, sin tener la oportunidad de responder o defenderse, fueron puestas exactamente en el mismo nivel que los delincuentes sexuales. Esta justicia expedita ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su profesión, obligados a renunciar, etc.; mientras que ellos solo se equivocaron al tocar una rodilla, tratar de robar un beso, hablar sobre cosas “íntimas” en una cena de negocios, o enviar mensajes sexualmente explícitos a una mujer que no se sintió atraída por el otro.
Esta fiebre para enviar a los “cerdos” al matadero, lejos de ayudar a las mujeres a empoderarse, en realidad sirve a los intereses de los enemigos de la libertad sexual, los extremistas religiosos, los peores reaccionarios y los que creen -en nombre de una concepción sustancial de la moralidad buena y victoriana- que las mujeres son seres “separados”, niñas con una cara de adulto, que exigen protección.
Del otro lado, se convoca a los hombres a encontrar, en lo más profundo de su conciencia retrospectiva, un “comportamiento fuera de lugar” que podrían haber tenido hace diez, veinte o treinta años, y del cual deberían arrepentirse. La confesión pública, la incursión de fiscales autoproclamados en la esfera privada, que se instala como un clima de sociedad totalitaria.
La ola purificadora parece no conocer ningún límite. Allí, censuramos un desnudo de Egon Schiele en un póster; pedimos la eliminación de una pintura de Balthus de un museo con el argumento de que sería una apología de la pedofilia; en la confusión del hombre y la obra, pedimos la prohibición de la retrospectiva de Roman Polanski en la Cinémathèque (Cinemateca Francesa) y obtenemos la postergación de la muestra dedicada a Jean-Claude Brisseau. Una académica considera que la película de Michelangelo Antonioni Blow-Up es “misógina” e “inaceptable”. A la luz de este revisionismo, ni John Ford (La prisionera del desierto) ni incluso Nicolas Poussin (El rapto de las sabinas) quedan a salvo.
Los editores ya piden que los personajes masculinos sean menos “sexistas”, que hablemos de sexualidad y amor con menos desproporción, o que garanticemos que el “trauma experimentado por los personajes femeninos” sea ¡más obvio! ¡Al borde del ridículo, un proyecto de ley en Suecia quiere imponer un consentimiento explícitamente notificado a cualquier candidato para tener relaciones sexuales! En cualquier momento dos adultos que quieran dormir juntos consultarán primero en una “aplicación” de su teléfono un documento en el que estarán debidamente enumeradas las prácticas que aceptan y las que rechazan.
La libertad indispensable para ofender
El filósofo Ruwen Ogien defendió una libertad de ofensa indispensable para la creación artística. De la misma manera, defendemos una libertad para importunar, indispensable para la libertad sexual. Ahora estamos suficientemente advertidas para admitir que el impulso sexual es por naturaleza ofensivo y salvaje, pero también somos lo suficientemente clarividentes como para no confundir el coqueteo torpe con el ataque sexual.
Sobre todo, somos conscientes de que la persona humana no es monolítica:una mujer puede, en el mismo día, dirigir un equipo profesional y disfrutar siendo el objeto sexual de un hombre, sin ser una puta ni una vil cómplice del patriarcado. Puede asegurarse de que su salario sea igual al de un hombre, pero no sentirse traumatizada para siempre por un manoseador en el metro, incluso si se considera un delito. Ella incluso puede considerarlo como la expresión de una gran miseria sexual, o como si no hubiera ocurrido.
Como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio hacia los hombres y la sexualidad. Creemos que la libertad de decir no a una propuesta sexual no existe sin la libertad de importunar. Y consideramos que debemos saber cómo responder a esta libertad para importunar de otra manera que encerrándonos en el papel de la presa.
Para aquellas de nosotras que hemos elegido tener hijos, creemos que es mejor criar a nuestras hijas para que estén informadas y sean lo suficientemente conscientes como para vivir sin intimidación ni culpabilidad.
Los incidentes que pueden tener relación con el cuerpo de una mujer no necesariamente comprometen su dignidad y no deben, por muy difíciles que sean, convertirla necesariamente en una víctima perpetua. Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable. Y esta libertad que valoramos no está exenta de riesgos o responsabilidades.


PD. En su momento fuí uno de los tantos que se ratoneo con la Catherine Deneuve actriz protagonista de “Belle de jour”, ahora me deleito con el pensamiento de una extraordinaria mujer.




lunes, 1 de enero de 2018

¡¡¡ Feliz 2018 !!!


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Para no desentonar con la costumbre, hay que desear que el próximo año sea mejor que el que pasó. Pero ¿Hay razones para suponer que el 2018 será mejor que el 2017?
Creo que el 2018 tendrá crecimiento económico, pero no desarrollo económico; lo que en buen romance significa que va a haber mas plata dando vueltas, pero no va a ir a los bolsillos de la mayoría de la gente.
Posiblemente haya mayor presupuesto para acción social, pero la conflictividad social será mayor. La convivencia política será mas difícil y lo que se ha dado en llamar “la grieta” crecerá.
El gobierno ha convertido al “gradualismo” en una práctica rutinaria: gradualismo de reducción del gasto público, gradualismo en la aplicación de medidas para paliar la inseguridad, gradualismo en el tratamiento de la marginalidad (no la confundamos con pobreza, de la pobreza se sale con plata, para salir de la marginalidad se requiere mucho mas), gradualismo en el re ordenamiento del estado, en síntesis gradualismo para todo.
Pero como toda receta mágica que dice servir para todo, suele producir mas problemas que los que soluciona.
La solución gradual de los problemas económicos fruto de los desajustes de las principales variables: inflación, déficit fiscal, desempleo (acá sin hacer la trampa de poner como empleados a los asistidos en cooperativas de trabajo o despedidos que se inscriben en el mono tributo para poder hacer changas), endeudamiento externo, déficit de balanza económica (sin el truco de no incluir el endeudamiento), encarecimiento del crédito, etc.; tiende a reducir el impacto de cualquier ajuste (ortodoxo o heterodoxo), pero prolongar el desajuste genera que los decisores económicos busquen opciones de corto plazo, alta rentabilidad y bajo riesgo (la inversión busca colocaciones financieras especulativas y el consumo compras baratas en el exterior).
El gasto social, que ha superado el de presupuestos anteriores, no ha producido cambios significativos en el tejido de los sectores marginados. Allí, se sigue viendo las viejas políticas de asistencialismo, la intervención de “mediadores sociales” (una nueva clase de lumpen que en nombre de la ayuda social medran recursos sin cambiar las condiciones estructurales de la marginalidad), la ineficacia de los gestores sociales, la ineficiencia en la administración del gasto social (medido en porcentaje de los TODOS los gastos de gestión respecto del gasto total) y sobre todo que nada o muy poco realmente cambia en las estructuras sociales de los marginados.
La gestión del estado presenta claros y sombras, personas con una gran capacidad de gestión rodeados de segundas líneas ineficaces, o personas con nula capacidad de gestión al frente de segundas líneas muy preparadas; pero en resumen el saldo de la gestión es escasamente suficiente. En seguridad se ha mantenido estructuras y metodologías de anteriores administraciones, que ya fracasaron. En medio ambiente, no se ha visto que se haya hecho nada. En educación se sigue con muchas ideas y pocas realizaciones concretas que cambien de forma radical un deterioro a todas luces innegable. En defensa el saldo es evidentemente negativo, aún sin traer a colación el hecho del ARA San Juan. En administración de justicia, suele haber mas anuncios de cambios que cambios concretos. Sin dejar de reconocer una mejora en la transparencia de la gestión en muchos sectores, los conflictos de intereses que se han producido hacen fracasar aquella premisa que no solo hay que ser honesto, sino que hay que parecer ser honesto. Como síntesis de la gestión de gobierno se podría decir aquello de que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones” y la gradual mejora de viejos problemas termina diluyéndose en los nuevos problemas.
Un último aspecto del actual gobierno es la cultura, entendida esta como forma de ser de la sociedad y no como hecho artístico. La sociedad está inmersa en una gran crisis de valores, donde el pragmatismo materialista desplaza a la ética, el relativismo se impone a una escala de valores basados en ciertas creencias firmes (que no tienen que ser uniformes o iguales para todos), la mediocridad de los objetivos personales (mayoritariamente consumistas) impide la búsqueda de metas trascendentes, la violencia irracional remplaza al debate y la aceptación de las diferencias, la convivencia armónica se empaña por clasismo y racismo, la pérdida progresiva de valores trascendentes, sean estos religiosos o laicos y por sobre todo la pobreza intelectual que se instala en todos los niveles sociales, haciendo realidad el planteo de José Ingenieros en su obra “El hombre mediocre”.
Todo esto, amigo lector, es con lo que nos puede joder la vida el gobierno para el año próximo, por eso les deseo, que disfruten con, y a, sus seres queridos, que disfruten, si pueden, hacer aquello que aman (trabajo, hobby, deporte o arte), que disfruten pensar y amar, y que no les falte un amigo y algo de tiempo para compartir cosas; así podrán pasar en FELIZ 2018.