miércoles, 21 de abril de 2021

La pelea por la presencialidad se olvida de la educación



Siempre creí que uno debe mantenerse al margen de disputas inútiles en un contexto de mucha gravedad, pero es imposible no indignarse ante una pelea por intereses sectoriales, egos, ambiciones personales y mucho mas. Mi indignación abarca al gobierno  y al partido mayoritario de la oposición, asisto perplejo a una pelea que desnuda lo peor de la política partidaria, las ambiciones personales por sobre los intereses superiores de la Nación. 

Hoy el gobierno se adjudica el derecho de intervenir en decisiones que son potestad de los estados provinciales sobre áreas en las cuales había resignado su derecho. La responsabilidad sobre la educación de los ciudadanos fue transferida del gobierno federal a los gobiernos provinciales, hoy el gobierno se arroga un derecho al que renunció aduciendo razones sanitarias, que no fueron previamente avaladas por algunos de sus funcionarios. Además lo realiza sin llegar a un consenso de partes. La autoridad emana del reconocimiento de quienes se someten a ella, sino es solo autoritarismo. Eso es en esencia el DNU emitido por el gobierno nacional, mas preocupado por recuperar una imagen desgastada por su mala gestión de la pandemia ante la proximidad de las elecciones de medio tiempo. 

Nadie duda que existe como objetivo de la coalición de gobierno producir grandes cambios en muchas instituciones del estado, en especial la Justicia, objetivo que requiere mayorías parlamentarias, y en caso de perder las próximas elecciones no podría lograrlo. En pos de ese objetivo el gobierno se aferró a la buena imagen inicial que obtuvo cuando comenzó la pandemia, tomando medidas consultadas y consensuadas, e intentó capitalizar políticamente esas medidas iniciales quitando protagonismo a otros gobiernos provinciales. 

La mayoría de las acciones que llevó a cabo para logar esto se volvieron en su contra, ya sea por una mala gestión de las medidas o por lo inapropiada de estas. Las causas de las medidas inapropiadas radicaron en no contemplar la integralidad y diversidad de los destinatarios de las medidas. Como ejemplo tomemos el cierre total de actividades en lugares donde todavía no había llegado el virus, en el mismo sentido, una mala administración del control sanitario de la circulación de personas, permitió que el virus llegara a poblaciones alejadas de los centros muy poblados donde este ya circulaba. Sumado a aspectos meramente sanitarios, se tomaron medidas que afectaron la actividad económica, social, cultural y educativa. 

Priorizar las medidas sanitarias sobre las otras actividades fue una medida acertada en el primer momento donde existía un gran desconocimiento del virus, su tratamiento y las formas eficaces de prevenirlo. Pero pasado esa etapa inicial, subordinar los otros aspectos de la actividad de la sociedad, carecía de sentido. Así se resintió la economía, la vida social y cultural de la personas , y sobre todo la educación.

Antes de enfocarnos en la educación hay que señalar la actitud de la principal coalición de oposición, que en forma sistemática cuestionó el accionar del gobierno, incluso cuando se tomaron medidas en consenso con autoridades de su mismo signo político. La irracionalidad de sus cuestionamientos y acciones, no solo comprometió medidas que eran necesarias y cuya naturaleza no eran de su incumbencia (elección de vacunas, formulación de planes de asistencia, selección de consultores, etc.). La irracionalidad opositora llegó a comprometer la salud de sus adherentes convocando marchas y protestas donde la cantidad de personas cantando y gritando, a pesar de ser un espacio abierto, exponía a todos ellos al contagio del virus (en esto el propio gobierno y varias organizaciones sociales no le fueron en zaga). 

En el contexto descripto la educación fue una de las actividades que mas se resintió, pero no puede adjudicarse esto a la no presencialidad, pues la educación y el sistema educativo estaba y estuvo en crisis durante las últimas cuatro décadas, al menos de las que puedo dar testimonio personal como docente frente a alumnos.

Sobre lo primero que hay que enfatizar es que la educación no entró en crisis por la pandemia, la educación ya estaba en crisis y la pandemia lo puso de manifiesto en forma palmaria. Si pensamos la educación  desde el punto de vista de insumos y productos (algo que plantea la Red Iberoamericana de Ciencia y Técnica – RiCyT), los insumos de la educación son instalaciones e instrumentos educativos y personal docente y directivo. Las instalaciones son insuficientes y se carece de instrumentos educativos de calidad en cantidad suficiente. El personal docente frente a alumnos esta mal pago, mal capacitado y mal considerado por la sociedad, y el personal directivo, suma a las anteriores carencias un sistema de designaciones muy poco trasparente. Los estudiantes que son el objeto del sistema enfrentan un sistema que acentúa las desigualdades económicas y sociales existentes, no perciben a la educación como un ámbito de superación personal y generadora de oportunidades laborales y personales, y mayoritariamente no cuentan con entornos que valoricen sus logros educativos. Cualquier análisis empírico puede demostrar esto y mostrar que el deterioro que se observa continuará a menos que cambien las condiciones señaladas.

La pandemia obligó a suspender la presencialidad, lo que generó un sinnúmero de problemas cuyas causas son las anteriormente citadas. Si hacemos un  pequeño inventario de problemas y sus causas veremos como esto se pone de manifiesto. La presencialidad requiere que se respeten las distancias entre las personas, dos metros como mínimo, lo cual lleva a que 10 alumnos requieran un espacio aproximado de 40 metros cuadrados, o sea como mínimo un aula de 5 metros por 8, para duplicar esa cantidad necesitaríamos un aula de 8 por 10 metros y para 40 alumnos un aula de 10 por 16 metros. La mayoría de las aulas pueden contener de 10 a 20 alumnos, pero la matrícula ronda los 40 (aproximadamente). Por lo tanto una presencialidad del 100% de los alumnos no es posible a menos que tengamos mayor infraestructura y mayor número de cursos con menos alumnos, lo que requiere mas aulas. De este modo analizando numéricamente en forma grosera, queda en evidencia que se carece de infraestructura para un desarrollo normal de la presencialidad que contemple los protocolos básicos no existe infraestructura. Lo cual también atenta contra un buen aprovechamiento de la relación alumno docente en condiciones normales. 

Los instrumentos educativos también son insuficientes dado que en un contexto de restricción de ciertas actividades, (acceso a bibliotecas, reuniones de estudio y realización de trabajos prácticos, etc) se requiere realizar tareas en forma virtual, para lo cual se necesitan equipos de computación y conectividad, la cual se carece tanto por parte de los docentes (casi un 50% de los docentes carece de un equipo adecuado de uso exclusivo con buena conectividad), como de los alumnos (aquí también se pone en evidencia como las desigualdades económicas afectan la educación). Si requerir un mayor análisis se evidencia que el sistema educativo carece de instrumentos educativos basados en TICs. 

Respecto de los decentes, la mayoría de ellos no recibió capacitaciones sobre uso de recursos virtuales (mas del 50 % señalo en una encuesta realizada por CETERA que necesitaría capacitación en este tema) e instrumentos TICs, no solo para una enfrentar la no presencialidad sino para incorporar elementos significativos en sus asignaturas y superar algunos problemas de ausentismo. Como tema adicional, los ciclos inicial y secundario cuentan con decentes que poseen tres años de formación terciaria, frente a otros países cuyos docente tienen 5 años de formación universitaria. El salario docente de los primeros años se ubica por debajo del indice de pobreza, lo que implica que una persona se forma y trabaja para ser pobre, esto no resiste el menor análisis racional. No considero que sea necesario aportar mas elementos para concluir que el personal docente frente a alumnos lo hace mal pago, mal considerado por la sociedad y sin los elementos formativos e instrumentales para desarrollar su tarea. 

El caso del personal directivo y auxiliar de los establecimientos educativos y del sistema de supervisión y administración educativa, también adolece de los mismos problemas ya que no existen carreras especificas para formar a dicho personal, que se capacita mediante cursos, diplomaturas o maestrías que no otorgan competencias profesionales. La remuneración que perciben en relación a sus responsabilidades y carga horaria,es mucho menos que irrisoria y difieren muy poco de quienes solo ejercen la tarea docente (solo se incrementada por adicionales no remunerativos poco significativos). Por lo tanto el personal directivo carece de formación profesional específica y no esta remunerado en consecuencia.  

Un último análisis de los factores que influyen en la educación es el contexto social en que se inserta el sistema educativo, donde mas del 50% de los niños que asisten a el son pobres, donde las familias monoparentales carecen de recursos para garantizar la continuidad de las tareas educativas que se desarrollan en los hogares (ya sea por falta de recursos económicos o de tiempo), donde se ve a la escuela como comedor o guardería de niños, donde se considera a los docentes en forma despectiva ya sea por su bajo nivel de ingresos o de formación.           

En definitiva la discusión sobre la presencialidad no solo está teñida de intereses espurios, conveniencias partidarias y no tiene en cuenta la educación de los jóvenes, la cual no necesita de una pandemia para estar en crisis. Mis mas de cuarenta años de docencia me hicieron presenciar una decadencia en donde la pandemia solo puso de manifiesto las miserias de algunas personas que disfrutan de una mísera cuota de poder.


domingo, 21 de marzo de 2021


Los seres humanos nos hemos ordenado después de respondernos a preguntas que nos angustian, la primera es ¿Existe la vida después de la muerte? Las respuestas que nos hemos dado llegaron a transformarse en religiones , sistemas de vida o, incluso, regímenes políticos, por ello creo que plantearnos como será nuestra vida después del COVID nos permitiría pensar en una nueva forma de ordenar nuestras vidas.

Al momento de escribir esto, la Universidad de Johns Hopkins reporta 2.711.000 fallecidos en todo el mundo, todavía ignoramos mas de lo que sabemos respecto al virus causante de la pandemia y aún no puede afirmarse cuando terminará. Las vida cotidiana de todos nosotros cambió desde marzo del año pasado y posiblemente cambie mas cuando se termine la pandemia de COVID. Posiblemente los viajes tengan nuevos protocolos sanitarios (pasaporte, certificado de vacunación, chequeo de fiebre, etc.), nuestra vida cotidiana incluirá hábitos de higiene (nos lavaremos mas las manos, compartiremos menos el mate, cambiaremos la ropa que usamos en la calle para estar en casa, etc.) y enfrentaremos crisis económicas que agravará mas las desigualdades existentes (caída del consumo, pérdida de empleos, menor actividad económica, etc.). En ese escenario no se ha vislumbrado en Argentina una dirigencia política que esté a la altura de los desafíos que se nos presentará en la futura post pandemia.

La conducta de nuestra dirigencia política no nos permite suponer que se logre superar los problemas citados, porque hemos visto que sus conductas ante la crisis sanitaria no mostró las cualidades esperadas por un gran conjunto de la sociedad. Las conductas iniciales que priorizar la lucha contra pandemia frente a divisiones partidarias o intereses económicos, no se sostuvieron cuando la percepción de la sociedad dividió preferencias que no siguieron las divisiones políticas , sino la gestión de la crisis. En esto no se diferenciaron gobierno y oposición. Quienes emergieron por racionalidad y gestión fueron atacados desde los sectores contrarios y desde los propios. Quienes no se destacaron por obtener resultados culparon primero a la pandemia y cuando no pudieron sostener su mala gestión trajeron a escena viejos conflictos (en realidad plantear que otros lo hubieran hecho peor es contrafáctico) y culparon a otros (la oposición si eran gobierno, o al gobierno si eran oposición). 

Lo cierto es que el futuro plantea algunos problemas que deben solucionarse para que el país pueda retomar un camino de progreso futuro. El primer problema a enfrentar es el sanitario, alcanzar una inmunidad de rebaño implica que el 70% de la población se vacune, eso implica vacunar a 30 millones de personas (60 millones de vacunas para las 2 dosis), hacerlo solo a los grupos vulnerables  y esenciales para reducir la presión sobre el sistema sanitario requeriría vacunar a 12 millones(24 millones de vacunas para las 2 dosis), hasta el momento se cuenta con  aproximadamente  5 millones de dosis  lo que permitiría inmunizar a 2 y medio millones de personas, solo el 20% de la población de riesgo.  Al problema de la cantidad de vacunas hay que sumar la logística de vacunación, hasta hoy se aplicaron casi 3 millones de vacunas (solo 500.000 personas con las 2 dosis). El gobierno plantea como objetivo vacunar a 3 millones de personas por mes, lo que lleva a inmunizar a la población de riesgo en 8 meses (terminaría en diciembre de 2021) si mañana se comenzara a vacunar el ritmo que se plantea como objetivo, la inmunidad de rebaño se lograría   dentro de 20 meses (para octubre de 2022) y mientras tanto se retazan tratamientos, el sistema de salud público disminuye su capacidad de atención a otras patologías y las condiciones socio-ambientales para la contención de contagios (falta de agua potable, hacinamiento poblacional, falta de cloacas, contaminación ambiental, mala nutrición, etc.)no cambia o mas bien tiende a agravarse. 

El segundo problema es el económico, partiendo de lo mas simple que es la caída de la actividad económica por las restricciones que impuso el confinamiento. A estos se suma los gastos que generó la pandemia no solo en lo sanitario, sino en lo asistencial los cuales no tuvieron financiamiento por utilización de reservas, sino por la generación de déficit fiscal. Si a los anteriores hechos se suma la falta de financiamiento externo, obtenemos que habrá mayor emisión, la cual generará una depreciación monetaria del peso, aumento del valor de las importaciones y finalmente mayor inflación. Este circulo pernicioso, solo puede eliminarse con mayor producción y generación de recursos exportables que mediante una balanza de pagos positiva compense el déficit fiscal. Allí el principal problema es que el insumo esencial de la inversión  no es el capital sino la confianza, nadie invierte si no tiene confianza en que obtendrá beneficios por su inversión. La conducta del gobierno y la oposición, en  un clima de enfrentamientos que hace que no se generen certidumbres a largo plazo, es la causa de desconfianza por parte de los inversores, ya que un plan de promoción puesto en marcha por el gobierno y que atraiga inversiones, no podría ofrecer garantías de mantenerse en caso de cambiar el gobierno, sobre todo por que el gobierno cambió planes de había realizado el gobierno anterior. 

El tercer problema es la situación social, donde el desempleo producto de la baja actividad económica, la mayor marginalidad de sectores que estaban en la pobreza, las migraciones sin control, el aumento de la inseguridad, el narcotráfico, el consumo de alcohol o paco, sumados a otros factores crean un clima de desasosiego a la población que descree de un mejor futuro. A consecuencia de lo anterior se genera mayor violencia, éxodos de los mas preparados y deterioro de las calidad de vida.

Otro problema y quizás el mas importante a largo plazo es la educación, la cual antes de la pandemia era muy mala (sobre todo en función de los resultados que se obtenían y que fueron medidos en distintas evaluaciones) y ahora no solo tuvo que superar las limitaciones que impuso el aislamiento sino que no contó con el apoyo que se requería para superar las desigualdades existentes en la sociedad.  

Este planteo me pone a replantearme la pregunta inicial ¿Como será la vida después del COVID? Ya que la vida continuará de todas formas pero será una vida muy difícil en una Argentina con esta dirigencia política. 

          

lunes, 1 de febrero de 2021

(Des) Balance 2020, un año para recordar




Luego de una larga pausa vuelvo al Blog para retomar estas reflexiones que comparto con quienes gentilmente se prestan a leerme. Se dice que lo que realmente enseña a las personas no son las épocas de bonanza sino las crisis, este 2020 nos cayo una crisis del cielo nunca antes vista (digo cielo como podría decir infierno, karma, probabilidad, et.). Volviendo a las enseñanzas, tenemos que recordar que las crisis nos enseñó un muchas cosas, y no todos tomamos conciencia de que teníamos delante. Está claro que la crisis la produjo la Pandemia de COVID, pero en realidad esta solo tenía una dimensión sanitaria, la crisis producida por  el virus tuvo muchas mas dimensiones y excede al espacio de estos artículos hacer un análisis de todas ellas; por lo tanto analizaremos solo algunos aspectos que a mi entender son los mas relevantes.       

El primer aspecto no puede ser otro que el político, donde una cronología de las decisiones hechas públicas por el gobierno y la oposición nos brindan el marco inicial de análisis. La primera actitud del gobierno fue minimizar la dimensión sanitaria del COVID (esto en boca del ministro de salud de la Nación), cuando se vio la magnitud de la pandemia se definió una prioridad: La salud de la población; y se trazó una estrategia sanitaria: Cuarentena y aislamiento. Hasta ahí la oposición no dijo nada y hasta acompañó muchas medidas. Pasado un tiempo, los problema económicos y errores de gestión llevaron a producir distintas visiones de que debería hacerse, el gobierno mantuvo su prioridad y su estrategia, mientras que la oposición planteó priorizar la economía y cambiar la estrategia basada en cuarentena y aislamiento. Desde ese momento se volvió a plantear una confrontación entre gobierno y oposición que dividió posturas respecto a cualquier tema (salvo el tema de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, donde la división fue transversal al gobierno y a la oposición). La cuarentena y el aislamiento generó un rechazo que se manifestó en una abierta desobediencia a las disposiciones gubernamentales que terminaron siendo “recomendaciones” y apelación a una conciencia individual de cuidarse y cuidar a los otros. La aparición de varias vacunas cambió la visión del gobierno, que planteó una nueva normalidad basada en la inmunidad que traería una vacunación masiva, pero la imposibilidad de hacerlo en corto plazo (en parte por problemas de producción de vacunas a nivel mundial) volvió a generar polémicas sobre el tipo de vacuna, la predisposición de la gente a vacunarse, etc. En este aspecto se pudo ver el conflicto entre las posición del gobierno y la oposición, donde el primero trataba de ocultar problemas de comunicación y de gestión, y el segundo generaba crítica y oposición sistemática (fundamentada o no). Como síntesis de el manejo político de la crisis quedaron expuestos varios problemas de gestión y de comunicación del gobierno, quien descuidó y gestionó mal varios aspectos de otras áreas afectadas por la pandemia que no eran estrictamente sanitarias. Incluso priorizó una visión partidista por sobre lo que tendrían que haber sido políticas de estado y creación de consensos para superar la crisis planteada por la pandemia.  La oposición fue el espejo de las acciones del gobierno planteando un rechazo a las medidas gubernamentales basadas en la búsqueda de diferenciación y en el mantenimiento de una confrontación que la beneficie en las próximas elecciones. 

El segundo aspecto relevante de la crisis fue el económico, donde se evidenció una total falta de planificación de la crisis, y como si solo existieran capital y trabajo, el gobierno anunció ante la crisis subsidios y créditos, el resto de las medidas solo apuntaron a “tirar para mas adelante“ los problemas de falta de consumo y falta de producción. Las medidas de auxilio permitieron subsistir a  las empresas con capacidad de endeudarse y salir de ese endeudamiento en el largo plazo, las actividades económicas con escaso capital de reserva, poca capacidad de endeudamiento y la necesidad de un horizonte de recuperación corto no sobrevivirán a la crisis. El problema es que este sector abarca a gran cantidad de pymes del sector servicios, donde se radica mayoritariamente el empleo los sectores de menores ingresos que son mas propensos a caer en la pobreza  o la indigencia (sectores con pocos ahorros y son capacidad de endeudarse). Las medidas actuales como la prohibición de despido, el descongelamiento de las tarifas y la presión impositiva, harán que muchas empresas profieran quebrar y no continuar con un endeudamiento que las haga perder los pocos restos de su capital. Así se generará una baja de ingresos de los trabajadores de esos sectores económicos que reducirán la demanda, y como los bienes que estos sectores demandan tienen muy poca elasticidad (sumado a que las empresas prefieren perder a ganar menos) tendremos el riesgo de volver al fenómeno de “estanflación” donde por presión de la demanda cae el consumo  (una de las formas de crecimiento) y aumenta la inflación (los formadores de precios aumentan el valor de los productos para compensar la disminución de ventas). Si bien uno puede coincidir con el gobierno en que la política condiciona muchos aspectos de la economía, existen límites a esos condicionamientos, no reconocerlos es igual de peligroso que negarlos. 

El tercer aspecto importante de la crisis es la educación, sobre todo si se la piensa como el conjunto de conocimiento internalizado por la población que se transmite de generación a generación, adaptándose a las características de las distintas épocas y abarcando no solo saberes sino valores. Definida así la educación,fuimos espectadores de la falta de una política educativa por parte del gobierno (algo de lo que también carecían varios gobiernos anteriores), estábamos en presencia de un sistema educativo que en lugar de compensar las diferencias sociales, las ahondaba: y la pandemia las profundizó aún mas, ya que la no presencialidad requiere acceso a bienes y servicios tecnológicos. Se puso de manifiesto así, la falta de gestión gubernamental en el área educativa (algo común a todos los últimos gobiernos), reduciendo su discurso a temas sobre la necesidad de la presencialidad y en como volver al dictado presencial de clases, pero no administró la crisis. La oposición también jugó para sus propios intereses, encontrando temas de discusión que dejaban de lado los verdaderos problemas de la educación, poniendo ejemplos de otros países que cuentan con recursos que no se disponen y situaciones socio-económicas muy diferentes. Nadie consultó a los alumnos, a los docentes (la mayoría de los gremios dieron muestras de responder mas a intereses político partidarios, que a sus representados) o a los padres, la educación se siguió discutiendo a puertas cerradas entre quienes ni educan ni son educados.

Estos tres aspectos de la crisis analizados solo en su parte fundamental (a mi criterio) me permiten decir que el 2020 lejos de ser una año para olvidar, es un año para recordar porque nos mostró la falta de capacidad de una dirigencia política para llevar a cabo políticas de estado consensuadas que nos permitan vislumbrar un futuro mejor para todos los argentinos.