lunes, 31 de agosto de 2009

Los medios y las necesidades


Casi todos los medios, hablan, opinan o discuten sobre la iniciativa de la nueva ley de medios audiovisuales que propone el gobierno. Si bien se puede reconocer que este proyecto de ley obedece a una disputa de poder entre el gobierno y algunos grupos empresariales que manejan los medios de comunicación, no se puede dejar de reconocer que el marco regulatorio de los medios de comunicación está regido por un decreto de la dictadura militar de los años setenta.

El actual marco regulatorio resulta entonces inadecuado por las siguientes razones: respondió a las necesidades de un gobierno de facto, no incorpora en su articulado la participación de las instituciones de la democracia, es tecnológicamente obsoleta y no incorpora como actores a las organizaciones de la sociedad. Si bien podemos estar de acuerdo o no con el proyecto presentado y las razones que lo motivaron, no podemos dejar de reconocer que es imposible carecer de un marco regulatorio que no incorpore a las nuevas tecnologías, ya que ello crea un vacío legal, tampoco que actores de la vida social e institucional no tengan participación.

Quizás no sea el momento mas oportuno para dar un debate sobre esta ley, pero una demora de casi 30 años en dar un nuevo marco normativo, habilita la creación de un espacio de debate. Es preferible una ley actual y obtenida en un marco institucional democrático, que un decreto obsoleto y fruto de los intereses de una dictadura. En última instancia, la vigencia de la vida democrática permite corregir, modificar o crear una nueva norma, si se está de acuerdo con la ley que se apruebe o si esta no cumple los objetivos propuestos.

domingo, 30 de agosto de 2009

Para Fukuyama que lo mira por TV


Fukuyama perdió de local, el Partido Demócrata de Japón (PDJ, centro) triunfó en las elecciones legislativas obteniendo unos 300 escaños sobre los 480 de la Cámara de Diputados, lo que significa un duro golpe para el Partido Liberal Demócrata (PLD, derecha) en el poder, que tendrá que conformarse con un centenar de escaños.

Parece que el mito liberal se cae en la segunda economía del planeta, en los EEUU, los líderes de las empresas emblemáticas para el neo liberalismo, tuvieron que pedirle auxilio a ese mismo estado al que le reclamaban que no interviniera en la economía. Pareciera que la “muerte de las ideologías”, no fue tanta y que el poco contenido ideológico que sobrevivió al Tsunami liberal de los 90, goza de buena salud.

Lanzo mi idea: fue una utopía soñar con un mundo más justo, con países soberanos, con la soberanía de la democracia real, con gobiernos que representen y ejecuten la voluntad de los pueblos o es una utopía pensar que los mercados son la respuesta a todos los problemas económicos, que el trabajo es solo un componente de la producción de bienes sujeto a los vaivenes de la oferta y la demanda, que los estados eran la fuente de todas las distorsiones que impedían que todos alcanzaran el bienestar y que el capital no acumulaba mas allá de tasas de retorno gobernadas por la racionalidad.

Creo que por más que busquemos explicaciones económicas, sociológicas o políticas, las crisis cíclicas del capitalismo nos demuestran las mentiras de los ideólogos fundamentalistas (o cipayos) de las teorías liberales dominantes, que más que explicar como funciona y puede funcionar la economía, sirven de soporte a las hegemonías mundiales que utilizan la economía como instrumento de poder. Por eso, las crisis muestran despiadadamente la verdad, que no existe una regulación natural en la economía que tienda al equilibrio, sino ciclos en los cuales determinados intereses acumulan poder y riqueza más allá de cualquier límite razonable (suponiendo que la razonabilidad es la tendencia al equilibrio), eso hasta que las tasas de acumulación distorsionan la posibilidad de su propia sustentabilidad.

Estos intereses hegemónicos, han variado en la historia universal, desde la hegemonía personal a la hegemonía anónima del capital trasnacional, el los setenta el demonio era Roquefeler, hoy el CEO de una empresa multinacional no sabe quién es su jefe, solo sabe que tiene que respondes a una junta de accionista que le demandan tasas de ganancias crecientes y a eso se consagra sin importar que tenga que hacer para conseguirlo. Anteriormente los límites a los que se sujetaba una empresa multinacional eran fijados por la política de la empresa, que era fijada y arbitrada por su dueño, o el accionista mayoritario, hoy las políticas empresariales son instrumentos de cohesión empresarial, para aumentar la productividad o mejorar la competitividad de la empresa, y se fija y arbitra en función de sus objetivos de rentabilidad.


Estos intereses limitados por la búsqueda de rentabilidad ejercen una notable influencia en la historia de los pueblos, condicionan su desarrollo, sus economías, el acceso a sus propios recursos, causan guerras, divisiones políticas, entronizan o derrocan líderes y generan corrientes de opinión que les son funcionales. Estos intereses temen más a las limitaciones externas que surgen de la aplicación de las regulaciones de los estados soberanos, que a su propia competencia, por ello generan y apoyan teorías que favorezcan sus intereses.

Estas teorías se oponen a todo tipo de ideología que limite la capacidad de acumulación de los grandes intereses, así los nacionalismos, las izquierdas nacionales o hasta fundamentalismos religiosos representan a quienes coartan las libertades que permiten a estos intereses mantener o aumentar sus niveles de ganancias. De todas las ideologías que estos intereses temen, se destacan aquellas que proponen a los estados como reguladores de la actividad económica, pues si los gobiernos de estos estados surgen de la legítima representación popular su capacidad de control no solo es legítima sino eficaz.

Este proceso o lucha entre las ideologías liberales y regulatorias, se enmarcaba en el concepto de desarrollo histórico que proponía Hegel, el dominio de una ideología se basaba en una tesis, la posición generaba una antítesis y entre las tendencias se establecía un equilibrio histórico de síntesis. Cuando Fukuyama supuso que la caída del comunismo ruso, devendría en una hegemonía mundial única, estable y duradera, planteó que la sucesión de procesos históricos se detendría pues se había llegado al “fin de la historia”. Pero solo ocurrió un nuevo ciclo hegemónico, donde los intereses económicos dominantes acumularon a tasas enormes y en ese proceso se llegó a la crisis económica que puso en evidencia a las desmedidas ambiciones de los grupos económicos concentrados a nivel global. La utopía liberal llegó a su fin, el mundo real no puede existir plenamente sin la intervención regulatoria de los estados conducidos por gobiernos legitimados democráticamente, tengan la ideología que tengan.

martes, 25 de agosto de 2009

Díálogo entre Cooke y Salamanca


Díálogo entre el BB Cooke y René Salamanca (dirigente sindical y político, militante del clasismo revolucionario de los años 60/70 , Secretario General de la seccional Córdoba de SMATA desde el año 1972) desaparecido y asesinado el 24 de marzo de 1976. Extraído de "Nunca he visto otro hombre más vivo que éste", José Pablo Feinmann, Fragmento de "La astucia de la razón", editorial Norma

-"Mirá, Gordo", dijo Salamanca, "el problema es éste: los obreros son peronistas, pero el peronismo no es obrero".


"¿Durante cuanto tiempo te pensaste esa frase, pibe", replico Cooke? "Si el peronismo fuera obrero como los obreros son peronistas, la revolución la haríamos mañana mismo".


"Y si, claro", dijo Salamanca. "Tenemos que conducir la clase obrera al encuentro con su propia ideología, compañero. Que no es el peronismo".


"Estás equivocado", dijo Cooke con una convicción casi tangible. "Eso es ponerse afuera de los obreros. Eso es hacer vanguardismo ideológico, Salamanca. Recordá lo que aconsejaba el barbeta Lenin: hay que partir del estado de conciencia de las masas. ¿Está claro, no? La identidad política de los obreros argentinos es el peronismo. No estar ahí, es estar afuera".


Entonces Cooke dijo: "Me cago en Perón, Salamanca". Agarró de nuevo su vaso, lo golpeó contra la mesa dos o tres veces y dijo: "Más vino aquí"... miró fijamente a Salamanca y dijo: "No sé si he sido claro, compañero".


"Nosotros también, Gordo. Nosotros también nos cagamos en Perón" "Parece que estamos más de acuerdo de lo que creíamos".


"No, compañero. No estamos de acuerdo. Porque ustedes se cagan en Perón de una manera y yo y los peronistas como yo de otra. Porque, para ustedes, compañero, cagarse en Perón es quedarse afuera. Afuera de Perón y de la identidad política del proletariado. Mientras que para nosotros, cagarnos en Perón, es rechazar la obsecuencia y la adulonería de los burócratas del peronismo. Es reconocer el liderazgo de Perón, pero no someternos mansamente a su conducción estratégica. Para nosotros, Salamanca, para mí y para los peronistas como yo, para los peronistas revolucionarios, cagarnos en Perón es crearle hechos políticos a Perón, aun al margen de su voluntad o del que sea su propio proyecto. Para nosotros, Salamanca, para mí y para los peronistas como yo, para los peronistas revolucionarios, cagarnos en Perón es creer y saber que el peronismo es más que Perón. Que Perón es el líder de los trabajadores argentinos, pero que nosotros, los militantes de la izquierda peronista, tenemos que hacer del peronismo un movimiento revolucionario. De extrema izquierda. Y tenemos que hacerlo le guste o no le guste a Perón. Porque si lo hacemos, compañero, a Perón le va a gustar. Porque Perón es un estratega y un estratega trabaja con la realidad. ¿Entendés, Salamanca? Y nosotros le vamos a crear la realidad a Perón. Una realidad que, más allá de sus propias convicciones que son muy difíciles de conocer, Perón va a tener que aceptar. Porque Perón, Salamanca, ya no se pertenece. Quiero decir: lo que no le pertenece es el sentido político último que tiene nuestra historia. Porque Perón, Salamanca, va a tener que aceptar lo que realmente es, lo que el pueblo hizo de él: el líder de la revolución nacional y social en la Argentina. Ésa es, entonces, compañero, en suma, mi manera de cagarme en Perón".

sábado, 22 de agosto de 2009

El “reo” keynesianismo de Boudou


El planteo, que posiblemente sea aceptado por el gobierno, de volver al FMI habla sobre un dudoso neo keynesianismo del ministro Boudou (mas digno de la Academia K, que de la Escuela de Negocios del MIT). La posición de Boudou sobre el keynesianismo es una posición más “rea” que neo, pues soslaya que fue Keynes quien más se opuso a la creación del mismo (consejo que sabiamente puso en práctica Perón) y precisamente por las mismas razones por la que Argentina no debería volver.

Posiblemente, no hayamos resaltado algunos aciertos de la gestión K, pero indudablemente uno de ellos fue terminar la relación con el FMI, ya que a cambio del saldo de un crédito se accedía a ser auditado económicamente con un criterio que ideológicamente esta en las antípodas de lo que expresaba este gobierno, y que a criterio de cualquier buen keynesiano, o neo keynesiano, era lo correcto. Pero pareciera que así como se cambió de la transversalidad progresista a la burocracia justicialista, también hubo muda económica y ahora el gobierno se viste al riguroso gusto neoclásico.

Volviendo a Boudou, que se auto proclama keynesiano, sus medidas se apartan bastante del pensamiento keynesiano, ya que, además de proponer la vuelta al FMI para poder disponer de créditos para compensar la baja de recaudación y de actividad productiva que produjo la crisis económica y la disputa con los sectores agrarios, propone financiar el déficit fiscal que se avecina con emisión de bonos. Esta solución ya fue puesta en práctica durante el segundo gobierno de Menem con Roque Fernández como ministro de economía y ya conocemos cuales fueron los resultados.

Por si alguno no recuerda, la emisión de bonos por parte del gobierno genera aumento del valor del dinero en las plazas locales, que prefieren un título público a una deuda privada, esto aumenta los costos financieros de las empresas privadas, que en este momento enfrentan problemas de falta de demanda. Podemos vaticinar sin mucho margen de error que las empresas que puedan sobrevivir los harán con grandes ajustes (léase despidos) y otras cerrarán definitivamente, produciendo por una parte disminución de ingresos al estado por falta de pago de impuestos y aumento de gastos para cubrir la mayor demanda social que se generará por la pérdida de puestos de trabajo.

Este ministro propone como solución: pedir dinero prestado, es una situación análoga a la de un gerente de empresa, que proponga a su directorio, que para solucionar un problema de liquidez se debe tomar un crédito en lugar de aumentar las ventas. En la situación de Boudou, alguien con una posición keynesiana propondría eliminar subsidios, nacionalizando aquellas empresas que no puedan funcionar sin ellos (la nacionalización podría tomar la forma de sociedades mixtas, o empresas sociales estatales), generar impuestos a las actividades financieras (hoy exentas, inclusive los pooles de siembra de soja), gravar actividades rentables que afectan recursos no renovables (como la minería y actividades petroleras, entre otras), regular la remisión de capitales de las empresas extranjeras (de este modo se generarían stocks de capital que bajarían las tasa de interés) y podríamos continuar, pero para muestra bastan estos botones.

Si el ministro fuera keynesiano, generaría obras de infraestructura que favorecieran nuevos emprendimientos, reactivaría los ferrocarriles, crearía flotas mercantes para las exportaciones argentinas (en esto pueden ver que si bien Pino Solanas no haya leído a Keynes, si aprendió de cómo Perón siguió sus consejos), crearía rutas de gran capacidad de circulación que generaran nuevos circuitos comerciales, estimularía el turismo nacional con mejores rutas y subsidios a los combustibles para fines turísticos (un bono de combustible turístico, canjeable solo en estaciones testigo y controladas por los grupos hoteleros), crearía un fondo de reconversión de empresas privadas en quiebra en empresas sociales o cooperativas, unificaría en un solo trámite la radicación de industrias en cualquier parte del país en un plazo de menos de un mes (hoy en promedio y sin coimas de por medio se tarda un año), fijaría plazos de 48 horas para el otorgamiento de subsidios a empresas que amplíen o mejoren sus instalaciones, capaciten a su personal, mejoren procedimientos o renueven su tecnología de producción y seguiríamos con una lista bastante larga.

En fin este ministro en un ejemplo más de cómo el discurso de este gobierno, a pesar de apuntar a la izquierda, se desvía a la derecha.

domingo, 16 de agosto de 2009

Que el gobierno se equivoque no le da la razón al campo


El gobierno se equivocó con su política hacia el campo, se equivocó al desatar un conflicto innecesario y se volvió a equivocar al no terminar el conflicto. Las razones de su equivocación radican en una mala lectura de la realidad, una incapacidad crónica de generar acciones de gobierno coherente con un su discurso ideológico y su clásico autismo político. El campo no es un sector homogéneo, pero se lo trató como un solo sector y se lo estigmatizó a partir de la imagen de la vieja oligarquía agro-ganadera que acompañó a los intereses británicos que colonizaron nuestro país. Quedan entre los sectores agrarios grupos que pertenecieron a esa vieja oligarquía, pero la fragmentación de los sectores agrarios en conjunto con la aparición del capital trasnacional que recreó una nueva concentración a partir de las terminales de carga, acopios y pooles de siembra, ha cambiado a los actores y sus relaciones de poder. En este escenario, la mesa de enlace reúne a grupos de la vieja oligarquía agro-ganadera, la burguesía agraria promovida a partir del Grito de Alcorta y sectores regionales agrario-dependientes. Este rejunte no posee una identidad ideológica, ni fuertes intereses comunes, son grupos acorralados por la concentración de capitales trasnacionales del sector, que buscan recuperar los anteriores niveles de rentabilidad que les fueron arrebatados por parte de grupos concentrados.
En síntesis, los grupos nucleados en la mesa de enlace solo representan intereses económicos sectoriales y su discurso varía según sea el grupo que se convierta en vocero. Ante la variedad de ideologías que se expresan, surge de ellas que se pretende recuperar rentabilidad, que para ciertos sectores agrarios representa la supervivencia del emprendimiento, sin alterar la estructura económica de concentración, y en esto radica el principal error de la propuesta del campo. No se puede recuperar los niveles de rentabilidad que se perdieron por los niveles de concentración del sector, sin alterar la acumulación de estos grupos concentrados.
Ciertos historiadores plantean que las contradicciones del sistema terminan generando conflictos, por ello podemos plantear que las contradicciones generadas desde el gobierno y desde los sectores de la mesa de enlace, terminaron en un conflicto aún no resuelto y que lamentablemente nos perjudica a todos.
El primer error del gobierno es percibir el reclamo como una amenaza y el error de la mesa de enlace es creer que los errores del gobierno (incluyendo algunas medidas y forma de tratar el conflicto), les otorga la razón a ellos. También el apoyo que recibieron los sectores agropecuarios no refleja el reconocimiento a sus reclamos (salvo los originados en sectores donde la economía regional se vio muy perjudicada por el esquema de concentración y la baja de la rentabilidad de distintos sectores agrarios), sino una reacción ante los malos resultados que exhibe la actual gestión de gobierno.
La primer medida que debería encara el gobierno, es analizar como se distribuye la renta agropecuaria y que participación tiene los grupos internacionales en la concentración económica del sector. Ese análisis no puede dejar de incorporar elementos que hacen a la idiosincrasia del trabajo agropecuario, en particular que la valorización de la tierra se considere como ganancia, y que sí debe tenerse en cuenta la relación capital invertido-ganancia en comparación con los valores de arriendo. Si se hiciera eso aparecerían los diferenciales de acumulación de los grupos concentrados, que al operar a economías de escala, pueden arrendar tierras a valores similares a la ganancia que le produciría al agricultor explotar su tierra. Los antecedentes de de esta situación no son muy distintos a los que planteara Scalabrini Ortiz en su análisis de la influencia británica en Argentina, solo que los actores son ahora los grupos económicos concentrados en lugar de las empresas británicas, y los medios que utilizan se relacionan con la tecnología, la información y la ausencia de políticas de fomento.
La segunda medida debería ser el establecimiento de políticas de fomento de las economías regionales para que los emprendimientos productivos generen valor agregado a la producción primaria de modo de generar cadenas regionales insumo-producto que independice las regiones de la colocación de la mayoría de su producción a través de mercados distantes y concentrados. Estas medidas se debería dar en conjunto con promoción de tarifas de transporte par alo cual es esencial la recuperación de los ferrocarriles.
En ese contexto también se podría volver a crear una Junta Nacional de Granos que regule el mercado interno y externo, una nueva flota mercante que coloque la producción nacional en el exterior permitiendo el desarrollo de la industria naval, la creación de un Seguro Nacional Agrario, que permita la cobertura integral de los riesgos de la actividad, un Centro Nacional de Información Agropecuaria, que provea al sector una información sobre mercados, tendencias, tecnología, climatología, etc., estas entre otras mas, como la promoción de cooperativas agrarias bajo regimenes de promoción que permitan a asociaciones de productores alcanzar economías de escala mediante asociaciones de productores (ya que se permiten pooles de inversionistas con beneficios impositivos).
Esto debe sobre todo estar enmarcado en una definición de un sistema impositivo general en donde los impuestos y retenciones tengan un tratamiento universal y que no presente las asimetrías que tiene actualmente el sector agropecuario, el minero, el petrolero y el industrial, ya que la necesidad de políticas universales no se da solo en el ámbito social, sino en el económico, y deben tener una fuerte sinergia entre ellas.