Como se pudo ver, la estrategia electoral del gobierno de Macri fue
desde siempre apostar a una polarización entre su gobierno y el el
de CFK, una polarización que atomizara a cualquier alternativa
política que pudiera romper una “grieta” que lo favorecía. Esa
grieta que creó la propia CFK, en una mala interpretación del
pensamiento de Nestor Kirchner, donde el país se dividía entre dos
fuerzas mayoritarias de centro izquierda y centro derecha. Los actos
de corrupción que hubo en el gobierno de CFK y las medidas tomadas
que la alejaron de expresar una real fuerza progresista. Ello, con
una suma de errores en decisiones políticas antes de la campaña de
2015, llevaron a Cambiemos a ganar la elección, que en realidad
perdió Cristina.
En
Cambiemos algunos grupos se adjudicaron la victoria frente al
kirchnerismo y la posterior derrota de CFK en la provincia de Buenos
Aires, algo que solo se debió a que la gobernadora Vidal se puso la
campaña al hombro y dio vuelta el resultado inicialmente adverso de
la PASO. Esos mismos grupos confundieron la victoria electoral con
una victoria política y los enormes errores de la gestión de Macri
crearon un escenario electoral adverso, basados en una soberbia
desmedida de ese grupo frente a los errores que se cometían y en la
subestimación de la política como eje de de la gestión de
gobierno. El escenario creado por esos grupos de poder en Cambienos
es distinto al que pensaron, la polarización ya no los favorece y la
atomización de las fuerzas alternativas a la “grieta” no dividen
al peronismo, sino que le restan posible votos al gobierno.
En
ese escenario, la jugada de CFK de resignar la candidatura
presidencial y asignarse un segundo lugar (escenario que ya dije que
se asemeja mas a un caballo de Troya que a otra cosa) buscó trazar
con la “grieta” una brecha entre peronismo y anti peronismo. Lo
que se reportó muchos beneficios, sobre todo al elegir a Alberto
Fernández como candidato a presidente, ya que representa a ese
peronismo a mitad de camino entre el peronismo “clásico” y “la
Cámpora”, y le permitió romper una posible re agrupación
peronista en Alternativa Federal y tentar a Massa a incorporarse a su
fuerza política.
Cambiemos
enfrenta una elección sin el principal argumento de su anterior
campaña que era la fortaleza de la gestión, ya que el resultado de
su administración es pésimo, los pocos éxitos que puede mostrar
son mas el resultado de individualidades de sus ministros, que la
concreción de un plan de políticas gubernamentales. También
gruesos errores al no adelantar las elecciones en provincia de Buenos
Aires donde Vidal se hubiera impuesto sin muchos inconvenientes y
podría haber tracionado sobre varios intendentes de mala gestión.
En
ese escenario de un posible buen resultado para Union Ciudadana, CFK
comete uno de sus clásicos errores, la designación de la fórmula
Kicillof Magario para la provincia de Buenos Aires en lugar de
reservarla para algunos candidatos con los que se podrían asegurar
un triunfo casi seguro, como Felipe Solá o Sergio Massa (acuerdo
mediante). Casi a cierre Cambiemos tomo la decisión de incorporar a
Angel Pichetto como segundo de la formula presidencial, algo que no
suma nuevos votos pero rompe el eje del planteo esbozado por CFK, una
“grieta” peronismo - anti peronismo; una medida tomada desde lo
político y no desde lo electoral.
Así
el día de la inscripción de alianza electorales, los argentinos de
a pie, una vez mas, nos debatimos en el eterno dilema de votar a
quien consideremos en menos malo y no el mejor.