Se cumplieron 30 años de
democracia en Argentina, creo que es algo para celebrar, no sé si para
festejar. Alfonsín dijo en 1983, que con la democracia se comía, se trabajaba y
se educaba; 30 años después vemos que un tercio de la población tiene sus necesidades
básicas insatisfechas, el trabajo real (el productivo en blanco) alcanza solo a
un tercio de la PEA (población económicamente activa) y la educación dejó de
ser el instrumento de movilidad social que generó la famosa frase “mi hijo del
doctor”.
Como broche de oro del
aniversario se produjo el reclamo salarial de la mayoría de las policías
provinciales que reclamaban salarios acordes a los tiempos que corren. Pero el
verdadero reclamo se centró en el aumento de los salarios básicos, más que en el
salario de bolsillo que incluye, en muchos casos, gran cantidad de horas
adicionales al horario normal de trabajo. Aquí hay un problema que excede el
reclamo salarial, si bien es parte del mismo. Sucede que cuando un policía mata
o hiere a un presunto delincuente se inicia un sumario que incluye la suspensión
de tareas y el cobro de un 80% del salario básico (ese mismo salario que es actualmente
entre un 20 y un 30% del salario de bolsillo), o sea que hasta que se termine
la investigación el policía percibirá una cuarta parte de lo que cobraba y que
apenas cubría sus necesidades; esto lleva
a que muchos policías no actúen como debieran ante el enfrentamiento con
un delincuente y prefieran que este huya antes que terminar sumariado y
cobrando un salario que no le alcanza para nada.
Otra faceta del reclamo policial fue
el desorden social que se generó, que incluyó saqueos, desmanes y reacciones de
defensa más acordes con actitudes de las películas del oeste americano del 1800.
Esto requiere un análisis muy profundo porque debería ser un llamado de
atención para el diseño de políticas de seguridad, ya que muchos supuestos de
los fundamentos de las políticas de seguridad actuales no se cumplen.
El primer hecho que debe
analizarse son los saqueos, en los cuales intervinieron no solo delincuentes
sino ocasionales saqueadores que aprovecharon la falta de control policial.
Esto indica que la falta de control hace que personas que no son delincuentes
cometan hechos delictivos, así surge una categoría de ciudadanos que son
honestos si se los vigila o controla, pero sin control no vacilan en cometer
algún delito. Aceptado como hecho que el cumplimiento de la ley depende del
control policial, la conducta delictiva no sería producto de un sistema de exclusión
que condiciona a ciertas personas a incurrir en el mundo del delito, sino un
sistema de falta de controles que facilita la comisión de delitos, al menos
para un sector de la sociedad. Pero el hecho más preocupante que surge de este análisis
es que hay una falla en ciertos sectores de la sociedad en donde el sistema
educativo (que incluye a la familia) no formo personas con los valores
necesarios para una convivencia civilizada.
El otro hecho relevante para el análisis,
confirma mi hipótesis planteada en mi libro “La Seguridad desde la Óptica de
las Instituciones”, cunado las personas sufren la carencia de instituciones del
estado conforman instituciones paralelas que las sustituyen. Se vio, que la
falta de vigilancia policial afectaba la seguridad de grupos de personas y
estas formaron grupos de defensa y vigilancia (algunos con una sorprendente
cantidad de armas) en reemplazo de la institución policial. La gente que asumió
este rol, seguro que no volverá a ser la misma, tomó conciencia de su
capacidad, sabe que puede garantizar su seguridad ejerciendo el uso de la
fuerza que había delegado en el estado. Se rompió el pacto que planteara Hobbes
en “El Leviatán”, el individuo recupera el uso de la violencia en su defensa y
el hombre pasa a ser el lobo del hombre, comienza la desarticulación del estado
como monopolizador del uso de la fuerza en pro del bien común.
En los 30 años de democracia,
vimos cómo se deterioró la calidad de vida de la gente y aumentó la pobreza,
vimos cómo se precarizó el trabajo y como se deterioró la educación, ahora como
regalo de aniversario empezamos a ver la disgregación del estado.
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