sábado, 29 de noviembre de 2008

La “burrocracia” estatal.

Le debo este neologismo a mi padre, que despotricaba contra la burocracia ineficiente e incluso llegó a definir un perfil psicológico del “burrócrata”, pero andando mi propio camino me pasó lo que a muchos nos pasa con nuestros padres, terminamos diciendo “el viejo tenía razón”.
Este fenómeno no es nuevo, lo que es nuevo es la generalización del mismo por la incapacidad de la nueva generación de dirigentes políticos y la complicidad de la anterior generación. Así, entre una mezcla de la “guerra del chancho” y la sobreoferta de especialización universitaria teórica, han surgido una generación de funcionarios hiperespecializados a nivel teórico que desconocen la realidad aunque la tengan frente a sus narices, y del sentido común, ni hablar, ya que lo que “natura non da, Salamanca non presta”.
Estos funcionarios no son políticos, por que “la política tiene muy mala imagen” y es la imagen lo que ellos cuidan, no el interés público, el puesto que ocupan, lo ocupan porque son amigos o conocidos del otro funcionario político de mayor rango, de militancia política ni hablar, “eso no se hace”, de experiencia de vida tampoco, de libros mucho y de sentido común, solo el necesario para su propia supervivencia. Estos funcionarios se dedican concienzudamente a la resolución de expedientes, tarea que les insume la mayor parte de su tiempo, dedicando el que les resta a halagar a su mentor y a otros funcionarios de mayor rango. La planificación se relega al papel, la realidad esta para negarla o judicializarla por no coincidir con lo que está escrito, por ello gran parte de estos “burrócratas” tienen muchos conocimientos legales, su positivismo (eso de creer que lo que se escribe o decreta condiciona a la realidad) les impide reconocer que la realidad va por otro carril y por eso no tienen criterio político para resolver conflictos, no generan consenso sino que buscan minimizar sus errores o evitar quedar “pegados”.
Esta generación de “burrócratas” surge por la presencia de algunos funcionarios impresentables o sin ningún tipo de preparación para la función que deben desempeñar y que buscan rodearse de funcionarios que tengan un “aspecto presentable”(mejor que no sean políticos), sean de cierta confianza personal (las ideas políticas ni se tienen en cuenta), no representen riesgo para sus aspiraciones políticas futuras (nuevamente las ideas políticas son una molestia) y que puedan ser fácilmente removibles (un político suele tener algún peso propio y removerlo implicaría ciertos riesgos). La nueva dirigencia política inserta en la función pública a estos “burrócratas” ya que como dijimos buscan rodearse de un “áurea” de capacidad y solvencia técnica que disimule su falta de experiencia y la vieja dirigencia política los utiliza para remozar su imagen o delegarles sus funciones, ya que si pueden cumplir bien su tarea ellos se convierten en mentores de una gestión exitosa y si fracasan pueden volver aduciendo que su experiencia era imprescindible.
Por cualquier motivo, los ciudadanos de a pie los sufrimos, los vemos pasearse frente a nuestras narices exhibiendo gruesas carpetas llenas de expedientes, pero de soluciones para la gente nada, de consensos que permitan construir una realidad que transforme las desigualdades que desfilan frente a sus narices y que ellos no ven, tampoco. Lo peor es que forman parte de un consenso generalizado en la sociedad que ya fue desilusionada por el “que se vayan todos”, ya que no quedó ninguno, no quedó ninguno sin un puestito. Los que vinieron trajeron a estos especímenes como forma de remozar la imagen de una clase política que debería irse, por su incapacidad de transformar una realidad cada vez mas injusta, cada vez mas excluyente, cada vez con menores valores morales y éticos, cada vez con menor educación o sea cada vez peor.
La preocupación que tengo, no es la presencia de estos “burrócratas”, sino que su entronización y abundancia, desalienta la participación política de gente nueva, no comprometida, no contaminada que permita un recambio generacional de la actual clase política. Lo digo desde una actitud política activa, militante y progresista, ya que si no promovemos una nueva generación de políticos serán los “burrócratas” los herederos del poder político y ya estamos viendo las consecuencias al leer las noticias de todos los días.

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