sábado, 25 de julio de 2009

El carro delante del caballo


A raíz de la publicación de varios estudios sobre la adjudicación de concesiones y obras públicas, me encontré con la evidencia del avance de la mentalidad liberal en las decisiones del Estado, aún entre funcionarios políticos que dicen profesar una ideología nacional, popular y progresista.

La mentalidad liberal, como ya lo he señalado muchas veces parte de una premisa esencial, la supresión de los derechos generales en beneficio de los derechos individuales, para lograr esto, pone en condiciones de igualdad el derecho de una persona frente al derecho de muchos. Para esto el liberalismo ha desarrollado distintas formas de personalizar en una sola entidad el derecho de muchos, de este modo pareciera que se enfrentan dos personas que luchan por sus derechos. La discusión entre lo público y lo privado es un ejemplo de la trampa en que hemos caído, por ello se suele terminar discutiendo si derecho al beneficio de una persona (o empresa) puede mas que el derecho de muchos, a los que se agrupa como una entidad pública, general o social. Cuando se acepta entrar en estas discusiones, se acepta poner en pie igualdad al derecho de una persona con el derecho de muchos.

Actualmente, nadie se plantea estas cuestiones, se acepta abiertamente el debate, sin ningún miramiento, así decimos que debemos aceptar el ingreso de capital extranjero para que se realicen inversiones que de otro modo no se harían. Así pareciera que el planteo del enajenamiento de fuentes de producción, es una cuestión de existencia de capital (aunque sea extranjero) o ausencia de inversión (el estado según la regla liberal no interviene), la conveniencia del país se enmascara en la entidad inversión ausente y esto se reduce a una cuestión de dos opciones capital extranjero productivo o inversión nacional ausente. La mentira se desnuda cuando vemos que el capital extranjero genera concentración en los sectores que interviene, ya que por la magnitud de las empresas asociadas a la inversión extranjera se desarrollan economías de escala, eso lleva al cierre de empresas del sector que no pueden competir con estos grupos concentrados, generando reducción de la demanda de mano de obra especializada, desempleo y aumentos del número de marginados. El derecho de las empresas existentes en el sector, el nivel de empleo y el control de la marginalidad social se engloba en el término ausencia de inversión nacional. Este proceso dominó la mentalidad de los funcionarios de los años 90, que curiosamente, son los mismos que están hoy en día.

A partir de esta penetración de la ideología liberal, se replantea el funcionamiento del estado como garante del interés general o público, pero no de una manera orgánica sino a partir del cumplimiento de sus tareas habituales, que en un estado fraccionado vertical y horizontalmente implica una suerte de feudalismo administrativo, donde cada sector de la administración pública funciona en forma autónoma para el manejo cotidiano de la “cosa pública”.

Los ejemplos de cómo se ha alterado la función del estado abundan, pero algunos de ellos son pruebas más que elocuentes de las hipótesis planteadas. El caso de Aerolíneas Argentinas (AA) ha sido uno de los más emblemáticos, se privatizó por ser una empresa “ineficiente” y “deficitaria”. La privatización produjo un vaciamiento de la empresa y con ello el abandono de rutas, la baja de frecuencias de viajes, la obsolescencia del parque de aviones y la perdida de rentabilidad. Esa empresa descapitalizada y endeudada fue nuevamente comprada por el estado (no puede decirse que fue nacionalizada) con deuda incluida. Esa empresa fue subsidiada durante los años en que era una “empresa privada”, así que si sumamos el quebranto asumido por el estado al comprar la empresa, los subsidios entregados y la inversión necesaria para que recupere el nivel de operación que tenía al momento de “privatizarla”, posiblemente se haya realizado uno de los peores negocios de la historia del país. Veamos como se planteó el problema: el interés de una empresa que quería hacerse cargo de una empresa deficitaria (interés privado y derecho a su beneficio con la empresa “privatizada”) y el interés público que debía sostener una empresa pública deficitaria. A pontificar sobre las ventajas de la empresa privada han contribuido los medios, que suelen ser los difusores interesados del derecho privado, generalmente en nombre de la defensa de la libertad de empresa, ignorando intencionalmente o no, el derecho público vulnerado. En realidad el interés público involucraba un parque de aviones que permitía cubrir frecuencias y rutas, que se perdieron o permanecieron con frecuencias tan bajas que permitieron el surgimiento de otras empresas que la desplazaron de esas rutas, AA era la aerolínea de bandera en rutas internacionales, AA mantenía frecuencias que permitían un fluido transporte de personas y cargas entre distintos puntos del país, esas eran algunos de los intereses que incluía el derecho público de una empresa deficitaria.

Otro ejemplo mas pueblerino, lo podemos encontrar en la reformulación del sistema de transporte público de pasajeros realizado en Bahía Blanca, donde los estudios se basaban en la optimización de los recorridos anteriores de las empresas utilizando como indicador el valor de pasajero por kilómetro recorrido, lo que permitía ajustar el valor del pasaje para garantizar la rentabilidad de la empresa, pero no se utilizaron parámetros como recorrido promedio de los pasajeros, cantidad de pasajeros por franjas horarias, duración de los recorridos promedio de los pasajeros y otros que apuntaran a medir como mejorar el servicio desde el punto de vista del usuario. No hubo necesidad de plantear un antagonismo, se planteó una reforma del sistema, donde se utilizaron supuestos “estudios técnicos” que mejorarían el servicio, se transfirió a grandes empresas el servicio, se postergaron a empresas locales, pero solo se discutió sobre “aspectos técnicos” donde el interés público no figuró. El resultado es un servicio que debió modificar sus recorridos por demandas de importantes sectores sociales, permanentes quejas por insuficientes unidades para todos los pasajeros, demoras que sufren los pasajeros en la realización de sus viajes habituales y en general, un peor servicio que el anterior.

Estos y una infinidad de casos semejantes, nos demuestran la penetración de la ideología liberal en un estado que cada ves mas abandona la defensa del interés público, sobre todo al ponerlo en pié de igualdad con el interés individual o privado, que es lo mismo que poner el carro delante del caballo.

lunes, 13 de julio de 2009

Un día en el centro porteño


Lo confieso, no me gusta Buenos Aires, la Capital Federal o la ciudad autónoma, soy hombre de la llanura semiárida del suroeste bonaerense, me gusta ver el horizonte solo interrumpido por árboles o sierras, no me van las moles de cemento, la ilusión de un horizonte mas allá de los edificios, me gusta ver todo el cielo y no una porción atrapada entre rascacielos, me gusta ver el mar rompiendo en la playa, mojándome los pies y no sentarme en una costanera de cemento a ver pasar un gran río tributario que le dio identidad portuaria a la ciudad que fuera “de los Buenos Aires”.
Pero inevitablemente (ya que como todos sabemos, Dios atiende en Buenos Aires), todos tenemos que pasar algunos pocos días realizando trámites en la Capital Federal. Las personas del interior, tenemos una visión de la ciudad capital, que va desde la admiración por el descubrimiento de lo fastuoso, lo nuevo, lo cosmopolita y lo diferente hasta, en lo personal, el fastidio por los hacinamientos, la exposición de lo vulgar, la indiferencia por lo cotidiano, la exacerbación del individualismo y la impúdica exhibición de la miseria.
Los del interior tenemos otros ritmos, dados por la proximidad de lo cotidiano, el conocimiento de nuestro entorno y de nuestros convecinos, por ello tenemos un visión que puede ser distinta de la vida cotidiana porteña, como dije antes puede ser una visión de asombro o crítica, como es mi caso, y que quiero compartir a través de la descripción de un día en el centro porteño.
A eso de las 7, la mayoría de los del interior salimos a trabajar, pero el porteño, que debe viajar entre 1 y 2 horas hasta su trabajo, recién se baña, desayuna y sale para el trabajo, mientras en el centro, porteros y empleados limpian veredas, empiezan a abrir los bares y se siente ese olor a particular de medias lunas y café con leche, algunos empleados circulan apurados para cumplir algún extraño horario o cambiar turnos, los que pasan la noche a la intemperie, van saliendo de impensables refugios nocturnos, mientras se desperezan y miran con ojos vacíos la mañana que comienza a su alrededor.
Las 8,30 de la mañana marca el ingreso de los primeros empleados a sus puestos de trabajo o la llegada a “su bar” para desayunar, las bocas de los subtes y trenes, y las paradas de los colectivos desbordan de personas apuradas, enfundadas en sus propios pensamientos, aisladas por medio de algún libro y los infaltables auriculares. Las calles del centro porteño parecen a esa hora una foto extraída de un documental del Discovery Channel sobre bandadas de pájaros, ocupando todo el espacio de la placa, pero aquí la escena es en el centro porteño y miles de personas hacen las veces de aves en migración.
Sobre las 10 cambia la fisonomía de quienes deambulan en el centro, se ven: turistas tempraneros, empleados autónomos que circulan para cumplir trámites y reuniones, comienzan a circular gente haciendo compras y los taxis dominan el espacio de las calles del centro porteño.
Se ven dueños de comercios, tomarse un café en “su bar”, ese lugar que elige una gran mayoría de porteños para tener un lugar que pueda considerar propio, donde su “seguridad” radica en conocer al dueño, a los empleados y otros contertulios, este lugar es una extensión de su casa y su trabajo, es “su lugar”, donde se toma pausas, come, se reúne y festeja.
También a esa hora aparecen en el centro quienes ejercen una diaria mendicidad, ocupando espacios que son ignorados por la mayoría de quienes transitan por su lado, inmersos en sus pensamientos, en su música o en alguna imagen interior. Es curioso ver a quienes forman parte de esta postal negra porteña, se puede apreciar algunos que exhiben gestos y actitudes de quien ejerce un viejo oficio, modulan una voz aguda, miran fijo a los ojos, con una mirada desafiante, buscando en el alma de quien lo mire, ese sentimiento de culpa que pueda expiarse al precio de una limosna. Otros tienen una mirada cargada de vergüenza, producto de la miseria que exhiben. La mayoría de la gente del interior mira a los ojos, el porteño no, rehuye la mirada cargada de reproche o de súplica, esto según creo, forma parte del callo que se produce en el alma de las personas que son expuestas diariamente a las mas crueles muestras de miseria.
A partir de las 12 comienza la ocupación de los lugares de comida, cualquier lugar es bueno para una comida rápida, los restaurantes ofrecen menús baratos y rápidos, lo mismo que bares y hasta los maxi-kioscos, que disponen de viandas al paso, son consumidas en la vereda o en parques y plazas.
Después de las 14 y hasta las 17, el centro entra en un letargo interrumpido por tardíos viandantes, empleados apurados a realizar el último trámite del día, más turistas y más gente de compras. El sol de la tarde anima a los chicos que acompañan a los mendigantes a jugar, sus miradas duelen, tienen la fuerza de un grito que nos sacude la conciencia con una pregunta: ¿Por qué?
Las 18 marca la salida de la mayoría de los empleados y la concurrencia a un segundo trabajo, a estudiar, a un gimnasio, a un lugar de esparcimiento o a alguna cita. La conducta autista se interrumpe en los bares de jóvenes empleados que siguen la moda del “happy hour”, y se lanzan al encuentro de amigos o a la búsqueda de otra soledad para compartir una noche. Aparecen artistas callejeros vendedores de baratijas que compiten por la atención de algún turista o la moneda de algún aburrido transeúnte (entre los que suelo incluirme). Los turistas marcan siempre la nota de color, ya que resaltan de entre la muchedumbre y se hacen evidentes, hasta para nosotros “los pajueranos del interior”
Después de las 23 el centro muestra su cara mas amarga con gente preparándose para pasar otra noche a la intemperie, artistas callejeros desgarrando sus últimos intentos por conseguir alguna moneda mas, gente hurgando entre desechos de los restaurantes en la búsqueda de su comida diaria, prostitutas que deambulan para atraer ese cliente que le permita pagar su “permiso de trabajo”, la droga que la aísle de su realidad o la comida de sus hijos, los yuppies siguen en la búsqueda de compañía para su soledad y yo me vuelvo al hotel pensando que con suerte mañana me vuelvo a casa.

miércoles, 8 de julio de 2009

La carta de Despedida de Favaloro


Liberada por el Juez, es necesario que los argentinos leamos la carta de despedida del Dr. René Favaloro.

(Del Dr.. René Favaloro/ julio 29-2000 - 14,30 horas)



Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces.. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Guemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post grado a todos los niveles.
Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo.

En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.
La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor tajada).

Nosotros con los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se distribuían entre los médicos proporcionalmente.

Nunca permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.

A pesar de que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas de turno, que agradecían nuestro trabajo.

Este era nuestro único contacto.

A mediados de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y cirugía cardiovascular.
Cuando entró en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla, basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado.

La calidad de nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al Instituto.

¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno!

Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.

Lo mismo ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el país.

Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros, (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).

Si hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema (que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.

El que quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los acomodados de turno.

Los mismo ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano.

Hace muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'. El cirujano 'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los honorarios!

Varios de esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.


Muchos de estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.

Concurren a los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con lágrimas en los ojos. Pero aquí, vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.

La corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc., etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos..

No es la única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo, explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre correspondiente!.

La situación actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir 'no hay camas disponibles'.

Nuestro juramento médico lo impide.

Estos pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más todo se complica.

En Estados Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.

Las cinco facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares cada una! Aquí, ni soñando.

Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.

¿Cómo se mide el valor social de nuestra tarea docente?

Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar.

La mayoría del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le recordaba que Don Quijote era español!

Sin duda la lucha ha sido muy desigual.

El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.

Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al 'sistema'.

Sí al retorno, sí al ana-ana.

'Pondremos gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debés dar un paso al costado. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado'. 'Debés comprenderlo si querés salvar a la Fundación'

¡Quién va a creer que yo no estoy enterado!

En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer.

Joaquín V. González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'a mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional. Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en cirugía cardiovascular. El año pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando siempre lo mismo.

'¡La leyenda, la leyenda!'

Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga.

Me consuela el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos años en Jacinto Arauz.

Estoy cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.

No puedo cambiar.

No ha sido una decisión fácil pero sí meditada.
No se hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, hable de debilidad o valentía.

El cirujano vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.

Sólo espero no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de piedad.

Estoy tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es cierto. Espero que me recuerden así.

En estos días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales, empresarios, sin recibir respuesta.

En la Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.

A mi familia en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos, recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.

Una vez más reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.

Queda terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.

Un abrazo a todos
René Favaloro