El pueblo no gobierna ni delibera
sino a través de sus representantes, parece que las cúpulas políticas se lo
toman muy a pecho, y cualquiera sea el futuro de las próximas reformas
constitucionales esa parte del texto fundacional permanecerá intocable.
Aclarado esto, parece que la
actual dirigencia política, fiel al principio constitucional deliberó y eligió
quien representaría al pueblo, sin que el pueblo participe, ya que solo puede ratificar o cambiar el orden de lo
decidido por las cúpulas dirigenciales, esta es la finalidad de las PASO.
En este ciclo histórico la
dirigencia política no surge a partir de una representación directa de la
gente, el viejo lema político (al menos en los partidos de raíz popular) “el dirigente
surge de la gente”, es reemplazado cada vez más por “el dirigente surge de los
medios”, sino lean a Sartori y su “Homus Videns”. Pero los argentinos no podemos
dejar de ser originales y le agregamos algunos condimentos, como ser, la
dirigencia política elige a la dirigencia política, según estos criterios: a)
Tiene que ser alguien muy allegado a los dirigentes (si es pariente mejor) b) Como
puede ser que a) no sea suficiente para conseguir algunos votos más (y como hay
lugar en las listas para los propios), tiene que tener buena imagen pública aunque
no sepa nada de política (ideal para estos casos artistas, deportistas,
mediáticos, etc.) y c) Si no se puede con a) ni con b) lograr una oferta
electoral con posibilidades, se busca a alguien
de otro partido. Si alguien duda de este análisis, lo invito a leer en detalle
las últimas listas de candidatos a las PASO.
Desde una militancia medianamente
coherente y más comprometida con las ideas que con las personas, no puede dejar
de verse el deterioro que tiene la calidad de la dirigencia política. Ni pensar
que alguien podría pegarse un tiro porque se traicionaron los ideales que se representaba,
como Alem, Ingenieros, Favaloro y otros. Tampoco podemos pensar en ejemplos de
honestidad como Ramón Carrillo, Scalabrini Ortiz, Ilia y…. (o no son muy
conocidos, o yo no los conozco, o habrá tan pocos?). Este deterioro es
consistente con el surgimiento de una súper estructura de dirigencia política,
que se reproduce a si misma mediante los criterios antes expuestos (se podría
agregar algún capítulo argentino a las críticas de Sarte a algunas dirigencias políticas
francesas).
El anterior mecanismo de elección
de dirigentes, lejos de ser buenos, mas por las prácticas de los políticos que
por sus mecanismos, permitía una construcción de abajo hacia arriba, donde la
representación se escalaba en local, regional (o provincial) y nacional. Si tomamos
el radicalismo o el peronismo, los comités barriales y las unidades básicas eran
la base de una pirámide de dirigentes (que se eligieran por representación, por
prestigio o a los tiros es otra cosa). Esa representación permitía al dirigente
una capacidad de negociación (por representación, prestigio o tiros) sobre la
que se construía una dirigencia política que se plebiscitaba electoralmente. De
esta forma un dirigente surgía desde su propio ámbito geográfico y esa era su fuente
de legitimidad (por representatividad, prestigio o fuerza).
Ese sistema, imperfecto, fue una
superación del sistema de representación caudillista donde la construcción del
poder era obtenida mediante la delegación del resto de la población por
reconocimiento, ignorancia, admiración o sometimiento. Esto sin analizar a los
caudillos en forma particular, ni cuestionar las circunstancias y el contexto
histórico del que surgieron. Pero es cuanto menos cuestionable, que el actual
sistema de surgimiento de los dirigentes políticos sea una evolución positiva respecto
del anterior.
Actualmente el sistema de las
PASO, es una alternativa que a primera vista parecería ser progresista en su
enunciación pero no lo es en su implementación, ya que agrupa en las elecciones
locales a las listas provinciales y nacionales, no las separa, siendo por lo
tanto las listas con representación local en los grandes espacios políticos,
las más perjudicadas sino logran el apoyo o la “bendición” de la dirigencia
nacional que ocupa el mayor espacio y logra la mayor repercusión en los medios
de comunicación (lo llaman “tracción”). Por otra parte requiere que los
candidatos locales dispongan de fondos y medios (locales, espacios
publicitarios, etc.), los cuales suelen estar en mayor disposición para los “bendecidos”.
Con lo cual, la posibilidad de lograr una representación diversa, termina
siendo una restricción para los candidatos, más que una oportunidad de lograr
mayor nivel de presencia de postulaciones.
Por ello no me siento
representado por la actual clase dirigente política, porque surgió por la decisión
de la misma dirigencia, mediante criterios que no respetan una legítima representación
de origen (cualquiera sea) y una construcción piramidal basada en acuerdos (y
no en intereses) que superen las disidencias naturales del espacio.
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