En tiempo de elecciones, los
actuales candidatos han tratado de demostrar capacidad de gestión, lo que en
realidad, más que hablar bien de ellos, habla de la poca capacidad de hacer
política. Si alguien tiene una responsabilidad de gobierno, lo que se debe
hacer es política, no gestión, la gestión es algo subordinado a la política. La
política decide que se debe hacer de forma realista, eficaz y con los recursos
necesarios, la gestión lleva a adelante las decisiones políticas. Quien se propone como administrador,
como gestor dice que solo puede llevar adelante políticas de otros, es un mero
subalterno de quien detenta el verdadero poder, el poder de decir que se hace.
Así, para gestionar o administrar,
solo se necesita poseer conocimientos técnicos y algo de experiencia, pero para
hacer política, o sea, para decidir qué hacer se necesita una ideología que
permita la confluencia de las distintas medidas políticas para la construcción
del modelo político deseado. Si tomamos este criterio para analizar las
propuestas de los candidatos a estas próximas elecciones, no debemos tomar cada
propuesta en forma individual, sino en su conjunto y ver si configuran un
modelo político, o un conjunto de slogans “marketineros” propuestos por asesores de imagen, sociólogos
y publicistas.
El segundo paso para analizar las
propuestas es ver como se propone implementar las decisiones políticas, así
puede verse si se dispone de una estrategia que permita llevar a la práctica
las políticas propuestas. Esto es lo que se llama estrategia y debe indicar
tres cosas: como se utilizan los recursos, quien debe llevar adelante las
medidas y cuáles son los resultados esperados en forma objetiva. Las propuestas
“marquetineras” tiene dos formas de presentar su estrategia: en forma vaga
(total nadie analiza y lo importante es el slogan o la foto) o en forma de
propuesta detallada (los grupos técnicos tiene por objeto llevar muchas hojas
con datos, estadísticas, propuestas similares o pero aún un “corte y pegue”; de
forma que se cumpla con el viejo dicho de que la mejor manera de esconder un
elefante es en una manada de elefantes y la mejor manera de presentar algo que
no dice nada es hacer un “estudio detallado”).
Podemos hacer un contraejemplo,
tomemos un tema caliente, la seguridad. Parece que recién ahora muchos
políticos descubrieron que la seguridad tiene una dimensión mucho mayor que la
prevención del delito, y su influencia es notable. Así que para plantear como
sería una política de seguridad plantearemos una.
La política de seguridad debe
incluir seis aspectos específicos y tres aspectos vinculares. Los aspectos
específicos son: la seguridad de las personas y sus bienes, la seguridad vial,
la seguridad sanitaria, la seguridad social y la seguridad ambiental. Los
aspectos vinculares son: el marco normativo, el marco institucional y el marco
instrumental.
La primera propuesta es definir a
la seguridad como de competencia nacional, no puede haber distintos marcos
normativos, ya que las víctimas y los victimarios de las mismas trasgresiones
son independientes del contexto geográfico donde se cometa (en criollo, un robo
debe ser prevenido, investigado, enjuiciado, condenado, cumplida la condena,
asistida las víctimas y resguardados los derechos constitucionales del ladrón y
la víctima, del mimo modo independientemente del territorio en donde se cometió
el robo). Debe establecerse una separación entre violación a la seguridad pública
y contravención. Por ejemplo, pude argumentarse que el robo es una violación a
la seguridad pública, ya que implica violencia contra una persona o sus bienes;
mientas que el hurto solo es una violación del derecho de propiedad sin ejercer
violencia contra las personas o sus bienes. Estas categorías definirían el ámbito
de la competencia nacional.
En el marco instituciones tendríamos
para cada aspecto de la seguridad tres instituciones intervinientes (o policías
si se quiere) una de prevención, una de investigación y una de ejecución. La
primera dependiente de autoridades territoriales, la segunda dependiente del ministerio
público y la tercera dependiente del poder judicial. Un aspecto estratégico
sobre estas instituciones es que su organización no debe ser jerárquica sino funcional
y dependiente de órganos colegiados en varias instancias de su estructura
vertical, estos órganos colegiados deben ser integrados por representantes de
las fuerzas políticas con representación territorial y coordinados por miembros
de las instituciones. La dependencia directa solo se reserva para aspectos
operacionales. Estas tres instituciones en los seis aspectos de la seguridad
llevan a dieciocho organizaciones de jurisdicción nacional y a distintas
competencias para cada organización.
El marco instrumental debe
definir los ámbitos específicos de cada institución de seguridad, la formación
de recurso humanos, la definición de sus organigramas ajustados a los principios
estratégicos enunciados, sus mecanismos de control, los recursos de
infraestructura necesarios y los cambios de infraestructura requeridos en
función de la evolución de la tecnología y las necesidades de la sociedad.
Este es un esbozo de una política
de seguridad, quizás un poco aburrida, no muy espectacular, pero dudo que pueda
llevarse a cabo otra política eficaz, detalles habría muchísimos, pero
hablaríamos de detalles de la implementación de la política y no de formulación
de una política de seguridad.
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