Toda agrupación política
que logra perdurar y obtener cierto espacio de poder incurre, tarde o
temprano, en ciertos vicios comunes de la vieja “real politik”
argentina. El PRO no es la excepción a esta regla, consolidado su
espacio en la Capital Federal, habiendo logrado cierto nivel de
adhesión en el resto del país, el partido de Mauricio Macri ya cae
en las practicas de la mayoría de los viejos partidos políticos
argentinos.
El partido de Mauricio
Macri (digo bien, de Macri y no liderado por), ha comenzado a repetir
las prácticas de otros partidos, empecemos a citar: la búsqueda de
personajes mediáticos para liderar propuestas territoriales, en
lugar de dirigentes políticos surgidos de una trayectoria militante,
ya que un partido con mas de 8 años de existencia podría exhibir
dirigentes con formación y compromiso; la conformación de
propuestas electorales según el criterio de los líderes y no por
acuerdos entre dirigentes y las bases militantes; la “pesca en el
barril” de votantes por parte de militantes ubicados en sitios en
donde la circulación de gente es mayoritariamente perteneciente a
sectores sociales afines o mediante reuniones generadas por
referentes sociales beneficiados por las acciones de algunos
dirigentes; el personalismo del propio Macri y de algunos dirigentes,
que se consideran como la única expresión del PRO. Veamos como se
construyen y entrelazan estos vicios y las deficiencias políticas
del partido.
El PRO surge como
expresión política sin una ideología definida (no es de izquierda
ni de derecha, no es liberal ni nacionalista, al menos en sus
expresiones) proponiendo un cambio sobre las estructuras política
existentes, y señalando que son diferentes y proponen una nueva
dirigencia que exhibe cierta idoneidad profesional y no formar parte
de la “vieja política”. Su principal propuesta es su mayor
debilidad, ya que carecer de ideología, supone no tener una linea
directriz que uniforme criterios en el accionar político de la
dirigencia. De esa línea se aparta Gabriela Michetti, que construyó
una “meta ideología” que soslaya las definiciones clásicas,
pero exhibe una tendencia progresista (o de centro izquierda, según
los cánones tradicionales). Esta conducta de Michetti, la restringe
a un rol parlamentarista y no de gestión (según el criterio que
supongo aplicó Macri), ya que las definiciones de la política a
aplicar en un rol de gestión explicitaría una ideología que no se
desea expresar. La conclusión es que se declara no poseer una
ideología y no se desea poner ninguna ideología como guía de las
políticas a llevar a cabo. La única expresión de una “meta
política” es el pragmatismo (esta es una curiosa coincidencia con
la conducta del ex presidente Menem). Explicitados estos argumentos,
es natural la preferencia de Macri por Rodriguez Larreta como
continuador de su gestión en la ciudad autónoma de Buenos Aires.
La explicitación de la
preferencia de Macri por Larreta, no solo pone de manifiesto la
característica de no mostrar ninguna ideología, también permite
sumar adhesiones sin ningún condicionante, algo parecido a lo que
dice el peronismo clásico “todos somos peronistas”. Además,
intervenir en la sucesión de su gestión acerca el comportamiento de
Macri, al comportamiento de otros líderes personalistas. Ese
personalismo, es mas light, pero no alcanza para ocultar la
contradicción entre los principios fundacionales del PRO y la
conducta de su lider (una característica del personalismo político
tradicional es el de imponer su voluntad a otros, sea por el medio
que fuere, mas o menos democrático). La principal fortaleza de Macri
es su capacidad de gestión, forjada en su preparación y la
experiencia como gerenciador en las empresas del grupo familiar. Esa
formación le permitió mostrar ciertos logros de gestión que lo
diferencian de otros dirigentes políticos, pero lograr una gestión
eficaz implica ejercer un liderazgo que inevitablemente lleva al
personalismo, sobre todo cuando se prolongan mas de lo prudente en el
ejercicio del poder. Esto se ha puesto de manifiesto en lo antes
expresado.
Otro aspecto de los
“vicios” que adquirió el PRO, es la utilización de candidatos
mediáticos o surgidos de sectores sociales que no expresan el
imaginario del dirigente PRO. Estas candidaturas que pueden sumar
votos circunstanciales, llevan al descreimiento y desaliento de los
dirigentes que se forman y militan en forma constante, provocando
falta de colaboración y compromiso. Esta es ademas, una nueva
contradicción entre lo propuesto y lo actuado, el mismo
comportamiento del resto de la dirigencia política “tradicional”.
El último aspecto de los
“vicios” adquiridos por el PRO se manifiesta en sus militantes,
quienes no buscan insertarse en sectores sociales extraños, no
debaten su propuesta con otras fuerzas políticas, no interaccionan
con otros sectores sociales que se identifican con otros partidos
políticos. En algún momento llamé a esto la “militancia política
de comité”, gente que solo hacía militancia en los comités o en
las unidades básicas, pero no aportan nada nuevo o propalan sus
ideas.
En síntesis el PRO ha
caído en la negación obstinada de una ideología rectora, en el
personalismo, en formar militantes de cartón y en no renovar o
promover una dirigencia militante y preparada para armar una
propuesta electoral. Esto dicho desde el punto de vista de un
observador no perteneciente al PRO, que opina con criterio de
ingeniero, tomando los hechos como proposiciones que construyen una
hipótesis observable. Puede negárseme el derecho a opinar sobre una
fuerza política a la que no pertenezco, pero los hechos están a la
vista y las hipótesis son verificables mediante la mera observación
de las conductas descritas.