domingo, 11 de junio de 2017

Política y fútbol

Resultado de imagen para hinchada de futbolResultado de imagen para manifestacion politica

Existen realidades paralelas, personas que ni se conocen y pertenecen a distintos sectores sociales, pero cuyas historias de vida son muy similares. Así, un zafrero en Tucumán y un profesor de Shangai recorren las mismas circunstancias de vida y se podría trazar un paralelismo entre ellos, la literatura ha jugado muchísimo con ello. Por ello se me ocurrió trazar un paralelismo entre el fútbol y la política en nuestro país.
Ambas cosas despiertan pasiones y polarizan a la gente. Es curiosa esta tendencia que tenemos los argentinos de dividir nuestras opiniones, simpatías y hasta pasiones. Si trazamos el paralelismo entre fútbol y política, tenemos que definir un comienzo para mirar similitudes y diferencias. El origen de la política deberíamos fijarlo a comienzos de la década de 1880, en la llamada organización nacional, donde las guerras civiles se reemplazaron por “escaramuzas”, “chirinadas”, golpes militares y dictaduras. El origen del fútbol, podríamos ponerlo en los partidos organizados por trabajadores de los ferrocarriles ingleses, donde el fútbol tomo raíz popular, ya que anteriormente era una práctica en colegios ingleses, pero sin arraigo en la gente común.
Tomemos como elementos para trazar este paralelismo la adhesión popular, los aspectos económicos y la participación popular; todo en un contexto del transcurrir histórico, donde en algunos momentos ambos la política y el fútbol tienen conexiones muy marcadas.
La política se conforma en su origen en torno a representantes con mayor o menor grado de representación popular, hasta que, con el sufragio universal y el surgimiento del Irigoyenismo se inicia un período de dirigentes políticos con representación popular genuina. La política se tiñe de antagonismos de naturaleza heredada y de una nueva clase de antagonismo: el que surge por el apoyo que se obtiene en distintos sectores sociales. A partir de allí, los partidos políticos asumen la representación de los intereses en que se soportan; algunos en las clases mas populares, otros en intereses económicos, otros en sectores medios y otros en grupos minoritarios pero de cierta relevancia. El dirigente deja de ser un representante del “partido político” y pasa a ser un representate de los intereses que defiende. Curiosamente, en esa transición el dirigente pasa a ocupar cargos rentados, ya sea por la naturaleza del cargo o porque se asigna una remuneración por su función (dieta, gastos de representación, etc.). Esos cambios conducen a la conformación de una “casta”, donde muchos dirigentes hacen de la representación política su forma de vida. Finalmente la representación que tenían los partidos políticos se transfiere a los dirigentes y estos a su vez, buscan ampliar su base de representación independientemente de su partido político de origen. Esta transición de nota en el lenguaje utilizado por los dirigentes políticos, se habla de “espacio político”, “coincidencias programáticas”, “representación”, etc., en realidad la imagen que se tiene de la representación política se asienta en personas y no en partidos o ideologías. Esta transición requiere de una nueva forma de hacer política, asesores de imagen, encuestas, presencia en los medios de comunicación, etc. Pero esta nueva forma de hacer política empodera a los medios de comunicación como “constructores” de dirigentes y a intereses económicos que aportan publicidad, estudios de imagen, encuestadores, etc.
En el fútbol, su origen inglés limitó espacio inicial a los colegios privados o confesionales, la popularización llegó de manos de los ferrocarriles, donde los trabajadores ingleses alternaban con los argentinos y fue estimulado como actividad recreativa. Su alto nivel de participación llevó a la conformación de clubes, ligados a los ferrocarriles o a barrios donde estos contaban con gran cantidad de empleados. Las tradicionales rivalidades barriales encontraron cauce en este juego y pronto se organizaron campeonatos y asociaciones que regulaban estos campeonatos, su origen fue voluntario, pero muchas de sus actividades requerían una dedicación de tiempo completo y la actividad se fue profesionalizando. En su evolución a la profesionalización no se elevaba al jugador por encima de su club, un jugador tenía el llamado “amor por la camiseta”. El mayor auge del juego aumentó su importancia económica, y los jugadores pasaron a ser una “mercancía” a la que los clubes accedían para mejorar su nivel de juego. Hoy el jugador trasciende a los clubes en los que juega, y el fútbol tiene una relevancia económica tan significativa que trasciende al mismo juego. Aquí también los medios influyen en la cotización de jugadores y técnicos, un club que quiera participar en un nivel de competencia importante, tiene que contar con apoyos económicos e incluso políticos para lograr esto.

Así, los protagonistas de la política y el fútbol comparten una historia evolutiva donde tuvieron inicios en estructuras que los definían (el equipo y el partido), y evolucionaron a un protagonismo dependiente de apoyos mediáticos y económicos, e independientes de su origen. Tanto en la dirigencia de la política y del fútbol se crearon sistemas clientelistas e incluso delictivos, la violencia los atravezó a ambos, lograron apoyos masivos, se acercaron a élites económicas e intelectuales, se sospecha de vínculos con los peores sectores de la sociedad (crimen y narcotráfico) y finalmente lograron desvirtuar su imagen originaria.      

No hay comentarios: