jueves, 27 de julio de 2017

Política y crispación

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Un CEO es una persona que maneja una empresa con el objetivo de que esta obtenga la máxima ganancia posible, no creó la empresa, no tiene ningún grado de compromiso con ella ni con los empleados que participaron de la iniciaron y la llevaron a su actual posición. El CEO responde a un directorio que pretende que su inversión rinda el máximo posible, por ello su objetivo es ese, y su éxito depende de las ganancias que obtenga, no tiene compromiso con el “capital humano” de la empresa, ni encarna la “responsabilidad social” que suelen blandir las empresas como argumento publicitario o de marketing. El CEO obtiene su prestigio, poder y ganancias, de las ganancias que obtienen de la empresa que dirige, en esta ecuación no se incluye la situación laboral de sus empleados, el compromiso social y medioambiental de la empresa que dirige. No pretendo hacer un juicio de valor sobre estas personas, pretendo destacar la principal característica de ellas, para establecer el postulado inicial de mi análisis.
Este gobierno tiene en su “matriz política fundacional” la gestión, encarnada por CEOs que fueron puestos en lugares claves del gobierno, estos CEOs se rodearon de algunos de sus ex gerentes y muchos funcionarios que fueron impuestos por compromisos políticos. En el ambiente empresarial, este “equipo” respondía solo al CEO, pero en función de gobierno, solo un pequeño núcleo, le responde y sin el principal incentivo de la empresa privada, las ganancias; el resto del equipo sabe que su permanencia depende de su vínculo político y no de su desempeño como funcionario. Así, el poder que detentaba el CEO en su empresa se reduce sustancialmente, como así también la eficacia de tanto, su liderazgo, como de los resultados que puede lograr. El segundo problema que enfrenta un CEO en función de gobierno, es el equipo ejecutor de su gestión. El empleado público no detenta su puesto en función de una selección que obtiene la mejor preparación posible para el nivel de remuneración ofrecido. El empleado público no tiene incentivos para hacer bien su trabajo y mejorar ya que no existe el estímulo del desempeño ni el temor al despido. Debemos sumar a esto que todo cambio suele ser mal recibido por quienes inicialmente se perjudican por el, aunque estos sean minoría y sea una mayoría quien se beneficie. Por último, y no menos importante, estos CEOs están rodeados de otros funcionarios de igual rango que provienen de alianzas o compromisos políticos y que carecen de la necesaria competencia y capacidad para desempeñar sus funciones; y de cuyo desempeño suele depender el éxito de muchas de las medidas que pretendan tomar los CEOs.
Así vemos el resultado de la aplicación de distintas medidas, que sin analizar su necesidad y oportunidad, no tuvieron el resultado esperado:
  • El ajuste de las tarifas de energía (electricidad y gas), que podría haberse realizado en forma gradual, como se lo realizó con en el resto de medidas económicas. Algo que tendría que haberse realizado en forma conjunta con otras medidas paliativas, sobre todo en los sectores de menores ingresos y en las Pymes. Aquí primó el criterio del beneficio que se genera en el estado por la disminución de subsidios frente a la situación de sectores de la sociedad.
  • La revisión del funcionamiento de organismos del estado, donde se producían malversación de fondos públicos y gastos excesivos; y que en virtud de estas “revisiones” dejaron de prestar los servicios que prestaban en tiempo y forma. Tal es el caso del PAMI, donde mientras se estudia la mala gestión anterior, se desatiende afiliados y se pierden prestaciones que son necesarias para la gente de la tercera edad.
  • La revisión de subsidios sociales mal otorgados, llevó a la suspensión indiscriminada de subsidios, perjudicando a muchas personas que necesitaban de dicha asistencia. Nuevamente el interés por la institución se ubicó por sobre las necesidades de sus miembros.
  • La re conversión de áreas del estado, con planes que afectan derechos de trabajadores estatales se realiza sin considerar como reconvertir y re insertar en un nuevo esquema laboral a muchos empleados públicos.
  • La seguridad pública se aplica manteniendo pautas de represión sobre la población general y no sobre grupos poblacionales específicos, así la política de seguridad no plantea grandes diferencias entre el ámbito urbano y rural. Los sistemas tecnológicos se optimizan según pautas empresariales como ocurre con el 911, planteando una centralización de servicios como lo hacen los “call centers” y no priorizando en conocimiento territorial y la eficacia del servicio.


Se podría hacer una larga lista de ejemplos, pero estos bastan para ilustrar como la metodología de esta “ceocracia” que describíamos al principio se aplica al ámbito público con las deficiencias   producto de las diferencias entre el entorno de gestión privado y público ya descritas. En resumen, no se aplican buenas medidas y se las ejecuta mal.
Se aplican mal, porque no incluyen en su ecuación a la gente, los empleados públicos y los destinatarios de sus medidas; mas que nada porque en su medio natural -la empresa- no lo hacían. La ejecutan mal porque los responsables de dirijir y ejecutar las medidas no tienen incentivos para ejecutarla bien, no son recompensados si obtiene mejores resultados que los esperados y no tiene consecuencias hacer mal el trabajo que se les encomienda. Algo de lo que el propio presidente tendría que dar ejemplo, desplazando de su gobierno a quienes toman malas medidas o incumplen directivas precisas.
Convengamos que el gobierno anterior, no fue muy diferente, ya que los funcionarios, buscaban el beneficio personal, ya fuera político o económico. El entorno de la gestión no era muy distinto, y quizás la única diferencia es la mayor preparación de algunos funcionarios actuales para la función que deben desempeñar, lo que no garantiza el éxito de la gestión.
En los dos casos quienes sufrieron la falta de servicios e infraestructura del gobierno anterior, fue la gente. Quienes deben sufrir la mala gestión de este gobierno actual, también es la gente. Pero ¿Como reacciona a esto a la gente? Quien está a favor del actual gobierno sufre la frustración de los deseos no cumplidos, aunque le eche la culpa al gobierno anterior, y quien esta a favor del anterior gobierno le hecha la culpa al actual, aunque en su fuero íntimo sabe que el anterior gobierno también es responsable. Esto crispa, ya que en todo momento la gente sufre destrato, falencias, abuso, carencias y sobre todo que todos los responsables, los actuales y los anteriores, no asuman lo que pasa y la culpa que ellos tienen.



1 comentario:

Mariano Tripi dijo...

Muy buen análisis de la actualidad. Me interesan mucho tus artículos. Me gustaría invitarte a participar de mi blog compartiendo alguno de tus artículos. Si te parece nos comunicamos.
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saludos