lunes, 26 de mayo de 2025

Crónica de un inundado, ultima parte.

 


A casi 3 meses de la inundación todavía las huellas del agua se siguen viendo: las puertas descoloridas, objetos en contenedores que quisieron preservarse pero el daño que sufrieron no permitió recuperarlos, gente cambiando pisos que levantó el agua, paredes esperando que la humedad desaparezca, gente pintado, albañiles reparando, carpinteros ajustando puertas y ventanas y todos reparando los daños de la inundación. Pero, como dije en la segunda parte, no todos pueden hacer lo que se necesita por varias razones: falta de dinero para afrontar las reparaciones necesarias, falta de créditos a tasas razonables, falta de subsidios apropiados y subsidios que no llegaron. 

Nadie tiene la culpa del temporal que causo la inundación, pero hay muchas culpas de quienes tenían que hacer algo después de la inundación. La primera culpa es la falta de planes para enfrentar una catástrofe, algo que comparten los gobiernos municipal, provincial y nacional, todos ellos tenían planes de contingencia sobre emergencias, no sobre catástrofes. En la emergencia se supone que los recursos disponibles son suficientes, pero en una catástrofe los recursos disponibles solo cubre una pequeña parte de las necesidades. Para enfrentar una catástrofe se requiere una planificación previa, donde se disponga: de un inventario de recursos humanos, de un inventario de medios disponibles, de un inventario de bienes disponibles, de una organización que dirija y coordine estos recursos, de grupos de especialistas que se integren como asesores, de planes de acción sobre escenarios preelaborados. Pongo como ejemplo los recursos humanos disponibles en Bahía Blanca existen organismos de emergencias municipales, una guardia urbana, el cuerpo medico y asistencial del hospital municipal, empleados municipales que intervienen en áreas de catástrofes (electricidad, comunicaciones, maquinaria vial, transportes, etc.); organismos provinciales como policía y bomberos, cuerpo médico de un hospital provincial, establecimientos provinciales con capacidad de ayuda como escuelas, talleres, vialidad provincial, etc.; organismos nacionales como policía federal, gendarmeria nacional, prefectura naval, ejercito argentino, armada argentina (vecina a Bahía Blanca y con capacidad operativa), un hospital militar, personal de vialidad nacional, correos y comunicaciones, organismos dependientes de distintos ministerios nacionales con capacidad de intervención; organismos no gubernamentales como: bomberos voluntarios, asociaciones médicas, asociaciones de ayuda social, cooperativas, clubes deportivos, etc. ; empresas privadas que se integran al sistema y aporten equipos, operarios o bienes (maquinaria, operadores, instalaciones o bienes); y por último un sistema de voluntarios registrados previamente.

Para gestionar este recurso en la emergencia se requieren disponer de medios de comunicación, de transporte, logística de soporte al personal (comida y descanso de las personas), logística de medios  (como hacer llegar al personal los medios que necesita) y capacitación previa de los roles a cubrir según los distintos escenarios. 

Adicionalmente se requerirá una normativa especial para estos casos, de modo que no sea necesario recurrir a la intervención ninguna autoridad para generar autorizaciones, avales, etc, que solo demoran la ayuda. 

La segunda culpa es la falta de una metodología sistemática de ayuda e identificación de los damnificados, ya que una ayuda que llega tarde o se dirige a sectores no prioritarios representa un gasto publico mal aplicado. Las catástrofes requiere una ayuda especifica en un primer momento destinada a preservar la vida, la salud, la seguridad y los bienes de las personas mediante asistencia médica, ayuda para tener condiciones de supervivencia adecuada (refugios, comida, elementos de limpieza, etc.), seguridad de los bienes (la falta de vigilancia hace que en las catástrofes se produzcan hechos de vandalismo, robos, asaltos o ataques a la integridad de las personas) y asistencia de soporte de instalaciones (suministro eléctrico, suministro de gas, seguridad de los edificios). Superada la etapa de las urgencias se debe generar las acciones de asistencia como ver las condiciones de habitabilidad de las viviendas, las ayudas alimenticias, de ropa, de elementos de higiene, camas, cocinas y elementos que garanticen que los afectados puedan sobrevivir en las mejores condiciones posibles. En esta etapa se debería identificar a los afectados, mediante geolocalización, usando información de catastro, de modo de poder vincular vivienda, moradores y daños sufridos. Adicionalmente se debería relevar las necesidades de ayuda y las posibilidades de enfrentar la reparación de los daños sufridos. Esta información es vital para coordinar la entrega de ayuda solidaria de personas e instituciones que desean hacer las entregas de la ayuda en forma personal.      

La tercer culpa es la falta de asistencia para la recuperación y reparación de los daños en las viviendas y locales comerciales o productivos. La recuperación de los daños requiere disponer de medios económicos, con los que no siempre cuentan las personas afectadas, pero podemos hacer una clasificación simplista de como pueden enfrentar los gastos de las reparaciones. Puede haber quienes cuentan con los medios para hacer frente a ellos y no requieren asistencia, los que no cuentan con los medios disponibles pero accediendo a créditos pueden pagar los gastos y los que no cuentan con los medios y tampoco tienen capacidad de pago del endeudamiento necesario. Los primeros deberían gozar de exenciones impositivas que compensen los daños sufridos, los segundos deberían poder acceder a líneas de crédito subsidiadas (tasa cero o muy baja) con exenciones impositivas y por último se debería dirigir los subsidios no reembolsables a aquellos sin medios posibles (cualquier jubilado con la mínima y con valores cercanos a ella, pensionados, desempleado, etc.). Esto sería un sistema mas justo de asignación de fondos, pero requiere del relevamiento de información que antes propusimos.         

Por último la falta de planes integrales de prevención de contingencias concomitantes con la inundación. Las catástrofes no vienen solas, se suelen asocial a problemas sanitarios (enfermedades, epidemias, etc.), psicológicos (estrés postraumático, fobias, ataques de pánico, depresión, etc.), sociales (gente sin casa, perdida de trabajo, etc.), estas cuestiones deben abordarse en forma integral y disponer de respuestas a los distintos problemas que se presenten. Pero al principal urgencia es que una catástrofe plantea la posibilidad de que se repita, en menor o mayor medida y por lo tanto deben planificarse acciones a corto y largo plazo. Las primeras deben recuperar condiciones mínimas de seguridad (en la inundación se vio las calles de la ciudad llenas de barro, que al no quitarse obstaculizaban el drenaje de las calles, la falta de limpieza de los canales obstaculizados por elementos arrastrados por la inundación, etc.) Esto es un trabajo que con planificación y asignación de recursos puede evitar que se repitan emergencias ante contingencias menores. Las obras que permitan evitar futuras catástrofes están en el horizonte lejano y en el horizonte cercano parecen insuficientes.

Las catástrofes ocurren y volverán a ocurrir, mas pronto o mas tarde, la pregunta que me queda es como las enfrentaremos, con un verdadero plan o con medidas que solo busquen crear una buena imagen del funcionario de turno.


jueves, 10 de abril de 2025

Crónica de un inundado, segunda parte.


 

Los problemas no empiezan solo cuando llega el agua, empiezan cuando se va. Cuando el agua de va, se toma real dimensión de lo que pasó, en un primer momento la adrenalina de la situación debe activar un modo supervivencia donde se ignoran o al menos no se le asigna importancia de lo que nos puede afectar la inundación mas tarde.      

Cuando el agua se va, uno empieza a recorrer su casa y toma conciencia de los daños que sufrió, los materiales, que son los que menos importan; y los vinculados con los afectos y recuerdos que conllevan. Uno sufre la pérdida de bienes que tenían el valor del esfuerzo que costo adquirirlos y de otros que representan momentos y recuerdos de hechos y personas cercanas a nuestros afectos. En ese momento empieza un “Triage” de: esto no esta afectado, esto puede recuperarse y esto hay que tirarlo porque no sirve mas. Ese proceso comienza esa misma tarde y los días siguientes donde las veredas se llenan de las objetos que cada vecino supone irrecuperable, pero con sorpresa se ve gente que recorre las calles buscando entre los objetos descartados algo que les sea de utilidad o que pueda suponer algún valor, me vino a la memoria, mientras veía personas revolviendo las pilas de objetos tirados en las veredas, la frase aquella de “la basura de uno es el tesoro de otro” y me dolió el alma,

Las perdidas pueden medirse en dinero, en comodidades que se deben resignar o en recuerdos que volvían al ver determinados objetos. Estos últimos son los que uno mas lamenta, dado que no aportaban comodidades no tenían mucho valor, de hechos la mayoría eran pequeños objetos, fotos o alguna prenda, pero son los que mas uno nota que no están. Pero, como dice la propaganda, para lo otro esta …. ? Quien está?. Está la familia, están los amigos, está la solidaridad de los vecinos y de mucha gente que dedico tiempo esfuerzo y recursos a ayudar, eso me confortó el espíritu, muchos aceptamos la ayuda que necesitábamos para limpiar, ordenar, tener un lugar donde ir a bañarnos  poder dormir sin olor a la humedad que se pegaba en la ropa. Hasta el clima ayudó y tuvimos una semana de sol y temperaturas agradables después del temporal para poder hacer las primera tareas de limpieza, porque las tareas siguen ya que las paredes tardas de 30 a 60 días en secarse, algunas viviendas han sufrido daños estructurales, daños importantes que suponen gastos todavía mas importantes.

Y llegamos al dinero, eso que necesitamos para comprar los bienes que perdimos y pagar las reparaciones que necesitan las viviendas, y aquí empiezan los problemas, aquí  aparece la política y aquí aparece la mezquindad de seguros, bancos y funcionarios, que contrastan con la generosidad de las personas y muchas instituciones de la sociedad.

Todos sabemos que los políticos se caracterizan por prometer y no cumplir. Pero hay que remarcar hechos que ponen de manifiesto la poca capacidad de los dirigentes políticos para hacer promesas que no se cumplen y les genera mas bronca por parte de la gente. El gobernador anunció una linea de crédito subsidiada de hasta 10 millones de pesos para las familias afectadas y destinó un monto de 10.000 millones para esos créditos. Ahora bien, la mitad de una población de 400.000 personas fue afectada, a un promedio de 4 personas por familia hay 50.000 potenciales solicitantes de ese crédito si dividimos los 10.000 millones por las 50.000 potenciales solicitudes, solo habría fondos para dar créditos de 200.000 pesos y no los 10 millones que anunciaron. Por eso al segundo día de haberse iniciado las solicitudes, los montos se redujeron a un máximo de 3.500.000 y había que cobrar sueldo en el Banco Provincia para acceder a ellos, no importó que fueras cliente del banco.  Si el gobernador no actuó de mala fe indudablemente no sabe de aritmética, también podemos pensar que tiró un número que impresionara sin importarle la situación de mucha gente que no quiere que le regalen nada, pero necesita un crédito accesible en las actuales circunstancias. Por el lado de Nación las cosas siguen peleadas con las matemáticas se anunció un fondo de  200.000 millones, para repartir entre los afectados, señalando que los desembolsos no reembolsables (lindo trabalenguas) serían de 2 y 3 millones de pesos por grupo familiar afectado , a un promedio de 2,5 millones por 50.000 afectados tendríamos un monto de 125.000 millones. Supongo que la diferencia va a contribuir al “restablecimiento del superávit fiscal”, o la motosierra también nos llegó a los inundados. 

Siguiendo los programas de beneficios que están anunciando, les propondría que el ARCA active las devoluciones de percepciones en Bahía Blanca, ya que a la fecha todavía no terminaron de devolver las percepciones de 2023. Les propondría que se cree un sistema de información sobre las coberturas de los seguros de vivienda, ya que la mayoría no cubre inundaciones, si siquiera como un porcentaje  de la póliza.                       

Hemos sufrido pérdidas materiales y afectivas, pero si cuando vamos a intentar recuperarnos, no podemos contar con los seguros que pagamos durante años, con algún crédito donde el Banco no gane (no digo que pierda) con el préstamo, o con subsidios que no sabemos para que se utilizarán. La ambición política y económica, lastima mas que el agua.

lunes, 24 de marzo de 2025

Crónica de un inundado, primera parte

El viernes 7 de marzo en Bahía Blanca no comenzó como un día cualquiera, el alerta meteorológica del SMN hizo que las autoridades municipales suspendieran las actividades, algo que a muchos les salvaría las vida. Como la mayoría de los bahienses acostumbrados a alertas incumplidas, pero ya escaldados por la “turbonada” del 2023 y una pedrada de dimensiones regulares (tirando a grandes), la mayoría reduje mis actividades y me dispuse a desayunar con mi esposa en medio de una lluvia muy intensa, 200 mm hasta ese momento. Como suele suceder con lluvias intensas empezaron a aparecer algunas goteras, nos obligó a interrumpir los mates y ocuparnos de correr algunos muebles y poner los infaltables “tachitos para que no se junte mucha agua”. La radio que escuchábamos en ese momento alertaba que el canal derivador Maldonado amenazaba con desbordar, el agua en la calle ya cubría la vereda. En la radio avisaban que se desbordaba el Maldonado y todo el sector vecino a él comenzaba a inundarse, en ese momento el agua la estaba cerca de del umbral de nuestra casa que está a 70 cm por sobre el nivel de la vereda. Ante la inminente entrada de agua, que suponíamos no superaría los 20 o 30 cm, intentamos cubrir las puertas con sabanas y toallas para minimizar la fuerza del agua y evitar la entrada de lodo. Pero en unos breves minutos el agua superó los 30 cm que preveíamos y tuvimos que irnos de la planta baja de la casa a la planta alta donde tenemos un  lugar de trabajo lo que nos evitó enfrentar los riesgos de exponernos al aumento del nivel del agua que en instantes alcanzó el metro de altura en el interior de la planta baja. Tuvimos suerte de tener un lugar seguro donde estar y con la carga de los celulares alcanzamos a comunicarnos antes de que estos dejaran de funcionar. Desde las ventanas de la planta alta veíamos el agua que arrastraba autos, muebles y todo tipo de objetos a partir del mediodía el agua comenzó a bajar lentamente y recién sobre las 19 pudimos ver que el agua se retiraba de nuestra casa. Desde ese momento hasta este momento donde escribo estas líneas, dos semanas después, todo fue limpiar, tirar muebles, ropa, electrodomésticos y comenzar con las tareas de hacer habitable la casa que nos cobijó por mas de 30 años, tarea que nos demandará no menos de dos meses.
Lo que nos pasó y que traté de describir en el párrafo anterior, no es nada frente a lo que sufrieron otras personas que no tenían un lugar seguro donde refugiarse y que vieron peligrar sus vidas al tratar de ponerse a salvo, de hecho hubo 16 victimas fatales que no fueron mas por el feriado que se decretó desde el municipio.
Tomando ese hecho como punto de partida hacia atrás y hacia adelante, podemos decir mucho sobre lo que se hizo, lo que no y lo que habría que hacer, pero antes que nada tengo que resaltar la solidaridad de las personas durante y después de la inundación, hubo quienes arriesgaron sus vidas para salvar a otras personas en riesgo, personas que salieron a socorrer y ayudar a otros con comida, colchones, ropa y ayuda para limpiar el barro de las viviendas. Pero también hubo falencias que son producto de políticas cortoplacistas, indolencia de funcionarios de segunda y tercera línea que ni están a la altura de los cargos que desempeñan.
Para esta primer crónica quiero dejar una idea que es la base sobre lo que debería hacerse, porque no hay una planificación territorial que maneje una catástrofe, suele haber una planificación de un sistema de emergencias basado en algunos riesgos potenciales evidentes. La principal diferencia entre catástrofe y emergencia, es que en esta última los recursos disponibles son suficientes o están en el orden de lo necesario para asistir y controlar un evento; pero una catástrofe supone que los recursos disponibles desde la autoridad a cargo no alcanzan para lo mínimo necesario. Esto supone que un sistema de control de una catástrofe debe utilizar todos los recursos que no pertenecen a la orbita de la autoridad territorial, tampoco alcanza crear organismos en esferas provinciales o nacionales, ya que los recursos necesarios para atender la urgencias que supone una catástrofe solo pueden surgir del territorio. Este sistema debe integrar los recursos disponibles del estado en todos los niveles, el municipal, provincial y nacional, debe coordinar las sociedades civiles, las empresas privadas que tengan capacidad de participar, los voluntarios que se ofrezcan y mantener un sistema de capacitación e información en la sociedad sobre como actuar en caso de catástrofes; en síntesis a una catástrofe solo se la puede enfrentar con un plan, coordinación y preparación. Si alguien dice que no es necesario que se retrotraiga a 2022 y vea lo que paso hasta hoy.