sábado, 5 de septiembre de 2009

El culpable es la víctima


Parecería por el título, que uno fuera a habar del sistema judicial, pero, aunque hay mucha lana en esa madeja, he observado que culpar a la víctima es parte de las conductas de esta sociedad y por carácter transitivo de su dirigencia.
Podemos observar que desde la famosa frase acunada en épocas de la dictadura “por algo será”, cambió en mucho la conducta social frente a las víctimas, y no hablo de víctimas del estado, dictatorial o democrático, sino que me refiero como víctima a cualquier persona o grupo de ellas (sin distinción de género, raza o condición) que sufre una lesión de su persona o de un derecho, en forma compulsiva.
Hagamos un breve racconto de algunos casos: si una mujer es violada, debe demostrar que no provocó a su agresor, si una persona es robada, debe demostrar que no hizo ostentación de sus bienes, si una persona es agredida, debe probar que no provocó en forma alguna a su agresor o si una persona es asesinada, debe probarse que no tuvo reacción alguna de defensa. En estos casos, no considero aspectos legales, sino la reacción de la gente frente a esos hechos, por ejemplo ante una violación la gente suele preguntar por las características de la víctima y no ante la brutalidad del hecho, nadie considera que es un derecho elemental de cualquier ser humano consentir una relación, y no hablemos de que considera la gente si la víctima es un varón (la mayoría suele preguntar si era homosexual) o un transexual (como si su condición le suprimiera el derecho a consentir la relación). Ante el mismo hecho, también hay otras maneras de “culpabilizar a la víctima”, si la víctima es una mujer mayor (la frase suele ser: “le hicieron un favor”), si es una trabajadora sexual (también se le suprime el derecho de consentir), también están los casos donde: la víctima pertenece a alguna minoría, tiene alguna discapacidad, tiene alguna enfermedad mental (puede pensarse como una incapacidad en el derecho a consentir). En síntesis, nadie prioriza el derecho de las personas a consentir una relación, consentimiento que puede negársele a la víctima mediante la violencia o mediante algún tipo de condicionamiento (un adicto en estado de abstinencia, una persona desfalleciente de hambre, amenazas sobre la estabilidad laboral, etc.).
De la misma manera que el disfrute de los bienes fruto del trabajo de una persona, su integridad física o su vida, son objeto de de una “revisión crítica” por parte de una sociedad, que ignora una escala de prioridades en los derechos de las personas. Esa supresión de la conciencia ciudadana sobre sus derechos ocasiona la falta de solidaridad ante las victimas y la condena social de los victimarios. Esto no significa la supresión de las garantías de los derechos del victimario, los cuales podrá ejercer en la instancia judicial utilizarlos para obtener una condena más benigna. Condenada una persona, preocupa la falta de condena social, ser victimario ya no es un estigma social, hasta suele ser reivindicado y resulta que el violador es un “macho imparable”, el ladrón es un “justiciero social”, los agresores son “emocionalmente hiperactivos” y los asesinos “defensores de su vida”.
Estos derechos a la integridad de la persona, al disfrute de sus bienes y a la vida, que se reconocen legítimos y prioritarios a nivel del individuo, no son reconocidos a nivel colectivo, lo cual es mucho más preocupante. Existen, en nuestro país un ordenamiento jurídico, donde la constitución y las leyes forman parte de la mayor jerarquía normativa, pero también existen resoluciones, ordenanzas o reglamentaciones que fijan la conducta de las personas. En estos componentes normativos encontramos también elementos de “culpabilización de víctimas”.
Tomemos un ejemplo, si una persona conduciendo un auto, es chocada por otro vehículo que cruzó un semáforo en rojo, debe: tener puesto el cinturón de seguridad, tener seguro contra accidentes al día, haber realizado la VTV de su automóvil y tener registro de conductor, como mínimo para obtener el derecho a ser indemnizado por el accidente del cual fue victima, do no ser así probablemente deba recurrir a una instancia judicial para que se le reconozca su derecho. También podemos poner como ejemplos: la mora administrativa de los organismos de control, los accidentes laborales, el cobro de seguros, etc. En resumen, las victimas no son tales, sino que se las presume “estafadoras” o “con reclamos excesivos”, sobre sus derechos de víctima.
Un último nivel de “culpabilización de víctimas”, produce cuando se niegan los derechos de protección y regulación sobre una sociedad que, indefensa, es la permanente víctima. La falta de programas universales que combatan la pobreza generada millones de excluidos que carecen de lo elemental, y que deben soportar que los traten como “mendigos” o “vagos” por no tener trabajo, cuando el estado no ha generado las condiciones de desarrollo económico par alogar pleno empleo. Las decenas de miles de victimas de accidentes de tránsito originados en malas regulaciones e infraestructura de las vías de comunicación, que son llamados “conductores irresponsables”, que son multados por nimiedades en rutas que no tienen capacidad para soportar la intensidad de transito a que son sometidas. Los millones de enfermos por falta de infraestructura sanitaria y medio ambiental, que no cumplen las disposiciones sanitarias, cuando ni siquiera tienen agua potable, o que enferman por la contaminación de empresas que publicitan en todos los medios su contribución a la economía país, mientras pequeños empresarios que apenas superan los niveles mínimos de contaminación son clausurados. Las decenas de victimas de la violencia que no son protegidos por un estado que tiene funcionarios incapaces de generar políticas de seguridad efectivas. Los millones de víctimas de las drogas que son tratados como delincuentes (no importa lo que diga la corte) en lugar de considerarlos enfermos y darles tratamiento.
Por último, esta sociedad está siendo victima de la falta de educación, ahogada en medio de encuestas, planes pedagógicos y leyes educativas, sin reconocer el rol del docente como actor imprescindible, sin respetar al alumno como eje y sujeto, con obligaciones y derechos vinculados. A esta sociedad se la está privando de ser constructora de su destino, por la falta de una educación que nos convierta en mejores personas y no en personas instruidas, quizás cuando logremos eso seremos solidarios con las víctimas y no las culparemos por lo que han sufrido.

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