domingo, 2 de mayo de 2010

Maniqueísmo


Según distintas definiciones pueden encontrarse en los diccionarios sobre la palabra maniqueísmo: “Actitud que tiende a valorar las cosas como buenas o malas, sin términos medios” o “Doctrina basada en dos principios absolutos opuestos entre sí”. Esta doctrina surge como religión de tipo dualista (oposición entre el bien y el mal como eje) y gnóstico (idea de un conocimiento absoluto), que se fundó en Persia por el sabio Mani o Manes, a quien sus seguidores consideran divinamente inspirado.
Como toda doctrina de tipo gnóstico fue considerada hereje y sectaria por la iglesia, lo no que impidió su extensión por todo el imperio romano, Asia Central, China y el imperio musulmán y según algunos teólogos, su culto aún sobrevive en la actualidad. Los maniqueos creían (o según dicen, todavía creen) que había una eterna lucha entre dos principios opuestos: el Bien y el Mal, que se asocian a la Luz y a las Tinieblas, también creían que el espíritu del hombre es de Dios y el cuerpo del demonio. Creen que es necesario practicar un estricto ascetismo, desprecian por eso la materia e incluso el cuerpo (resulta interesante que la misma actitud la tuvieran muchos fanáticos católicos “penitentes”). Decían que Zoroastro, Platón, Jesús, Buda y otros profetas habrían sido enviadas a la humanidad para ayudarla en su liberación espiritual, siendo Mani el Sello de los Profetas. Ellos niegan la responsabilidad humana por los males cometidos porque creen que no son producto de la libre voluntad sino del dominio del mal sobre nuestra vida.
La comunidad se conformaba con en dos grupos: los elegidos y los oyentes. Los primeros se dedicaban a la oración, eran célibes y vegetarianos, a su muerte llegaban a al llamado Reino de la Luz, los oyentes en cambio debían servir a los elegidos, podían casarse y practicaban ayunos, a su muerte esperaban reencarnarse en elegidos. No se buscaba el triunfo del bien, sino el retorno al estado natural de separación entre el Bien y el Mal, ya que como el mal era indestructible se debía huir de él para alcanzar el Reino de la Luz.
En este punto no resisto hacer un comentario sobre las coincidencias que pueden encontrarse entre las ideas de esta doctrina religiosa y las formulaciones de las actuales religiones. Ciertos aspectos de esta doctrina religiosa pueden encontrarse en las directivas sobre celibato de la iglesia católica, al igual que la antigua obligación del estado de mantener al clero, los hábitos de las religiones orientales hacia el vegetarianismo, las sucesivas reencarnaciones hasta lograr el estado de Buda que sostiene el budismo, el desprecio hacia el cuerpo, en particular el de la mujer que sostienen el las religiones islamistas y las posiciones de la iglesia católica medieval. En resumen si bien la doctrina fue perseguida, muchas de sus ideas se encuentran en las distintas religiones que se establecieron en las áreas hacia donde se dispersó el pensamiento maniqueísta.
Retomando el sentido político original de este artículo, el sentido filosófico maniqueísta influenció ciertas doctrinas políticas, en particular las teorías del Realismo político y en particular a Carl Schmitt, que también dentro de la misma filosofía maniqueísta había adherido a la teoría del orden jurídico. Schmitt militó en el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes, pero con el surgimiento de Göring comenzaron las amenazas de la S. S., que le consideraban un advenedizo y lo apartaron del primer plano de la vida pública. A pesar de ello su pensamiento dominó el eje doctrinario Nazi.
Schmitt postuló la necesidad de instaurar un poder de "decisión" adecuado que termine con la guerra interna, cosa que no es posible en un Estado liberal donde no tiene sentido el sacrificio de la vida en favor de la unidad política. La acción política debe comprometer a los individuos; y tal compromiso solo puede resultar de la guerra. En ese Estado no existe el monopolio político, al reducirse solo una "asociación" que es superior a la sociedad misma. Así, las relaciones políticas surgen del antagonismo concreto originado a partir de la posibilidad efectiva de lucha. Lo político es, entonces, una conducta determinada por la posibilidad real de lucha; es también la comprensión de esa posibilidad concreta y la correcta distinción entre amigos y enemigos. El medio político es, por ende, un medio de combates concretos y la distinción entre amigo o enemigo es indicar el extremo grado de intensidad de una unión o de una separación donde: "el enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición".

La frase, como síntesis política del pensamiento de Carl Schmitt, demuestra a las claras, que es el maniqueísmo político. La realidad argentina nos ofrece hoy día otro ejemplo digno de figurar en tratados de teoría política, sino fuera por las componentes netamente carnavalescas de las expresiones locales. Por una parte el oficialismo, asume un rol nacionalista y progresista del que excluye a la oposición y hasta resulta que Pino Solanas es un liberal “derechoso”, según los adláteres del matrimonio presidencial. La oposición, para no quedarse atrás, tilda cualquier medida de inconstitucional, inapropiada y autoritaria, sin importar que sea una resolución sobre el sistema de pesas y medidas. No cabe duda que son ejemplos inequívocos de maniqueísmo, solo que en lugar de merecer un sitio en las enciclopedias de política mundial , solo merecen un verso en el Cambalache de Discépolo.

3 comentarios:

wegaboness dijo...

Me parecieron interesantes los conceptos vertidos;además adquieren una vigencia en la actualidad puesto que se manifiesta esta actitud en nuestra convivencia con total crudeza.
Me parece un buen aporte al debate de ideas tan escasas por cierto hoy en día.
Las idas y vueltas de la gestión política del gobierno actual no le va en zaga a la pobreza de propuestasde la opisición. En lugar de aportar a la situación con críticas constructivas, se prende en el juego y cae en las mismas prácticas que critica.
Espero los jovenes puedan advertir, o más bien los adultos le demos la posibilidad para que lo hagan y no caigan en esta trampa.
Muy interesante, reitero y lo voy a socializar en el ambito docente al que pertenezco de la escuela media en Neuquén capital.

Anónimo dijo...

Alejandro, muy interesante tu escrito. Creo que no es lo mismo políticamente hablando el maniqueísmo de Carl Schmitt y la situación actual en Argentina. Principalmente porque no hay ninguna guerra detrás, sino todo lo contrario. Entiendo que el maniqueísmo nazi funcionaba generando miedo y en Argentina justamente lo que se intenta es sacar esos miedos generados por los medios de comunicación. Lo similar es la división actual que existe en el país, entre los que creen y los que no creen en el estado y en toda división es natural que la brecha se haga mayor día tras día. La oposición Argentina no es excluída por el estado, sino considero que es autoexcluída.

Montoneros, Patria o muerte dijo...

En otro si-digo:"Quizás le sirva a alguien"

Una cultura pre-juiciosa es de por sí una incapacidad de cambio, cuando lo maravilloso que tiene el ser humano es esa posibilidad evolutiva, que lo diferencia, primando, sobre otras especies.
Esa “cultura “tiene una visión, maniquea, de la política basada en criterios de códigos de clase, lo que prima sobre una visión fáctica de la realidad.
Por ende exigen de un gobierno, cual fuere, una conducta basada en un ideal esotérico.
Un gobierno es como un joven, ni bueno, ni malo, con defectos y virtudes, con errores y aciertos, es por cierto, fundamentalmente, una expresión social y como tal: formal, transgresor, etc. O sea un resultado filosófico de “el ying y el yang”, comúnmente llamado “pares opuestos, bien y mal, etc.
Ese concepto sobre la visión del mundo, a muchos conciudadanos, les aleja de la posibilidad de separar la paja del trigo, y del poder disfrutar de medidas que un gobierno ejecuta con propiedad.
Es decir lo que se premiaría en un joven: los acierto sobre los errores, al trasladarlo al gobierno, lo parcial se convierte en un todo, y ,automáticamente, sobreviene un rechazo..
Y lo,que es verdaderamente, triste es que se privan de gozar de logros de los que son, totalmente participes en tanto y en cuanto pueblo.

“Solo los brutos no cambian”