domingo, 4 de julio de 2010

Las oposiciones y yo

Se habla de la oposición, de grupo A, de peronismo disidente, de posición anti-K, en definitiva se trata de presentar como a una entidad a la oposición a este gobierno, cosa que ni remotamente es cierto. Si bien, como ya he declarado antes en varios de mis escritos anteriores, no soy afín a este gobierno, pero no veo que la oposición, como conjunto, pueda representarme e incluso representar a la mayoría de la gente, que como yo, no cree en este gobierno.


Para que quede claro, aunque resulte repetitivo, no puedo dejar de coincidir con el discurso de este gobierno, ya que en mi condición de peronista de izquierda, el discurso oficial se estructura con la ideología en la que creo y en la que milito. Mi diferencia con el actual gobierno nace en la diferencia que surge entre lo que dice y lo que realmente hace. Decía un viejo sacerdote salesiano, a quien debo mucha de mi formación ideológica, que el camino del infierno estaba empedrado de buenas intensiones, nada más apropiado que ese pensamiento para definir mi concepción de este gobierno. Que quede claro entonces, que no me separa la “lexis” de este gobierno, sino su “praxis”, al decir de algún prestigioso periodista gorila y habitué de comentarios en la nación. Son en definitiva, los hechos que produce este gobierno, la causa por la cual dejé de coincidir con él. No coincidir con el gobierno, no implica renunciar a mis creencias, sino afirmarlas, ya que mis creencias no están condicionadas por el discurso, sino por la coherencia de los resultados de las medidas de gobierno y su discurso.

Ahora bien, no ubicarme al lado del gobierno implica ubicarme junto a la oposición. Rechazo el maniqueísmo que obliga a estar a favor o en contra, rechazo tener que ser parte de algo para poder expresarme y rechazo sacrificar mis creencias por no estar de acuerdo con alguien; en definitiva rechazo ser parte de “esta oposición”. Adoptar esta posición me condena al ostracismo partidario, no puedo expresarme políticamente dentro del partido justicialista, ya que no me enrolo en las dos posturas dominantes: “pro-K” o “anti-K”. No soy K, paro tampoco puedo ser anti K, ya que a pesar de discrepar con un gobierno, no puedo coincidir con quienes hacen de la oposición una negación absoluta de todo lo que haga el gobierno, llegando incluso a negar cualquier cosa buena o coherente que haga y hasta proponiendo medidas que buscan debilitarlo a costas de mermar la asistencia social, los recursos del estado y hasta la soberanía política.

Dejando en claro estos aspectos, analicemos como se compone y como actúa esta oposición. La oposición como agrupación de partidos políticas opositores es solo una parte del arco opositor que ocupa el espacio político-institucional, existe el espacio social opositor, el espacio económico opositor y el espacio institucional opositor, sin mencionar la oposición tilinga de un medio pelo que no participa activamente, pero que sistemáticamente sigue líneas de pensamiento propuestas por algunos medios de difusión.

Los partidos políticos opositores se han caracterizado por una oposición sistemática sin efectuar una propuesta alternativa a las medidas de gobierno que consideraban erróneas, tampoco han fijado una posición ideológica clara desde la cual analizar los actos de gobierno, de modo de dejar en claro cuando se oponían por cuestiones ideológicas y cuando por cuestiones metodológicas, coyunturales o estratégicas. Sin esas definiciones la oposición se agrupó sin identidad y sin coherencia ideológica en un aglomerado opositor cuyo común denominador era la oposición a cualquier medida o acto de gobierno, en un intento por disminuir las probabilidades de que el gobierno acumulara intención de voto para las elecciones próximas. El gobierno aprovechó esta forma de oposición que no la cuestionaba por sus errores e incoherencias y hasta creo que la fomentó, pues ante la proximidad de un acto eleccionario, las incoherencias de esta oposición le restaba apoyo ciudadano y fragmentaban la unión anti-gobierno con sus propias apetencias políticas individuales. Cuando el desgaste que le produjo al gobierno los errores que cometió, dispersó el apoyo que recibía de sectores ideológicamente afines, permitió que los distintos partidos de la oposición (dentro de los cuales el más significativo son sectores del propio peronismo) obtuvieran una mayoría parlamentaria; el arco opositor no pudo consolidar una estrategia parlamentaria en virtud de sus propias contradicciones.

La oposición social obedece a la lógica de la distribución de la ayuda estatal fragmentada, producida por la falta de políticas universales que condujeron a la inevitable distribución desigual de la asistencia que maneja el gobierno desde la cartera de acción social, los sectores más favorecidos se convirtieron en aliados del gobierno y los menos favorecidos convergieron hacia sectores de oposición sin importar cuales fueran, por ello resultó curioso ver a militantes de la Corriente Clasista Combativa apoyando a grupos de la oligarquía vacuna argentina. Aquí el gobierno actuó favoreciendo sectores que lo apoyaron incondicionalmente (Delia y Pérsico son dos claros ejemplos), lo que generó la reacción de quienes vieron en ello políticas clientelistas y asumieron posiciones críticas y de oposición a todo tipo de medidas, incluso las universales. Esta oposición se vinculó a grupos de poder económicos que pudieron reemplazar la asistencia que debería provenir del estado sin ningún tipo de condicionamientos y en forma universal. Es interesante resaltar que no hubo vínculos entre esta oposición social y los principales partidos políticos del arco opositor.

Este gobierno, más que distribuir la riqueza, reformuló el mapa del poder económico, generando la adhesión de grupos económicos que se beneficiaron con ello y agrupando a sectores económicos que se vieron perjudicados por esta nueva configuración de las relaciones de poder económico en el país. Este gobierno permitió el surgimiento de grupos vinculados a la obre pública, que reemplazaron a otros grupos subsidiados mediante acuerdos con los gobiernos de Menen, De la Rua y Duhalde. Estos grupos emergentes se conformaron simultáneamente con la concentración en manos de pocas empresas de los sectores agroexportadores, productores de la cadena primaria de la agricultura (en general aceiteras y molinos) y terminales portuarias, que se expandieron mediante la introducción de la soja transgénica. La misma concentración se apreció en minería y petróleo. Se suma a todo esto, que la composición mayoritaria del capital que opera en el país es extranjero. Varios grupos que se están viendo desplazados operan políticamente y a través de los medios desacreditando (con o sin motivo) a funcionarios, a medidas que los perjudican en mayor o menor grado; e indirectamente al gobierno para condicionar su accionar. Lejos de reconocer que las medidas económicas se tomen en beneficio de la gente, sostengo que el gobierno genera una oposición que presiona contra él, desde grupos económicos perjudicados por medidas económicas tomadas desde el gobierno. Aquí puede apreciarse que esta oposición se vincula estrechamente con grupos políticos del arco opositor, pero salvo acciones de tipo mediático no se ha vinculado con sectores sociales de la oposición.

Dentro de los sectores institucionales el gobierno ha generado conflictos con varios sectores entre los que se destacan: la jerarquía de la iglesia católica, representaciones sindicales no vinculadas al pacto que mantiene con la CGT y con grupos ambientalistas. Por distintas razones, el gobierno generó conflictos que llevó a estas instituciones a convertirse en instituciones que se oponen al gobierno aunque esta oposición tiene distintas razones. Con la iglesia católica se disputó el espacio sobre decisiones que estaban en el ámbito que la iglesia consideraba como propio (ley de educación sexual, casamiento de parejas del mismo sexo, aborto, etc.), con sectores no pertenecientes a la CGT se negó la representación de la CTA, se negó la representación a comisiones internas surgidas en conflictos laborales, donde la representación de sindicatos pertenecientes a la CGT fueron funcionales a los intereses de la patronal; y por último las posición del gobierno frente a la ley de desmonte del NOA, el conflicto de Gualeguaychú, el veto a la ley de glaciares, la renovación de los permisos de explotación petrolera, el otorgamiento de permisos de pesca que permiten depredar el recurso, entre otros enfrentaron la gobiernos con grupos ambientalistas. Esta oposición surgida del apoyo del gobierno a sectores económicos transnacionales que perjudican con su accionar el medio ambiente o los recursos naturales, fue utilizado por algunos partidos opositores (como es el caso de Proyecto Sur), pero no constituyó el sustento de ninguna crítica de la oposición política, más que nada por que no desean entrar en conflictos con estos intereses económicos.

El ultimo componente de oposición, lo constituyen grupos de sectores perteneciente a un variopinto de la clase media urbana (la clase media rural es oposición por haber tomado partido en el conflicto del gobierno con sectores rurales). Estos sectores pertenecientes al más típico medio pelo descripto por Don Arturo Jauretche, son susceptibles de adscribir a cualquier crítica y convocatoria “cacerolera” que le permita justificar su situación económica personal echándole la culpa al gobierno, la falta de un serio compromiso político, militando un rato con la cacerola junto a “gente como uno”; y culpando al gobierno de cosas que realmente no entiende con argumentos repetidos de la fuente mediática que la representa. Estos son los que sustentan la oposición política de partidos faltos de representación legítima, a intereses económicos que ellos mismos desconocen y a instituciones que dicen representarlos (como el caso de la iglesia) y a otras que realmente les representan (las ambientalistas), pero no tienen verdadera conciencia de su importancia.

Al analizar la oposición comprendo a algunos intelectuales que prefieren apoyar al gobierno a pesar de reconocer sus errores, debido a la naturaleza y composición de la oposición, pero no coincido con ellos, aceptar un gobierno que no hace lo que dice aunque coincidamos con lo que dice y con algunas cosas que ha hecho, implica aceptar realidades a medias, hacer concesiones sobre los cambios que cada vez son más necesarios en el país real, en el que se construye día a día con hechos concretos, donde mueren chicos de hambre, donde faltan remedios en los hospitales públicos que atienden a grandes sectores que no tienen acceso a la medicina privada, donde la educación ya no es el gran nivelador de la igualdad de oportunidades, donde el delito y la violencia se han convertido en las opciones más viables para construir un proyecto de vida, donde cada día el estado delega mas funciones en quienes no están preparados ni tienen vocación de servicio, donde se cruza en forma indiferente la línea entre el interés público y el interés privado, donde los funcionarios políticos constituyen una casta, donde la justicia tiene los dos ojos bien abiertos, donde se pierde día a día valores morales y solidarios sin que nadie se lamente, donde nos volvemos mas egoístas, donde no vemos a nuestro prójimo, donde no hacemos un mínimo autoexamen crítico de nuestras vidas, donde tratamos de sobrevivir a pesar de los otros que no pueden; y la lista sería interminable, pero es por eso que no quiero ser complaciente no con el gobierno, no con la oposición, porque creo que este país merece un destino mejor del que nos están ofreciendo; y aunque mi decisión me cueste estar solo, sabré que puedo mirar a los ojos de mis hijos sin que puedan reprocharme nada, podré mirar a los ojos de los otros sin vergüenza y, podré decir lo que pienso sin que nadie me obligue a callarme.

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