lunes, 27 de diciembre de 2010

Seguridad: Otra vez sopa



Me repito y repito, el problema de la seguridad obedece a reintentar soluciones usando modelos obsoletos y fracasados. La seguridad se construye con medidas innovadoras basadas en funcionarios capaces y sin vinculación con las estructuras institucionales existentes. En ese sentido la medida tomada por la presidenta de designar a la Dra. Garré al frente del ministerio de seguridad ha constituido un doble acierto (convengamos que últimamente he coincidido poco con las medias tomadas por la presidenta para que no se me tilde de oficialista).

Es positivo que se asigne al tema seguridad una entidad institucional relevante y no una facultad delegada en otro funcionario y también es positivo que la máxima responsabilidad institucional sea ejercida por alguien que no tenga vinculación con las estructuras institucionales de seguridad ya establecidas. La única observación que puede hacerse es la inevitable asociación entre la anterior función de la ministra Garré frente al ministerio de defensa, que la vincula al manejo del máximo nivel de la fuerza que puede ejercer el estado (aunque también podría haberse hecho a propósito para conformar a algunos “derechosos” que reclama mandar los militares a la calle).

Hasta ahí mis coincidencias, pero a partir de estas veo que se cae en los mismos errores que han hecho fracasar anteriores políticas de seguridad. Para que no queden dudas de mi posición técnica, no política, hablaré de aquí en más como ingeniero y no como analista político. Parte de mis discrepancias se basan un trabajo presentado en el congreso mundial de ingeniería: “Ingeniería 2010”.

La primera discrepancia surge de la falta de definición política sobre el alcance de la seguridad pública, ya que si esta se restringe solamente al control del delito y la violencia social, caemos en la trampa ideológica de la derecha, pues la única solución posible cae en aspectos represivos o disuasivos por el uso o exhibición de fuerza. La posibilidad de combinar redes sociales con fuerzas de seguridad e instituciones de asistencia ante carencias extremas que puedan desembocar en conductas delictivas, impide actuar en profundidad sobre las causas del delito. La no coordinación de instituciones bajo una misma autoridad institucional provoca una actuación no coordinada de agentes públicos que deban concurrir ante emergencias de seguridad. Un ejemplo de ello podría ser la caída de un avión sobre un área poblada, un incidente meteorológico extremo (tornados, huracanes, incendios masivos, etc.), la toma de un penal (recordemos lo que pasó en Chile) y no necesariamente el accionar de okupas movilizados por agitadores sociales o delincuentes.

La segunda discrepancia, también política, es restringir el ámbito geográfico y jurisdiccional de las acciones de seguridad, las cuales deben ser de alcance nacional, subordinar a todos los agentes provinciales y municipales. Esto implica un gran riesgo político, pero sin peligro no hay gloria. Las políticas de descentralización permiten solo diluir la responsabilidad política, pero no son eficaces.

Mis otras discrepancias son estratégicas. La primera se refiere a la estructuración del modelo de acción de las medidas de seguridad, este modelo debe ser un modelo preventivo implementado a nivel táctico con la utilización de toda la tecnología disponible y la integración de la mayor cantidad de agentes públicos organizados en redes supervisadas por las instituciones del estado. La segunda discrepancia, es el mantenimiento de la estructura jerárquica de las fuerzas de seguridad, a nivel operativo, modelo que facilita la comisión de actos de corrupción o de convivencia con delincuentes. La tercera discrepancia es la no utilización del potencial tecnológico existente. el cual pareciera que solo se restringe a la utilización de cámaras de seguridad (lo cual es bueno para los vendedores de cámaras de seguridad).

Existen otras diferencias menores, pero creo que debe dar tiempo a las actuales autoridades para definir su rumbo de acción, el cual puede obtener algunos resultados, pero creo que difícilmente pueda obtener un éxito contundente en materia de seguridad pública.


 

lunes, 20 de diciembre de 2010

En defensa de Garré


No creo que la Dra Garré necesite de mi defensa, ni esta surge de mi plena coincidencia con ella o de la total aceptación de su gestión, pero el Grondona que escribe el artículo en la Nación es el que responde a las contradicciones ideológicas que se encuentra en las antípodas de mi pensamiento, y que es en realidad su verdadera ideología. Por ello, y como he tenido que reconocerle cierta honestidad intelectual en algunas de sus últimas notas, este artículo me reivindica con mi ideología, pues pocas veces se ve aflorar la intransigencia liberal de derecha como en este artículo.
El artículo arranca mostrando la hilacha de su autor, al establecer como decisivo que la sociedad se estructure entre quienes mandan y quienes obedecen, nada más antidemocrático que ese pensamiento. La afinidad de Grondona con la estructura militarista, no le ha permitido comprender la diferencia fundamental entre autoridad y autoritarismo, la primera se ejerce y se acepta, mientras que la restante se declama y se impone por la fuerza. El “hombre fuerte” que señala Grondona es un autoritario, pues su incapacidad para comprender los liderazgos de masas le hace confundir autoritarismo con autoridad. No es el primero ni el único que confunde estos conceptos, ya Sarmiento en su Facundo asimilaba la autoridad de los jefes montoneros al salvajismo y la barbarie. En esa línea de pensamiento toda autoridad emanada de la aceptación de las masas se convierte en autoritarismo y no en un consenso democrático de delegación de autoridad. Grondona, que cita a los griegos hasta el hartazgo, debería recordar que las circunstancias extraordinarias hacían que los griegos nombraran tiranos para superar épocas de crisis, como las que ocurrían en tiempos de guerra, pero la condición era que estos fueran aceptados por el pueblo. Los contractualitas como Hobbes, Locke y Rousseau, también muy citados por el autor, admitían que el hombre cedía su libertad a la autoridad del soberano, a cambio de que se le garantizara ciertos derechos. Como vemos, el primer párrafo del artículo ya identifica a su autor con la más rancia tradición antidemocrática y antipopular.
El artículo continúa planteando que la autoridad que ejercía Néstor Kirchner, no ha sido retomada por ningún funcionario, esta es una sutileza para tirar por elevación un palo a la presidenta, dejando entrever que los ministros ejercen su autoridad por “motus propio” y que la ausencia del ex presidente deja un gobierno sin autoridad.
Al plantear las características de la gestión de la Dra. Garré, indica que esta se equivoca al no definir a un “enemigo” en su gestión. Este concepto, propio de “la hora de la espada” desconoce que carecer de enemigo es una estrategia válida ya que la política de defensa se estructura en base a una política más general, y aunque Grondona prefiera que un general estructure la política, la política de defensa se acuerda con la política exterior. Si nuestro país plantea una integración regional y una solución pacífica al conflicto de Malvinas, no hay hipótesis de conflicto y por lo tanto no hay “enemigo”, y en esto coincido plenamente con la política de defensa. Plantear una hipótesis de conflicto, no solo llevaría a entorpecer la integración regional sino a destinar gastos en un equipamiento militar cuya utilidad sería nula. En ese contexto, el Dr. Grondona debería leer el plan nacional de defensa para ilustrarse, ya que existe un objetivo en la órbita de defensa que supone un rol distinto de las instituciones militares (coincida o no con él) que sustituye plenamente al planteo de una hipótesis de conflicto. La última y patética referencia de Grondona al equipamiento militar de Chile y Brasil, pretende agitar el fantasma de un hipotético conflicto que solo existe en mentes trasnochadas.
La crítica al no ascenso de ciertos oficiales a rangos superiores, es una potestad de la autoridad que Grondona le niega a la ministra, ya que es la autoridad quién designa a los subalternos que acompañan su gestión. Si bien no puede negársele el derecho a cualquiera a pretender ocupar determinado cargo, nadie se imagina como jefe de la policía al hijo del Gordo Valor, independientemente de la persona que este sea. Somos en parte obra de quienes nos precedieron, o si se prefiere para aquellos que gustan de asistir regularmente a misa: “pagarán los hijos las culpas de los padres”.
Veladamente Grondona propone, como todo derechoso, la fuerza como única solución al problema de la seguridad y cualquier planteo en contrario se descarta previamente como imposible. Supone entonces que la Dra. Garré fracasará al no poner a los delincuentes como “enemigos” y usar la fuerza de la policía instrumento de represión del delito. Ignoro si la Dra Garré fracasará o no, porque desconozco que medidas tomará. Algunas medidas que ha tomado me parecen acertadas y otras no, pero mis estudios sobre seguridad me permiten asegurar que la solución no pasa por utilizar un modelo represivo. No será entonces, el no utilizar la fuerza en la represión del delito la causa del fracaso de la gestión del ministerio de seguridad, aunque seguramente será el sonsonete de la derecha ante cada hecho delictivo.
La última perlita del artículo es disyuntiva que le plantea a la presidenta: “salvar la ideología a costa del buen gobierno, o rescatar el buen gobierno a costa de la ideología”, este pensamiento solo puede caber en las mentes de quienes, como decía Jauretche, ponen la nación al servicio de la ideología y no la ideología al servicio de la Nación. En definitiva este es el verdadero Grondona, un intelectual liberal de derecha, con alguna cierta honestidad intelectual, que a la hora de definirse en hechos cotidianos condiciona ciertas ideas liberales a sus naturales tendencias autoritarias de derecha. La Dra. Garré es una funcionaria con ideas de izquierda, que responde a las políticas delineadas por la presidente y mantiene cierta coherencia entre su ideología y su gestión, que para los tiempos que corren no es poco.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Actualizando




Hace tiempo que otras ocupaciones más urgentes me alejaron de la obligación que me había impuesto de pensar y escribir sobre la política argentina. No dejé de leer e informarme de los hechos que fueron ocurriendo y así en una pausa de mis otras obligaciones trataré de actualizar mi opinión sobre los hechos que considero más importantes.
El primer hecho trascendente fue el de WikiLeaks: la fuga de información y su divulgación. Es innegable que el actual estado de los sistemas de comunicación impide guardar secretos, o aún más, impedir que estos se difundan. Si aceptamos esto, el hecho en sí no debería asombrarnos ya que en un volumen de información que circula por numerosos canales, la fuga es una realidad estadística, y lo que llama la atención sobre este caso, no es la fuga en sí, sino la reacción de los involucrados. La información divulgada no era desconocida por la mayoría de los actores de la política internacional, pero era “convenientemente olvidada”, de allí que su difusión pública resulte muy similar al caso del rey desnudo (aquel al que habían estafado diciendo que le harían un vestido magnífico al que los idiotas no podrían ver, todos los nobles enterados del caso alabaron al rey desnudo hasta que un niño gritó que el rey estaba desnudo). Así es que nadie se sorprendió con la difusión de los cables secretos, sino que se sorprendieron de que todo el mundo se entrara de los que ellos ya sabían y que no deseaban que nadie más supiera. Obviamente se castigó al mensajero, y el director de WikiLeaks fue acosado judicial y económicamente. Aquí se produce el hecho más llamativo, que fue la reacción de intelectuales y hackers. Los intelectuales se dividieron entre los que realmente son liberales y los que solo utilizan el liberalismo como argumento político. Los que realmente son liberales estuvieron a favor de lo hecho por WikiLeaks (merecería un capítulo aparte la nota de Mariano Grondona en La Nación, pero nobleza obliga a reconocer que reaccionó como un verdadero liberal y apoyó a Assange, cosa que no muchos de sus “colegas” hicieron) ya que los secretos sobre cuestiones de estado no integran el “corpus ideológico” del liberalismo. Lo más importante de todo esto, a mi criterio, fue la reacción de una cantidad importante de hackers nucleados en “Anonymous”, pues rompe la lógica personal de la mayoría de los hackers, que es ser un francotirador solitario equipado con un nivel de conocimientos superior a la media y una ideología anarco-tecno-individualista. La potencial capacidad de daño a las estructuras On-Line que podría tener este grupo, hace parecer a cualquier red terrorista como chicos de jardín de infantes.
El segundo hecho trascendente fue la toma de terrenos públicos, las protestas de los vecinos, la violencia que se desató y para variar los errores de los funcionarios públicos. Si empezamos por el principio debemos establecer que tanto el gobierno nacional como el gobierno porteño cometieron un error gruesísimo, desconocer la dinámica social de la exclusión o más precisamente desconocer que en la dimensión del fenómeno de la exclusión existen factores sociales, culturales y económicos que deben contemplarse para poder generar propuestas que permitan erradicar la exclusión. El hecho más importante que se ignoró es que dentro de la exclusión existe una economía de la marginalidad que hace que dentro de este ámbito de exclusión se produzcan estratificaciones sociales y económicas. Una categoría de esta estratificación lo da la posesión de viviendas en las villas de emergencia o asentamientos. El cambio que ha ocurrido dentro de la exclusión es la aparición de madres jefes de familia, que carecen de capacidad de ocupar y construir una “vivienda” en un asentamiento y recurren al “alquiler” como forma de solucionar su problema. Estas mujeres se sostienen mediante planes sociales, trabajos temporarios o prostitución, estos grupos familiares tienen cierta capacidad de pago, que es aprovechada por quienes tienen varias “viviendas” que alquilan. El otro factor concurrente es el agotamiento del espacio geográfico para construir nuevas “viviendas” o el costo de los materiales de construcción que requiere un núcleo habitable. Desconociendo esta realidad el gobierno porteño propuso estregar títulos de propiedad a los dueños de “viviendas” en esos asentamientos, pretendiendo que la dinámica del mercado inmobiliario eliminaría algunos asentamientos “poco Pro” como la villa 31, donde la valorización de los terrenos sumado a presiones de algunas mafias de la propia villa, terminaría convirtiéndola en otro Puerto Madero. Este error empujó a quienes no tenían posibilidad de disponer de una “vivienda” para ser legítimo propietario, a buscar un lugar que le permitiera acceder a la vivienda propia. A esto se sumó el interés de quienes hacían del “alquiler de viviendas” un “modus vivendi”, a ampliar su negocio y sumar más “propiedades” (familiares siempre hay para eso). Producido los hechos de apropiación, se produjo la reacción de los vecinos de esos espacios, que pertenecen a sectores donde la protesta con cacerolas no les va, sino mas bien los hechos directos. En el gobierno nacional alguien pensó que el lío que se estaba armando no tendría muchas consecuencias y que se llevaría puesto al gobierno porteño, también se equivocó y ese error costó vidas humanas. En síntesis la incapacidad de los funcionarios tanto los “pro”, como los “progre”, mostraron una vez más que sus errores los sufre el pueblo.
Como ven hay nuevos hechos, pero siempre sufren los mismos y son los mismos que se equivocan y se benefician.