lunes, 20 de diciembre de 2010

En defensa de Garré


No creo que la Dra Garré necesite de mi defensa, ni esta surge de mi plena coincidencia con ella o de la total aceptación de su gestión, pero el Grondona que escribe el artículo en la Nación es el que responde a las contradicciones ideológicas que se encuentra en las antípodas de mi pensamiento, y que es en realidad su verdadera ideología. Por ello, y como he tenido que reconocerle cierta honestidad intelectual en algunas de sus últimas notas, este artículo me reivindica con mi ideología, pues pocas veces se ve aflorar la intransigencia liberal de derecha como en este artículo.
El artículo arranca mostrando la hilacha de su autor, al establecer como decisivo que la sociedad se estructure entre quienes mandan y quienes obedecen, nada más antidemocrático que ese pensamiento. La afinidad de Grondona con la estructura militarista, no le ha permitido comprender la diferencia fundamental entre autoridad y autoritarismo, la primera se ejerce y se acepta, mientras que la restante se declama y se impone por la fuerza. El “hombre fuerte” que señala Grondona es un autoritario, pues su incapacidad para comprender los liderazgos de masas le hace confundir autoritarismo con autoridad. No es el primero ni el único que confunde estos conceptos, ya Sarmiento en su Facundo asimilaba la autoridad de los jefes montoneros al salvajismo y la barbarie. En esa línea de pensamiento toda autoridad emanada de la aceptación de las masas se convierte en autoritarismo y no en un consenso democrático de delegación de autoridad. Grondona, que cita a los griegos hasta el hartazgo, debería recordar que las circunstancias extraordinarias hacían que los griegos nombraran tiranos para superar épocas de crisis, como las que ocurrían en tiempos de guerra, pero la condición era que estos fueran aceptados por el pueblo. Los contractualitas como Hobbes, Locke y Rousseau, también muy citados por el autor, admitían que el hombre cedía su libertad a la autoridad del soberano, a cambio de que se le garantizara ciertos derechos. Como vemos, el primer párrafo del artículo ya identifica a su autor con la más rancia tradición antidemocrática y antipopular.
El artículo continúa planteando que la autoridad que ejercía Néstor Kirchner, no ha sido retomada por ningún funcionario, esta es una sutileza para tirar por elevación un palo a la presidenta, dejando entrever que los ministros ejercen su autoridad por “motus propio” y que la ausencia del ex presidente deja un gobierno sin autoridad.
Al plantear las características de la gestión de la Dra. Garré, indica que esta se equivoca al no definir a un “enemigo” en su gestión. Este concepto, propio de “la hora de la espada” desconoce que carecer de enemigo es una estrategia válida ya que la política de defensa se estructura en base a una política más general, y aunque Grondona prefiera que un general estructure la política, la política de defensa se acuerda con la política exterior. Si nuestro país plantea una integración regional y una solución pacífica al conflicto de Malvinas, no hay hipótesis de conflicto y por lo tanto no hay “enemigo”, y en esto coincido plenamente con la política de defensa. Plantear una hipótesis de conflicto, no solo llevaría a entorpecer la integración regional sino a destinar gastos en un equipamiento militar cuya utilidad sería nula. En ese contexto, el Dr. Grondona debería leer el plan nacional de defensa para ilustrarse, ya que existe un objetivo en la órbita de defensa que supone un rol distinto de las instituciones militares (coincida o no con él) que sustituye plenamente al planteo de una hipótesis de conflicto. La última y patética referencia de Grondona al equipamiento militar de Chile y Brasil, pretende agitar el fantasma de un hipotético conflicto que solo existe en mentes trasnochadas.
La crítica al no ascenso de ciertos oficiales a rangos superiores, es una potestad de la autoridad que Grondona le niega a la ministra, ya que es la autoridad quién designa a los subalternos que acompañan su gestión. Si bien no puede negársele el derecho a cualquiera a pretender ocupar determinado cargo, nadie se imagina como jefe de la policía al hijo del Gordo Valor, independientemente de la persona que este sea. Somos en parte obra de quienes nos precedieron, o si se prefiere para aquellos que gustan de asistir regularmente a misa: “pagarán los hijos las culpas de los padres”.
Veladamente Grondona propone, como todo derechoso, la fuerza como única solución al problema de la seguridad y cualquier planteo en contrario se descarta previamente como imposible. Supone entonces que la Dra. Garré fracasará al no poner a los delincuentes como “enemigos” y usar la fuerza de la policía instrumento de represión del delito. Ignoro si la Dra Garré fracasará o no, porque desconozco que medidas tomará. Algunas medidas que ha tomado me parecen acertadas y otras no, pero mis estudios sobre seguridad me permiten asegurar que la solución no pasa por utilizar un modelo represivo. No será entonces, el no utilizar la fuerza en la represión del delito la causa del fracaso de la gestión del ministerio de seguridad, aunque seguramente será el sonsonete de la derecha ante cada hecho delictivo.
La última perlita del artículo es disyuntiva que le plantea a la presidenta: “salvar la ideología a costa del buen gobierno, o rescatar el buen gobierno a costa de la ideología”, este pensamiento solo puede caber en las mentes de quienes, como decía Jauretche, ponen la nación al servicio de la ideología y no la ideología al servicio de la Nación. En definitiva este es el verdadero Grondona, un intelectual liberal de derecha, con alguna cierta honestidad intelectual, que a la hora de definirse en hechos cotidianos condiciona ciertas ideas liberales a sus naturales tendencias autoritarias de derecha. La Dra. Garré es una funcionaria con ideas de izquierda, que responde a las políticas delineadas por la presidente y mantiene cierta coherencia entre su ideología y su gestión, que para los tiempos que corren no es poco.

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