lunes, 17 de marzo de 2014

Mi Credo Político (revisión de un viejo escrito)


En tiempos donde Fukuyama habla del fin de las ideologías, se proclama el fin de los dogmas, se reclama la falta de utopías, creo que es preciso reafirmas las razones de nuestra militancia en el movimiento nacional y popular.
El movimiento tiene en la doctrina peronista una síntesis histórica que define en su época los objetivos, los medios y forma de alcanzarlos. Hoy en día todavía reconocemos en la doctrina peronista los elementos que permiten definir las bases de militancia política de quienes nos decimos parte de este movimiento.
Veamos pues en la génesis de la doctrina, el verdadera síntesis del dogma, expresado en la introducción a la doctrina por el propio Gral. Perón.

La doctrina nacional tiene como finalidad alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación mediante la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad.

Veamos que se definen claramente los Objetivos: “la Felicidad del pueblo” y “La grandeza de la Nación”, se establecen los medios: La justicia Social, La soberanía política y La independencia Económica y se define la forma: “conciliando los derechos del individuo con los derechos de la sociedad” y “conciliando los valores materiales con los valores espirituales”. Estos elementos todavía definen las bases de acción del movimiento, por ello es interesante analizar detalladamente cada uno de ellos.

Los objetivos señalan las metas a las que aspira el movimiento la primera de ellas la grandeza de la Nación. Perón dice grandeza y no habla de riqueza o poder que son aspiraciones materiales, sino que habla de grandeza que implica que hay un fin trascendente en este objetivo, la grandeza supone “ser mejor o mas grande que algo de su misma especie” por lo que se aspira a ser mejores no tener mas, se asocia grandeza con: importancia o magnitud, generosidad, bondad y excelencia moral y Majestad y poder, vemos que aspirar a la grandeza conlleva desear una superación no solo material sino trascendente. Esta aspiración la aplica a la Nación, no habla de país o Republica, habla de “el lugar donde se ha nacido”.
Por lo tanto se establece un concepto de mejora crecimiento o desarrollo con una raíz popular no institucional, esto nos acerca a la idea de Nación como pueblo con un destino común, que es la génesis de movimiento nacional y popular, a lo que agregamos progresista por definición de su objetivo de progreso.
Lograr la felicidad del pueblo, es una aspiración también trascendente quizás inspirada en la idea revolucionaria de fines del siglo XVIII, del “derecho a la búsqueda de la propia felicidad”, plasmada en la constitución de EEUU y en la declaración de Los derechos del hombre de la Revolución Francesa en donde se la postula “en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos”. Este concepto del derecho a la felicidad que aparece en los términos personalistas del liberalismo político se amplía como derecho del pueblo todo, no como derecho individual.
El orden en que se presentan los objetivos no es azarosa: no puede haber una Nación realizada si su pueblo no lo está tampoco, y su realización no es material
Vemos una definición consistente de objetivos que expresan los ideales del movimiento nacional y popular al que debemos agregar progresista.

Los medios abarcan tres campos uno social, uno económico y uno político. En cada campo se expresa una definición de cómo se compone los medios que se pretenden instrumentar y que características tienen.

La Justicia Social implica que cada uno reciba lo que por derecho le corresponde en función de cómo está conformada la sociedad. Este concepto se emparenta con conceptos tales como capital social, economía social, producción social, que lejos de los conceptos materialistas del marxismo histórico y liberales de los economistas neoclásicos, definen una visión de la sociedad, y sobre todo del pueblo, como fuente y destinatario del conjunto de actividades de la nación. No puede existir justicia social a través de las teorías de mercado pues este solo reparte en función de la capacidad de consumo y no en función como aporta el capital social a la producción de la economía nacional. La visón justicialista pone al capital en función de la economía nacional y esta al servicio del hombre. El marxismo tampoco aporta un proyecto de nación viable pues su visión materialista reduce al hombre a la categoría de proletario con derecho a la plusvalía de su trabajo y no contempla la realización del hombre en planos superiores a la mera distribución de la riqueza. El concepto que debe imperar en la consideración del hombre en su dimensión social es el provisto por las doctrinas humanistas, de allí que la doctrina se considere humanista.

La Independencia Económica establece la relación entre el capital y el hombre, no deshumanizando ni a uno ni a otro, ya que no los considera, ni como instrumentos del mercado como lo hace el liberalismo económico, ni como fuerzas antagónicas como el materialismo histórico de Marx. No puede existir la nación soberana si no dispone de sus riquezas, las cuales forman su verdadero capital: los recursos naturales y el capital social (la fuerza transformadora de los trabajadores), el rol del capital se restringe a la desarrollar la economía, ser el instrumento de transformación de los recursos naturales y el capital social en bienes y servicios. La socialización de la economía como proponen las teorías marxistas implica ignorar la fuerza de desarrollo económico del capital y las teorías neoclásicas deshumanizan la economía delegando en el mercado la distribución de la riqueza mediante la llamada teoría del derrame. Quizás la teoría mas próxima al sentir del movimiento esté expresado por Keynes y lo que se ha dado en llamar neokeynesianismo, en donde se le asigna al estado la distribución de la riqueza y el desarrollo económico. Pero sobre estos conceptos, la Independencia Económica implica disponer del poder del estado para disponer de sus fuerzas productivas y sus recursos naturales sin ningún tipo de condicionamientos ya que nuestra historia nos muestra que salvo contadas ocasiones siempre se dependió de decisiones extranjeras para el desarrollo de nuestra economía con sentido nacional, de allí surge la teoría de la dependencia que nos muestra como se condiciona a una economía pequeña a seguir lineamientos impuestos desde los centros de poder económico.

La Soberanía Política, define un concepto importante que caracteriza al peronismo: la política es la instrumentación del Poder, entendido esto como la capacidad de decidir el curso de las cosas sin ingerencia externa. La necesidad de soberanía está dada para que se realicen las cosas necesarias según el criterio del gobierno y no de otros centros de poder. Los condicionamientos existen, tanto que el Gral Perón decía que con suerte un gobernante puede hacer la mitad de lo que quiere hacer y un buen gobierno es quien pone en ese 50% lo mas importante. La decisión soberana como medio trata de lograr que no exista condicionamiento sobre las decisiones del gobernante y que estas se fundamenten en las prioridades ideológicas y no urgencias o reclamos. Alain Tourain decía que los gobiernos deciden por urgencias mediáticas o reclamos públicos, más que por cuestiones ideológicas, cosa que vemos muy a menudo hoy en día.

La forma es quizás la definición que indica la conducta que debieran tener los cuadros políticos del movimiento: armonizar el interés material con el espiritual es reconocer al hombre en una dimensión trascendente, una dimensión en donde sus necesidades materiales deben ser consideradas pero sin olvidar que la dimensión del hombre no son solamente sus necesidades materiales, la igualdad de las personas ante la majestad divina obliga a reconocer las necesidades del otro como un error que debe ser corregido por el accionar de los cuadros políticos, no como dadiva o concesión es reconocer en el otro a nuestro igual por condición de hijos de Dios, cualquiera sea el credo o la forma en que se lo reconozca. La conciliación entre los derechos individuales y sociales marca quizás la regla más importante de acción de un cuadro político del movimiento, el hombre tiene derechos naturales, los cuales son reconocidos desde la Declaración de los Derechos del Hombre en la Revolución Francesa, el derecho a la búsqueda de la felicidad consagrado en la constitución de los EEUU, pero estas bases del liberalismo político no implican que los derechos individuales puedan avasallar los derechos de la sociedad y ese es el límite, si se requiriese un ejemplo bastaría pensar en la contaminación ambiental, en donde el derecho individual de un empresario a poner una fábrica no pueda avasallar el derecho de la sociedad a que no se le envenene su aire, sus agua o su suelo.

Este dogma, la síntesis de la doctrina, contiene los valores a que aspiro , los medios que reconozco para lograrlos y la forma de conducirse. 



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