La política
desarrollada desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires, se
caracteriza por no prever, esta es una cualidad que separa al
estadista del oportunista político y en las filas del gobierno
bonaerense esta secases es norma. La negociación de la paritaria
docente a días del comienzo de clases basta y sobra como ejemplo de
imprevisión. Así veo que la urgencia no deviene de una genuina
preocupación por la escalada real y mediática de los problemas que
ocasiona el aumento de la delincuencia, sino de la necesidad de un
mejor posicionamiento político de caras a la candidatura
presidencial en 2015. Esta urgencia lleva a la búsqueda de
resultados a corto plazo y acciones que logren mas impacto mediático
que efectivo.
Establecido
este marco inicial podríamos analizar las medidas tomadas. El primer
aspecto a señalar es la falta de diagnóstico explicito del problema
y la definición de objetivos a cumplir, con lo cual no se ha
definido una política, que requeriría diagnóstico, formulación,
objetivos y recursos. Emerge del discurso solo un reconocimiento del
problema donde el diagnostico parecería reducirse a falta de
presencia policial, falta de recursos y falta de mas castigo a los
que delinquen. Por lo tanto la formulación de la pollita a llevar a
acabo se centra en esos aspectos, mas presencia policial con mas
recursos y mas castigo a los delincuentes. Este diagnóstico se
centra en considerar que el delito se inicia, se centra y se agota en
el delincuente y que la seguridad se logra deteniendo y encarcelando
a los delincuentes, lo cual reduce el problema (y las
responsabilidades) al ámbito policial.
Mientras no
se piense en que lleva a una persona a delinquir, como se recupera a
una persona de ha delinquido y quiera re insertarse en la sociedad,
la solución será palos y castigo, pero peor aún no se logrará una
definitiva erradicación del problema de seguridad.
Coyunturalmente
las medidas tomadas no darán solución al problema. La emergencia
lejos de apuntar a coordinar recursos de otras áreas de gobierno y
actuar en forma conjunta con otras fuerzas de seguridad, incluso
cediendo jurisdicción, apunta a disponer de instrumentos
administrativos no controlados respecto de partidas de dinero y
asignaciones de personal. Pero si el estado provincial hubiera
previsto medidas para evitar los problemas de seguridad, el
presupuesto enviado no hace mas de 6 meses contendría las partidas
necesarias y se habrían ejecutado con prioridad desde el comienzo
del año.
La
convocatoria a efectivos retirados de ser necesaria como se dice,
debería haberse hecho entes ya que debió convocarse a fuerzas de
seguridad nacionales ante la falta de efectivos provinciales, si
desde el año pasado era evidente esa carencia de efectivos, porque
no se tomo antes esa medida que no requería medias extraordinarias.
La formación de nuevos agentes piensa realizársela en un año, pero
¿hay suficiente cantidad de personas interesadas y en condiciones
psico-físicas? ¿Cómo formar 5000 agentes para fin de año si
estamos en abril y todavía no comenzó la incorporación de los
futuros agentes? ¿Puede en 7 u 8 meses capacitarse a un agente de
policía en dependencias que no fueron pensadas para esa cantidad, ya
que el año pasado se utilizaron para formar a 2000 agentes? Cuanto
menos es cuestionable el grado de preparación de los futuros agentes
para desempeñar la tarea compleja y riesgosa que les espera.
Los medios a
utilizar como mas vehículos de patrullaje, elementos de protección
personal y comunicaciones no garantizan la efectividad del sistema de
cuadrículas que lleva mas de 5 años en vigencia y no ha mostrado
resultados eficaces. En resumen, el uso de mas y nuevos medios de
apoyo no garantiza su funcionamiento eficaz, a menos que se enmarque
en un procedimiento integral de control operacional y de gestión. El
cual debería ser lo suficientemente flexible para adaptarse a los
constantes requerimientos de la prevención del delito, cuyo
comportamiento es esencialmente dinámico.
Los llamados
a no excarcelar presos, aumentar los lugares detención y aumentar
penas, son expresiones voluntaristas sobre el comportamiento de un
poder judicial que es independiente del poder político. Un juez de
ejecución penal no debe regirse por la urgencia electoral de un
gobernante sino por un procedimiento establecido en los códigos de la
materia, y creo que cualquier sugerencia a un magistrado constituye
una injerencia de un poder sobre otro. También en este caso llama la
atención que no se aluda al funcionamiento de la procuración (que
si depende del poder ejecutivo) para lograr mayor efectividad en la
condenas de hechos delictivos (en promedio las condenas no superan el
5% de los delitos denunciados, siendo que la tasa de esclarecimiento
policial es mayor al 40%).
Otra
“perlita” es la obligación que se establece respecto de los
agentes de seguridad privados de utilizar botones anti pánico para
avisar de delitos en la proximidad de sus puestos de vigilancia, esto
obligaría a descuidar su tarea principal que es cuidar las
instalaciones a las que debe garantizar seguridad. Por otra parte, la
competencia de la seguridad privada se refiere al resguardo de
instalaciones y bienes de particulares y no a la seguridad pública,
con lo cual se debería primero legislar o cambiar algunas
reglamentaciones, que cambiarían el funcionamiento de las empresas
de seguridad privadas.
Un ultimo
análisis para no extenderme, es el caso de las policías locales, lo
cual era en principio una iniciativa potencialmente útil, ya que
permitía a los intendentes a definir una política de seguridad
local, tener un funcionamiento independiente que se adaptara a las
características de su región y poder crear nuevas soluciones que
pudieran utilizarse en otras regiones. La iniciativa oficial,
restringe esta posibilidad, impone como funcionario a cargo de las
políticas de seguridad a un comisario, quien por competencias
ejecuta las políticas de seguridad y no las formula. Estimo que esto
reforzaría el imaginario de los funcionarios provinciales que la
seguridad se soluciona con presencia y represeión policial, lo cual
garantiza el fracaso de una iniciativa interesante y prometedora como
lo es la policía municipal.
También se
podría hablar de medidas no propuestas y causas no consideradas en
esta emergencia de seguridad que lanzó el gobernador, pero la lista
sería demasiado extensa y no aportaría mas elementos que probaran
la naturaleza espasmódica de la reacción gubernamental respecto de
un problema cuya causa radica en la ausencia del estado en vastos
sectores de la sociedad, una ausencia que entre otros síntomas
provoca un aumento de la delincuencia estimulada por problemas socio
económicos, culturales y políticos. Este accionar delictivo supera
la capacidad de respuesta del aparato represivo por capacidad
operativa y eficacia para prevenir nuevos hechos. Para los que
quieran ver la justificación de por que no funciona esta metodología
los remito a mi libro “La seguridad desde la óptica de las
instituciones”
(http://opinionpoliticaargentina.blogspot.com.ar/2013/05/mis-libros-1.html).
En síntesis
lo anunciado por el gobernador no constituye una política, o un
cambio en una política de seguridad, sino un conjunto de medidas de
corte efectista, pero no efectivas y veremos como en los próximos
meses la situación de inseguridad no cambia, lo que hará que se
propongan nuevas medidas, pero no soluciones.
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