domingo, 27 de abril de 2014

Las Ideologías que vos matáis gozan de buena salud


Varios políticos están diciendo que no existen las ideologías de izquierda o derecha, pareciera que se tiende a dejar de lado la ideología, que solo existen las personas, o sea, ellos los dirigentes políticos. Personalmente creo que la falta coherencia entre la ideología declamada por los los dirigentes y su conducta  hace imposible sostener su permanencia como dirigente a menos que se suprima la pertenencia política o la coherencia, ya que resulta evidente su ineptitud política o su carencia de ética. 
Deberíamos analizar porque, la clase dirigente política trata de disimular su falta de una ideología clara. Se podría especular que es debido al "pragmatismo político" que hace que un dirigente que se supone de izquierda proponga medidas de derecha, o viceversa; cuando en realidad busca un posicionamiento que lo acerque a las supuestas opiniones mayoritarias. Según un viejo chiste popular, la menor manera de ocultar un elefante es en una manada de elefantes; así para disimular la falta de ideología (por carecer de ella o por conveniencia) es decir que no existen mas las ideologías.      
Escuché días atrás a José Nun diciendo que no es que han desparecido las ideologías, estas están vigente en cuanto quien pretende que todos vivamos mas o menos igual es de izquierda y quien pretende que sea "el mercado" quien decida como vive cada uno, es de derecha, con todos los matices posible entre ellos, y por fuera de ellos (centros y extremos). Nun, planteó también que lo que sucede es que gente de izquierda propone políticas conservadoras o reaccionarias y gente de derecha propone políticas progresistas. Esto me permitió iniciar este análisis planteando la forma en que los dirigentes políticos ocultan sus contradicciones al plantear que no existe mas la derecha y la izquierda, o sea no hay una ideología que representan y por lo tanto no hay un compromiso tácito sobre la naturaleza de las políticas que intentarán llevar a delante. 
Quedaría ver si la definición ideológica plantea un problema para los dirigentes políticos, lo cual puede verificarse con un ejemplo ¿que establece una afinidad entre los votantes y un candidato? Cualquier periodista político diría que la mayoría de la gente no se interesa por el debate ideológico sino por como le afecta personalmente lo que opine o piense llevar a cabo un candidato. Bajo esta hipótesis (mas que verificada empíricamente) una declaración de progresismo llevaría a un candidato no proponer "mano dura" con la delincuencia (algo muy impopular en los últimos tiempos) y si la propone quedaría en evidencia que es por conveniencia que lo está haciendo, con lo cual perdería la confianza de los votantes respecto a sus convicciones, ya que si cambia sus ideas por conveniencia, que no haría con poder. Así se comprueba que asumir una ideología implica asumir un compromiso, que muchos dirigentes políticos no tiene interés en asumir, es entonces mas fácil decir que las ideologías no existen para eximirse de asumir este compromiso.
No creo que sea necesario añadir mucho mas a este análisis, creo que podemos ver en los actuales candidatos potenciales el mejor ejemplo de esto. Dentro del oficialismo nadie puede pensar que Scioli esté ideo lógicamente alineado con el pensamiento de dice expresar el gobierno nacional (en esto coincido con Carta Abierta, aunque no creo que el gobierno sea realmente de izquierda), en la oposición Massa pretende ser una continuación de las políticas del gobierno nacional con mejor gestión, pero ¿como se puede pensar que una idea de izquierda pueda ser continuada por alguien de derecha?, por último el espacio Unen es la suma de todas las contradicciones, aunque se muestre como cara visible aquellos que menor contradicción presentan, los que no suben al escenario pero completan el espacio son los que realmente expresan el aquelarre ideológico que es Unen (quizás aprendan que en política no existe la propiedad aditiva, el todo no es la suma de las partes, o mejor expresado, las suma de las intenciones de voto varios candidatos no es igual a al suma de los votos que obtendrán al formar una sola lista).                            








   

domingo, 6 de abril de 2014

La respuesta espasmódica




La política desarrollada desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires, se caracteriza por no prever, esta es una cualidad que separa al estadista del oportunista político y en las filas del gobierno bonaerense esta secases es norma. La negociación de la paritaria docente a días del comienzo de clases basta y sobra como ejemplo de imprevisión. Así veo que la urgencia no deviene de una genuina preocupación por la escalada real y mediática de los problemas que ocasiona el aumento de la delincuencia, sino de la necesidad de un mejor posicionamiento político de caras a la candidatura presidencial en 2015. Esta urgencia lleva a la búsqueda de resultados a corto plazo y acciones que logren mas impacto mediático que efectivo.
Establecido este marco inicial podríamos analizar las medidas tomadas. El primer aspecto a señalar es la falta de diagnóstico explicito del problema y la definición de objetivos a cumplir, con lo cual no se ha definido una política, que requeriría diagnóstico, formulación, objetivos y recursos. Emerge del discurso solo un reconocimiento del problema donde el diagnostico parecería reducirse a falta de presencia policial, falta de recursos y falta de mas castigo a los que delinquen. Por lo tanto la formulación de la pollita a llevar a acabo se centra en esos aspectos, mas presencia policial con mas recursos y mas castigo a los delincuentes. Este diagnóstico se centra en considerar que el delito se inicia, se centra y se agota en el delincuente y que la seguridad se logra deteniendo y encarcelando a los delincuentes, lo cual reduce el problema (y las responsabilidades) al ámbito policial.
Mientras no se piense en que lleva a una persona a delinquir, como se recupera a una persona de ha delinquido y quiera re insertarse en la sociedad, la solución será palos y castigo, pero peor aún no se logrará una definitiva erradicación del problema de seguridad.
Coyunturalmente las medidas tomadas no darán solución al problema. La emergencia lejos de apuntar a coordinar recursos de otras áreas de gobierno y actuar en forma conjunta con otras fuerzas de seguridad, incluso cediendo jurisdicción, apunta a disponer de instrumentos administrativos no controlados respecto de partidas de dinero y asignaciones de personal. Pero si el estado provincial hubiera previsto medidas para evitar los problemas de seguridad, el presupuesto enviado no hace mas de 6 meses contendría las partidas necesarias y se habrían ejecutado con prioridad desde el comienzo del año.
La convocatoria a efectivos retirados de ser necesaria como se dice, debería haberse hecho entes ya que debió convocarse a fuerzas de seguridad nacionales ante la falta de efectivos provinciales, si desde el año pasado era evidente esa carencia de efectivos, porque no se tomo antes esa medida que no requería medias extraordinarias. La formación de nuevos agentes piensa realizársela en un año, pero ¿hay suficiente cantidad de personas interesadas y en condiciones psico-físicas? ¿Cómo formar 5000 agentes para fin de año si estamos en abril y todavía no comenzó la incorporación de los futuros agentes? ¿Puede en 7 u 8 meses capacitarse a un agente de policía en dependencias que no fueron pensadas para esa cantidad, ya que el año pasado se utilizaron para formar a 2000 agentes? Cuanto menos es cuestionable el grado de preparación de los futuros agentes para desempeñar la tarea compleja y riesgosa que les espera.
Los medios a utilizar como mas vehículos de patrullaje, elementos de protección personal y comunicaciones no garantizan la efectividad del sistema de cuadrículas que lleva mas de 5 años en vigencia y no ha mostrado resultados eficaces. En resumen, el uso de mas y nuevos medios de apoyo no garantiza su funcionamiento eficaz, a menos que se enmarque en un procedimiento integral de control operacional y de gestión. El cual debería ser lo suficientemente flexible para adaptarse a los constantes requerimientos de la prevención del delito, cuyo comportamiento es esencialmente dinámico.
Los llamados a no excarcelar presos, aumentar los lugares detención y aumentar penas, son expresiones voluntaristas sobre el comportamiento de un poder judicial que es independiente del poder político. Un juez de ejecución penal no debe regirse por la urgencia electoral de un gobernante sino por un procedimiento establecido en los códigos de la materia, y creo que cualquier sugerencia a un magistrado constituye una injerencia de un poder sobre otro. También en este caso llama la atención que no se aluda al funcionamiento de la procuración (que si depende del poder ejecutivo) para lograr mayor efectividad en la condenas de hechos delictivos (en promedio las condenas no superan el 5% de los delitos denunciados, siendo que la tasa de esclarecimiento policial es mayor al 40%).
Otra “perlita” es la obligación que se establece respecto de los agentes de seguridad privados de utilizar botones anti pánico para avisar de delitos en la proximidad de sus puestos de vigilancia, esto obligaría a descuidar su tarea principal que es cuidar las instalaciones a las que debe garantizar seguridad. Por otra parte, la competencia de la seguridad privada se refiere al resguardo de instalaciones y bienes de particulares y no a la seguridad pública, con lo cual se debería primero legislar o cambiar algunas reglamentaciones, que cambiarían el funcionamiento de las empresas de seguridad privadas.
Un ultimo análisis para no extenderme, es el caso de las policías locales, lo cual era en principio una iniciativa potencialmente útil, ya que permitía a los intendentes a definir una política de seguridad local, tener un funcionamiento independiente que se adaptara a las características de su región y poder crear nuevas soluciones que pudieran utilizarse en otras regiones. La iniciativa oficial, restringe esta posibilidad, impone como funcionario a cargo de las políticas de seguridad a un comisario, quien por competencias ejecuta las políticas de seguridad y no las formula. Estimo que esto reforzaría el imaginario de los funcionarios provinciales que la seguridad se soluciona con presencia y represeión policial, lo cual garantiza el fracaso de una iniciativa interesante y prometedora como lo es la policía municipal.
También se podría hablar de medidas no propuestas y causas no consideradas en esta emergencia de seguridad que lanzó el gobernador, pero la lista sería demasiado extensa y no aportaría mas elementos que probaran la naturaleza espasmódica de la reacción gubernamental respecto de un problema cuya causa radica en la ausencia del estado en vastos sectores de la sociedad, una ausencia que entre otros síntomas provoca un aumento de la delincuencia estimulada por problemas socio económicos, culturales y políticos. Este accionar delictivo supera la capacidad de respuesta del aparato represivo por capacidad operativa y eficacia para prevenir nuevos hechos. Para los que quieran ver la justificación de por que no funciona esta metodología los remito a mi libro “La seguridad desde la óptica de las instituciones” (http://opinionpoliticaargentina.blogspot.com.ar/2013/05/mis-libros-1.html).
En síntesis lo anunciado por el gobernador no constituye una política, o un cambio en una política de seguridad, sino un conjunto de medidas de corte efectista, pero no efectivas y veremos como en los próximos meses la situación de inseguridad no cambia, lo que hará que se propongan nuevas medidas, pero no soluciones.


martes, 1 de abril de 2014

Las victimas del miedo



Si pensamos en el hombre primitivo, cuando ese hombre veía una fiera que ponía en peligro su vida se generaba una descarga de adrenalina que actuaba como potenciador de su fuerza física para escapar o pelear. El miedo estaba en el origen de esa descarga de adrenalina, un miedo que reconocía el peligro de una fiera, o de las señales que anunciaban su presencia (sonidos, olor, etc). En el hombre moderno esa descarga de adrenalina está presente en competencias, respuesta ante accidentes o peleas o en la práctica de deportes extremos. Hoy el hombre medio argentino tiene miedo, a ser victima de la inseguridad y cree reconocer en estereotipos sociales a su posible victimario, de allí es estrés que le provocan determinadas situaciones, personas o lugares. Este hombre con miedo busca conjurar su miedo, algunos participan en reclamos colectivos, marchas de protestas por al inseguridad, se arman, instalan alarmas o consumen innumerable cantidad de elementos que son mas peligrosos para quien los usa que para quienes podrían ser los destinatarios.
Ese hombre no se encuentra contenido por las instituciones del estado encargadas de darle seguridad, que en definitiva tienen que hacer que el miedo desaparezca o al menos sea mínimo y le permita desarrollar su actividad cotidiana sin temores. Al ver a un uniformado, no siente seguridad sino inquietud debido a nuestro pasado trágico donde la presencia del uniformados se asociaba a la represión o al terrorismo de estado, o debido al imaginario que vinculan a policías con un mal desempeño de su función sea por incapacidad o por vinculación con delincuentes. Al delincuente se lo imagina impune ya sea porque no se lo detiene o porque si es detenido queda libre al poco tiempo.
Este miedo crece en el hombre y es curioso como personas que parecen racionales toman conductas paranoicas. He sido testigo de alguna de ellas como: cruzar la calle si hay un grupo de dos o mas personas que asocian con el imaginario de delincuentes (en algunos casos no alcanzan a percibir que son obreros de la construcción u otro tipo de trabajadores, por el tipo de vestimenta), no realizan ciertas actividades en algunos horarios (pasear al perro de noche) y cosas por el estilo.
Ese hombre se encuentra frente a un delincuente reducido, y el miedo se transforma en un accionar irracional de violencia, donde descarga toda su impotencia, su miedo golpeando entre varios a una persona indefensa.
Esa persona es también una víctima, así como el delincuente. Quizás al delincuente se le considere la situación social en la que estuvo sumergido toda su vida, de donde cayó en el delito como consecuencia casi natural. Pero también se debe considerar al linchador como victima de su miedo, alimentado por la sensación de inseguridad en la que vive.
Ambos son victimas del abandono del estado, en el caso del delincuente por permitir y/o generar condiciones económicas y sociales de marginalidad de donde emerge todo tipo de delito; y en el caso del linchador por las mismas razones además de no encausar a las instituciones que deben garantizar el sentimiento de seguridad de las personas.
En síntesis, al escribir esto no puedo dejar de sentir un sabor amargo al recordar que desde que empecé a estudiar los temas de seguridad pública alerté sobre los riesgos de la ruptura del contrato social en el sentido dado por Hobbes. Lamentablemente esta ruptura genera consecuencias que no se agotan en la reacción circunstancial, que constituye una conducta esporádica, el verdadero riesgo es la generación de conductas activas y sistemáticas como ya señalé en el caso de los grupos de autodefensa mejicanos. Estamos empezando a a caminar hacia ese futuro, Dios quiera que los responsables de evitar esto tomen conciencia y actúen en consecuencia.