viernes, 5 de junio de 2009

El “gerencialismo” no sirve en política


En dos versiones digitales, La Nueva Provincia y Critica Digital se pueden leer, estos comentarios: Francisco de Narváez no llegó a los votantes peronistas El Pro no reduce la diferencia que le lleva el kichnerismo en Buenos Aires” (La Nueva Provincia) y “Las encuestas que manejan el kirchnerismo indican que en esa porción de la provincia manda el neorradicalismo de Elisa Carrió, Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín, y el frente Unión PRO no alcanza a penetrar como en el conurbano. En el oficialismo, sostienen que Francisco de Narváez pagará allí caro la decisión de haber borrado de la campaña a Felipe Solá” (Critica Digital)
De Narváez, tiene un claro estilo gerencialista, ya que es lo que ha hecho durante la mayor parte de su vida: ser gerente de empresa y adopta en la política el mismo estilo de conducción. Las conductas son claras, no se dirige a las personas, se dirige aun “mercado electoral” con recetas de clara elaboración marketinera, la imagen domina al discurso con frases muy breves y dirigidas a focos de interés de la gente, el discurso es un guión elaborado por analistas de imagen que extraen de encuestas de opinión las preocupaciones de la gente, sus angustias y los puntos de conflicto que la mayoría de la gente tiene con el oficialismo. Su forma de hablar recuerda a la de un ejecutivo tratando de vender su proyecto.
Esto no está dicho con intensión de confrontar al proyecto que propone, sobre todo porque no lo conozco, porque no basta decir que se cuenta con grupos de “expertos”, J. W. Bush también tenía los mejores expertos y eso no garantizó que pudiera solucionar y prevenir muchos de los problemas que tuvo que enfrentar y en los que fracasó de manera estrepitosa.
Otro rasgo de la actitud “gerentista” lo constituye la ocupación de espacios sobre los cuales aporta el mayor caudal de apoyo económico e imagen política. En el barrio se decía “marcar la cancha” y en lenguaje gerencial establecer “áreas de responsabilidad”, esto produjo la escasa participación de referentes peronistas que respondían a Solá, dejando el terreno libre para el desembarco de Kirchner y Scioli, sobre todo, en sectores donde las bases peronistas eran críticas al oficialismo.
La oportunidad “gerencial” se produce por el trabajo de analistas y consultores, la mayoría de los cuales trabajan hoy en día con resultados de encuestas y estudios sociológicos y no empapándose con la realidad y recorriendo el territorio, no tienen la vivencia del contacto personal y profundo que permite interpretar encuestas y estudios. La “oportunidad política” proviene del conocimiento personal, de la convicción surgida de muchos contactos personales, del trabajo de base, en el cual, el candidato político y los referentes barriales se reúnen con la gente, y a través del cual, puede ponderar las encuestas y los estudios, y ver que realmente sirve y que no.
El estilo gerencial de contacto con la gente, lo demuestra también, las “caminatas por barrios” donde el estilo se parece demasiado a la “recorrida por la fábrica” o a la “recorrida por puntos de venta”, donde se busca reafirmar la autoridad o la propuesta, por la mera presencia.
Creo, que si De Narváez realmente cree que este estilo es viable, lo debería consultar antes con Macri, pero con Franco no con Mauricio, ya que cualquiera maneja un trasatlántico con un manual pero pocos los imaginan y lo construyen.
La vivencia y la experiencia de campo son irremplazables para que un político alcance el éxito de su proyecto, y por ende, pueda solucionar los problemas de la gente. Un ejemplo de esto es el presidente Lula, nadie mejor que un empleado de fábrica, para saber en que se equivoca un empresario y como puede mejor su empresa, y esto, todos los empresarios exitosos lo saben, por eso los empresarios brasileños acompañan a su presidente y Brasil ha experimentado un extraordinario desarrollo, en parte por su innegable potencial y en parte por contar con un presidente de fue empleado de quienes lo acompañan, porque sufrió sus errores y se benefició con sus aciertos.
Por esto es que es imprescindible un estilo político distinto, con un conocimiento de la realidad producto de la vivencia y no del análisis de las consultoras, con propuestas que surjan de la las peticiones reales de la gente y no de pedidos “al paso”, con asesores que conozcan personalmente a la gente y hayan recorrido mucho su territorio y no analistas con cúmulos de títulos que nunca caminaron la calle ni convivieron con la gente, con encuentros con la gente mediados por referentes barriales que militen con la misma propuesta, que conozcan y se reconozcan con la gente, con propuestas surgidas de largas reuniones con gente, que exprese sus verdaderas necesidades, con actos íntimos donde el candidato y sus partidarios sientan que comparten un mismo proyecto de ciudad, de provincia y de país, donde la gente le pueda ver los ojos a su candidato y el candidato vea los ojos de quienes representa.


Quizás, esto sea pedir mucho, pensar que se puede reconstruir de este modo el país que nos robaron entre gerentes privados y “gerentes del estado”

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