Establecimos en la anterior nota que
los cambios en las relaciones de poder institucional producían cambios en las
normas “formales” que regían dichas relaciones de poder y que actualmente
existe una crisis de representatividad o resuelta que cuestiona tanto las
normas actuales como su reforma.
Es entonces en las causas y consecuencias
de la crisis de representatividad que surgió en 2001, desde donde se puede
comenzar el análisis de los actuales cambios que alteran el equilibrio de las
relaciones de poder institucional. Antes de iniciar dicho análisis debe
establecerse que en un contexto internacional, la actual forma de expresión del
orden capitalista ha atravesado, y
repite cíclicamente, varias etapas: creación (tecnológica o de demanda), apropiación
(de la plusvalía de la creación), acumulación (prolongación en el tiempo de la
apropiación), agotamiento (utilización de la tecnología y la demanda residual)
y crisis (destrucción de la creación frente a la aparición de una nueva
tecnología a el cambio de la demanda). Esta descripción Schumpeteriana puede
condimentarse con la fabricación de “burbujas en la fase de agotamiento, cuya
función el maximizar la ganancia de los capitalistas financieros (que actúan como
carroñeros de la pitanza capitalista) y que agudizan las crisis posteriores (para
quienes creen que las burbujas son un invento de Wall Street en la reciente
crisis global, les recomiendo leer sobre la crisis europeas de 1890).
Una última consideración sobre estos
ciclos económicos del capitalismo es la relación entre política y economía, ya
que muchos suponen que la política determina el funcionamiento de la economía
(lo cual sería cierto en un sistema no capitalista). Como postulado del marco
teórico del análisis que propongo, la política actúa como catalizador o
inhibidor de las fases del ciclo descripto (quizás de profundizarse esta
consideración podrían hacerse coincidir los ciclos de Kondratiev y la teoría de
Schumpeter).
Volviendo al análisis de la crisis
argentina, los golpes militares que se instalaron desde la caída de Perón hasta
1983 crearon condiciones de creación, apropiación y acumulación (la creación de
una actividad económica no necesariamente responde a procesos productivos que
generan riqueza distribuible, sino al inicio de actividades económicas que
beneficien a algunos grupos de poder económico). En particular el último
gobierno militar puso en crisis a vastos sectores del sistema productivo nacional
y creó las condiciones de un sistema importador-financiero, cuya crisis se
intentó disimular con la guerra de Malvinas, siendo esta crisis la causa
fundamental de la salida de la dictadura militar.
Quedaron establecidos varios
actores que participaban de la puja por una cuota de poder: los sectores económicos
nacionales, los sectores económicos trasnacionales, la representación política
de la sociedad, los sectores sociales (donde debe incluirse al sindicalismo,
sectores religiosos y organizaciones de distinto tipo: ecologistas,
humanitarias, etc.) y los sectores culturales (estos de mínima representación
pero de gran visibilidad pública que debe incluir a la educación pública y
privada). Aquí los medios de comunicación hacen visible la lucha de cada sector
por sus cuotas de poder.
El inicio del mayor período con
vigencia del sistema democrático se inicia en 1983, donde el retorno a la vida
democrática establece un tácito acuerdo sobre las nuevas relaciones de poder,
la debilidad de la representación política frente a sectores sociales y
económicos va planteando un nuevo desequilibrio dentro de un ciclo de baja
creación que se proyecta sobre los ciclos siguientes y la crisis desatada por
la falta de incentivos a la creación de actividades económicas provoca la salida
anticipada de Alfonsín, sin que se quiebre el orden institucional.
El inicio del gobierno de Menem fue
errático, hasta la instauración de la convertibilidad y el privatización de las
empresas del estado, lo que generó una fuerte fase de creación, apropiación y acumulación
sin el ciclo de agotamiento en el horizonte cercano. Esto le permite a Menem consolidar
su proyecto de reelección, reforma de la Constitución mediante. Aquí el
desequilibrio de poder a favor de la representación política con el apoyo de
los sectores económicos trasnacionales, permite consagrar constitucionalmente, una
nueva relación de poder entre los sectores institucionales.
El deterioro de las condiciones
de acumulación, por efecto de los desajustes de las variables macroeconómicas
en la etapa final del gobierno de Menem (altas tasas de interés, desajuste de
la balanza de pagos, déficit fiscal y aumento del endeudamiento público),
genera una crisis que explota en el gobierno de De la Rua, debido al
mantenimiento de las condiciones macroeconómicas del gobierno de Menem.
Esta crisis provocada por la
falta de capacidad de la representación política para superar los ciclos de
crisis y el perjuicio que sobre vastos sectores sociales se provocó en los
ciclos de apropiación y acumulación, explota en diciembre de 2001. En esta crisis,
los sectores sociales plantean una nueva distribución de poder mediante el recambio
de quienes detentan la representación política y una nueva recomposición
institucional que otorgue mayor participación directa de los sectores sociales (las
asambleas barriales y populares, fueron la expresión más representativa de este
reclamo).
El nuevo ciclo iniciado en los
gobiernos de Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner volvió a generar un ciclo de
creación mediante el mecanismo de sustitución de importaciones forzado mediante
el tipo de cambio. Este nuevo período sostuvo el ciclo de acumulación mediante el
estímulo de una demanda sostenida, pero las condiciones de comercialización internacional
de los commodities argentinos, el aumento del déficit fiscal y el desequilibrio
de la balanza energética, sumado a las obligaciones de pago de la deuda externa,
comenzaron a afectar los recursos destinados a sostener la demanda. La presión
de los sectores sociales y de ciertos sectores económicos provocan el inicio del
ciclo de agotamiento previo a la crisis,
lo que obliga al poder ejecutivo a acumular poder institucional para enfrentar el
inminente ciclo de crisis, para ello su estratega es la acumulación de poder institucional
y el control de la visibilidad de otros sectores mediante la injerencia en los medios
de comunicación.
El planteo de un reordenamiento
de las relaciones de poder institucional, la inminencia de un ciclo de crisis
económico, el reclamo insatisfecho de los sectores sociales y las tensiones por
el control de los medios de comunicación, establecen el contexto bajo el cual
deben inscribirse los planteos de nuevas relaciones de poder institucional y
las crisis que dan origen a este reordenamiento.