domingo, 7 de julio de 2013

Que el caballo tire del carro


Poner las ideas en su justo orden requiere un ordenamiento jerárquico de las ideas, cuales son las más importantes y a partir de ellas subordinar unas a otras, de modo que exista algo que llamamos coherencia y que pretendemos tener. Algunas ideas tienen más trascendencia cuando de ellas se derivan acciones, que no solo nos afectan a nosotros sino a otras personas. Las ideas políticas son, por ello, las que más trascendencia tienen.
En la política converge como como guía rectora de su pensamiento la ideología. Sin esto la formulación de una idea política carece de contenido, es una propuesta vacía. Por ejemplo, proponer el autoabastecimiento de alguna materia prima esencial para el desarrollo industrial sin una ideología que lo sustente  puede significar tanto el desarrollo de una actividad extractiva por parte del estado, como el subsidio a una empresa privada o la concesión de dicha área económica a una empresa extranjera. Esta disparidad instrumental sobre la misma formulación política, nos obliga a replantearnos la forma de pensar las ideas políticas. La regla de ordenamiento sería: ideología, política, estrategia e instrumentación, a partir de allí, desde el origen hasta su realización se podría decir que existe coherencia.              
La existencia de una coherencia de inherente a la instauración de una política en el gobierno de un país,  nos lleva a proponer usarla como un instrumento para medir el tiempo del proceso histórico de esa idea política. Recordemos a Hegel, quien planteaba un ciclo donde la idea dominante (tesis) era contrastada por una idea antagónica (antítesis) y cuando las contradicciones agotan la idea dominante surge una nueva idea dominante producto de las anteriores (síntesis). La coherencia, o la falta de ella es la medida en que se ponen de manifiesto las contradicciones que aceleran en fin de un proceso histórico (la idea dominante). El tiempo cronológico establecido institucionalmente para medir la duración de los gobiernos (expresión de una idea política dominante), no expresa este proceso, a lo sumo lo limita o condiciona (por ello la interrupción de estos ciclos condujo tarde o temprano a la vuelta de los mismos, pero ya desdibujados por la alteración cronológica de estos procesos). Si pensamos en nuestra propia historia la interrupción de los gobiernos de Irigoyen en el 30 y de Perón en el 55, son prueba de ello.
Es importante señalar que el criterio de ordenamiento establece una división entre un dominio metafísico u otro físico. La ideología supone una síntesis subjetiva de un conjunto de valores morales o éticos aplicados al devenir de la sociedad y de las personas, estos valores son esencialmente metafísicos; mientras que su formulación a aspectos específicos de la organización social institucional pertenece al dominio físico. Esta formulación lleva al planteamiento estratégico que viabilice su implementación en medidas concretas, esto supone aplicar ciertas restricciones que alineen la estrategia y la política. Por último, la instrumentación de la estrategia de una formulación política vincula las restricciones previas con las que plantea la realidad, esto obliga a una doble restricción: la planteada por la necesidad de coherencia ideología, política y estratégica; y la impuesta por la realidad de donde se aplicarán las medidas propuestas. Dado que lo expuesto, no es de cumplimiento obligatorio podemos tener una serie de combinaciones que es interesante analizar.    
En primer lugar podríamos tener una formulación política sin ideología que la sustente, en cuyo caso la falta de articulación acortará la duración cronológica del ciclo histórico, también la articulación estratégico e instrumental generarían una dispersión de la efectividad de una política general (en las empresas privadas esto se llama  falta de “empowerment” y por ello se desarrollan estrategias de comunicación y alineamiento con la política de la empresa).
En segundo lugar podríamos tener una política alineada con la ideología, pero no articulada con la estrategia e implementación, en cuyo caso la dispersión en los resultados que se pueden obtener, llegándose a producir resultados contrarios a los deseados. Un caso particular es la ausencia de contenido ideológico y político, muy común en propuestas basadas en el concepto de “buena administración” o “aspectos técnicos”, como conceptos que reemplazan la política, los resultados son los mismos.

Quedaría como ejercicio que se clasifiquen las actuales propuestas en este tiempo electoral y juzguemos que resultados pueden esperarse de ellos.

No hay comentarios: