Todo el mundo sabe que Einstein era un profundo antimilitarista, una de sus dichos preferidos al respecto, era que al ver una persona orgullosa de marchar armada al son de una banda militar quedaba demostrado que Dios había desperdiciado cerebros en muchas personas, hoy al leer las declaraciones del líder piquetero Delía, no pude dejar de pensar lo mismo, Dios desperdició cerebros en muchas personas.
Parece mentira que se siga pensando que la guerra se debe a la maldad de unos, y que es sufrida por otros, esto supondría que hay buenos y malos, que la guerra la causan los malos y la sufren los buenos. Esto es una mentira, en una guerra no hay ni buenos, ni malos, a los sumo hay quienes atacan y quienes defienden, y para colmo de males, quién atacan suele justificarse en que se defienden de un posible futuro ataque o en la reivindicación de algo, de todos modos lo único que es malo en sí, es la guerra, que se fomenta siempre desde los dos bandos en pugna y se sufre por quienes combaten en forma activa y quienes son victimas de la guerra sin ser combatientes. No hay posiciones intermedias, toda guerra es un crimen, es la negación del ser humano.
Hay quienes justifican la guerra, apoyando las razones que le dieran origen, de cualquier bando. Por esto, por repudiables que sea los hechos que se produzcan en una guerra, no debemos olvidar que lo único que importa es que cualquier guerra debe cesar inmediatamente. La razón de la fuerza niega la razón de ser de la civilización humana, el hombre como lobo del hombre muestra nuestra incapacidad de lograr un consenso universal que regule las relaciones entre personas y estados.
Por eso, quienes apoyan o critican a uno u a otro, solo favorecen los fanatismos existentes, que son una de las causas que provoca las guerras, junto con los intereses económicos que siempre se benefician con las guerras y las indiferencias negligentes de quienes deben garantizar las condiciones de la paz.
viernes, 2 de enero de 2009
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