El paradigma neoliberal de achicar el Estado que se puso de moda en los 90, ya probó que no servía para países en vías de desarrollo, donde el “modelo” no ajustaba a la realidad, ya que los niveles de producción y de demanda local no eran de los mismos órdenes de magnitud que en los países desarrollados, la composición social no era la misma y los niveles de endeudamiento externo eran un condicionante para la inversión en obras de infraestructura.
En definitiva nos vendían un “mercado” ideal que solucionaría todos los problemas económicos, pero ese “mercado” real distaba mucho de ser ese que nos vendían y que nuestra “inteligentzia” local compraba entusiasmada. Ese “mercado” ideal que nos proponían, me recuerda a una anécdota de Ghandi (el mahatma, no el capitán trucho de la “fusiladora” del 56) cuando le preguntaron cual era la mejor religión que conocía y el dijo que era el cristianismo, le volvieron a preguntar que si pensaba así, porque él no era cristiano, a lo que Ghandi respondió, el cristianismo es la mejor religión, pero muéstrenme un verdadero cristiano, lo mismo pasa con el mercado en una gran teoría, pero esa teoría no funciona en ningún lado, ni en los países desarrollados, porque la aplican cuando los mercados favorecen sus intereses (al vender tecnología a países subdesarrollados) y no la aplican cuando perjudica a sus intereses (sino vean las restricciones de importación de mercadería en EEUU o Europa)
Para no apartarnos del tema de este artículo, volvamos al “paquete” que nos vendieron en los 90, y que hoy sigue causando estragos: la visión el estado. Nos “vendieron” un estado eficiente, pero nada hablaron de eficacia que debe tener el estado, se reemplazó el rol irrenunciable del estado por estadísticas, que nos mostraban que no se hacía nada o que lo poco que se hacía no costaba mucha plata. Aparecieron los “técnicos”, gente formada por esa ideología neoliberal, que introducía cambios para aumentar la “eficiencia” y a medida que el estado se hacía más “eficiente”, su eficacia se volvía nula.
Veamos los ejemplos de la realidad. En salud pública, se “optimizaron” los presupuestos de salud en pesos por habitante, se “racionalizó” el funcionamiento de los hospitales y se “reorganizó” el personal de las áreas de la salud pública. Se gastaron montones de pesos en consultoras (y todavía se gastan), se hicieron cantidad de estudios estadísticos (y se siguen haciendo), se presentaron montones de informes indicando los “buenos resultados” obtenidos, pero los hospitales no tienen ni curitas, no hay médicos suficientes, los enfermeros brillan por su ausencia, a la mayoría de los equipos médicos les falta personal y recursos, pero les sobran pacientes. En definitiva, se “eficientizó” tanto la salud, que ya no se pueden curar a los enfermos y de prevenir enfermedades, ni hablar.
Sobre seguridad, justicia y educación también podríamos hacer razonamientos análogos, lo curioso es que se mientras se busca hacer mas eficiente el estado, menos eficacia tiene ese mismo estado en cumplir sus funciones específicas. Establecido el problema, tratemos se ubicar la causa y el mecanismo mediante el cual la “optimización” en lugar de hacer eficiente el funcionamiento del estado, impide que este cumpla con su deber.
El estado, es una organización jerárquica, centralizada sobre los funcionarios políticos, que cambian al cambiar los gobiernos, y sustentada en una burocracia técnica que tiene garantizada su estabilidad laboral. Analicé la estructura de esa burocracia técnica en mi artículo sobre El Estado burocrático refractario ( http://opinionpoliticaargentina.blogspot.com/2009/01/el-estado-burocratico-refractario.html ). La estructura jerárquica de funcionarios políticos, también se desnaturalizó, al fragmentar esa estructuras mediante: Entes, Organismos descentralizados, Consorcios, provincialización, municipalización, etc. De modo que la estructura jerárquica se fragmentó al dividir áreas a cargo de supuestos “técnicos” que optimizarían el funcionamiento de esas áreas.
Ese estado fragmentado, perdió la unidad de funcionamiento, que separa la conducción política, de la conducción “técnica”, cualquier gerente de una empresa privada puede reconocer el problema por el cual esa organización no puede funcionar bien, no hay unidad de concepción en la acción, lo que en la empresa privada se llama “Empowerment”, la idea que pueda tener la conducción política pierde poder al ser sometida al criterio de aplicación de la conducción “técnica”. El mejor ejemplo de esto es el funcionamiento del INDEC, de los organismos de control medio ambiental, de la educación, etc.
Esto causa la disociación entre el discurso de los funcionarios gubernamentales y los resultados de las medidas que pretenden llevar a cabo, lo cual no es excusa para su ineficacia ya que deberían tener los conocimientos necesarios para detectar este problema y generar la solución del mismo, solo su miopía política, su falta de capacidad para generar acciones concretas que reviertan una realidad a todas luces distinta a la que ellos nos plantean día a día.
En definitiva nos vendían un “mercado” ideal que solucionaría todos los problemas económicos, pero ese “mercado” real distaba mucho de ser ese que nos vendían y que nuestra “inteligentzia” local compraba entusiasmada. Ese “mercado” ideal que nos proponían, me recuerda a una anécdota de Ghandi (el mahatma, no el capitán trucho de la “fusiladora” del 56) cuando le preguntaron cual era la mejor religión que conocía y el dijo que era el cristianismo, le volvieron a preguntar que si pensaba así, porque él no era cristiano, a lo que Ghandi respondió, el cristianismo es la mejor religión, pero muéstrenme un verdadero cristiano, lo mismo pasa con el mercado en una gran teoría, pero esa teoría no funciona en ningún lado, ni en los países desarrollados, porque la aplican cuando los mercados favorecen sus intereses (al vender tecnología a países subdesarrollados) y no la aplican cuando perjudica a sus intereses (sino vean las restricciones de importación de mercadería en EEUU o Europa)
Para no apartarnos del tema de este artículo, volvamos al “paquete” que nos vendieron en los 90, y que hoy sigue causando estragos: la visión el estado. Nos “vendieron” un estado eficiente, pero nada hablaron de eficacia que debe tener el estado, se reemplazó el rol irrenunciable del estado por estadísticas, que nos mostraban que no se hacía nada o que lo poco que se hacía no costaba mucha plata. Aparecieron los “técnicos”, gente formada por esa ideología neoliberal, que introducía cambios para aumentar la “eficiencia” y a medida que el estado se hacía más “eficiente”, su eficacia se volvía nula.
Veamos los ejemplos de la realidad. En salud pública, se “optimizaron” los presupuestos de salud en pesos por habitante, se “racionalizó” el funcionamiento de los hospitales y se “reorganizó” el personal de las áreas de la salud pública. Se gastaron montones de pesos en consultoras (y todavía se gastan), se hicieron cantidad de estudios estadísticos (y se siguen haciendo), se presentaron montones de informes indicando los “buenos resultados” obtenidos, pero los hospitales no tienen ni curitas, no hay médicos suficientes, los enfermeros brillan por su ausencia, a la mayoría de los equipos médicos les falta personal y recursos, pero les sobran pacientes. En definitiva, se “eficientizó” tanto la salud, que ya no se pueden curar a los enfermos y de prevenir enfermedades, ni hablar.
Sobre seguridad, justicia y educación también podríamos hacer razonamientos análogos, lo curioso es que se mientras se busca hacer mas eficiente el estado, menos eficacia tiene ese mismo estado en cumplir sus funciones específicas. Establecido el problema, tratemos se ubicar la causa y el mecanismo mediante el cual la “optimización” en lugar de hacer eficiente el funcionamiento del estado, impide que este cumpla con su deber.
El estado, es una organización jerárquica, centralizada sobre los funcionarios políticos, que cambian al cambiar los gobiernos, y sustentada en una burocracia técnica que tiene garantizada su estabilidad laboral. Analicé la estructura de esa burocracia técnica en mi artículo sobre El Estado burocrático refractario ( http://opinionpoliticaargentina.blogspot.com/2009/01/el-estado-burocratico-refractario.html ). La estructura jerárquica de funcionarios políticos, también se desnaturalizó, al fragmentar esa estructuras mediante: Entes, Organismos descentralizados, Consorcios, provincialización, municipalización, etc. De modo que la estructura jerárquica se fragmentó al dividir áreas a cargo de supuestos “técnicos” que optimizarían el funcionamiento de esas áreas.
Ese estado fragmentado, perdió la unidad de funcionamiento, que separa la conducción política, de la conducción “técnica”, cualquier gerente de una empresa privada puede reconocer el problema por el cual esa organización no puede funcionar bien, no hay unidad de concepción en la acción, lo que en la empresa privada se llama “Empowerment”, la idea que pueda tener la conducción política pierde poder al ser sometida al criterio de aplicación de la conducción “técnica”. El mejor ejemplo de esto es el funcionamiento del INDEC, de los organismos de control medio ambiental, de la educación, etc.
Esto causa la disociación entre el discurso de los funcionarios gubernamentales y los resultados de las medidas que pretenden llevar a cabo, lo cual no es excusa para su ineficacia ya que deberían tener los conocimientos necesarios para detectar este problema y generar la solución del mismo, solo su miopía política, su falta de capacidad para generar acciones concretas que reviertan una realidad a todas luces distinta a la que ellos nos plantean día a día.