viernes, 4 de diciembre de 2009

El origen de la Inepcia


Hoy leí una nota de Martín Caparrós titulada Inepcia, que quiere decir, ni mas ni menos que incompetencia, donde concluía diciendo que en mayor o menor medida nuestro país padece de una tremenda y extendida inepcia a todo nivel, desde el gobernante hasta el mas modesto trabajador, y esa es la causa de nuestra actual situación.
No puedo menos que compartir el diagnóstico de Martín y me puse a pensar en donde están los orígenes de esa inepcia. Me comparé con mi viejo y con mi hijo mayor, los tres profesionales egresados de la misma universidad, y si bien mi viejo y yo egresamos como ingenieros y mi hijo como Licenciado, somos el producto de la educación pública oficial en un mismo ámbito.
Mi viejo egresó en 1968 (estudió de grande), luego de cursar 38 materias con una carga horaria de 36 horas semanales de cursado presencial, yo egresé en 1982 con 35 materias y la misma carga horaria semanal y mi hijo egresó en el 2008 con 24 materias y una carga horaria de 24 horas semanales. Esta simple experiencia nos muestra como en el ámbito de la misma universidad, la trasmisión de conocimiento se degrada, ya que entre la época de mi viejo y la mía, surgió la tecnología digital, la informatización, la robotización, y ante esto la universidad no aumentó el número de materias sino que lo redujo, y desde mi época de estudiante hasta la actual, ha reducido la carga horaria. La conclusión es obvia: los egresados fuimos perdiendo formación ya que tenemos cada vez menos tiempo asignado a ello. La universidad falla o falla el sistema que no mantiene la relación entre la cantidad de conocimiento necesario y el tiempo requerido para adquirirlo, ya que, si vivimos en la era del conocimiento, este es cada ves mayor y necesitamos más tiempo para absorberlo. Simultáneamente la cantidad de alumnos ha aumentado en mayor proporción que los cargos docentes, que dados los requerimientos actuales no solo deben enseñar, sino investigar, obtener un postgrado, realizar tareas de extensión, realizar tareas de vinculación con el medio y ocupar cargos electivos. En síntesis en la educación se han reducido las horas de enseñanza y la cantidad de tiempo disponible por alumno de cada docente, con lo cual la preparación del egresado es menor, la prueba de ello es al demanda de estudios de postgrado, que permiten una mejor inserción laboral, al contar con mejor preparación.
Me pregunté que pasaba en el colegio primario, me remití a las funciones y atributos que tenía una maestra en la época de mi viejo, en la mía y en la de mi hijo. En la época de mi viejo se aceptaba el castigo corporal como forma de sanción por in- conducta, las maestras y maestros no ganaban gran cosa, pero su sueldo les permitía una vida sin lujos pero digna (acceso a vivienda, salud, educación de sus hijos y esparcimiento), nadie mas que el docente intervenía en el proceso educativo y la familia colaboraba con la escuela. En mi época, empezaron las directivas sobre el proceso de enseñanza (culpa de ello mi generación sufre en forma crónica de una escritura con faltas de ortografía), los sueldos docentes eran un buen complemento para los ingresos de la casa pero a duras penas alcanzaba para sostener una familia, la preparación docente se trasladó a establecimientos terciarios y fueron desapareciendo las Escuelas Normales. Hoy en día el docente no tiene autoridad frente a su curso y hasta el linyera que pasa por al puerta de la escuela tiene derecho a opinar sobre como enseña, a pesar de ello, debe enseñar, alimentar, contener y evaluar con un sueldo que no le permite una subsistencia digna, debe perfeccionarse por su cuenta y si no lo hace no puede acceder a nuevos cargos (ya que debe acumular varios para alcanzar un sueldo digno).
Por último pensé en la primera escuela que es la familia, y me quedé con el esquema de familia constituida, con trabajo y necesidades básicas satisfechas, que si bien son minoría, conforman el imaginario colectivo que denominamos familia y que en el caso de mi viejo, el mío y el de mi hijo, fue así. En la generación de mi viejo, había roles bien definidos entre el padre y la madre, había tiempo para controlar la educación de los hijos, no tanto para ayudarlos, pero vigilaban y hacían cumplir las tareas y el estudio que se indicaba en la escuela, no había jardines de infantes y actividades extraescolares fuera de deberes y estudio para los exámenes. En la familia se respetaban y hacían cumplir normas éticas, morales y religiosas, nadie delegaba esa tarea en ninguna escuela, instituto o iglesia. En mi generación, se produjo el gran cambio y choque generacional, los roles padre y madre se fueron intercambiando, la mujer empezó a trabajar, el tiempo para controlar el estudio y los deberes se redujo y muchas veces a hacer los deberes en lugar de fomentar el aprendizaje, delegar en institutos y maestros particulares la ayuda escolar, en reforzar una educación que empezaba a ser insuficiente para la demanda de conocimientos con actividades extraescolares y las pocas normas morales, se predicaban a patadas mas que con el ejemplo, los valores éticos en los manuales, y los morales y religiosos durante el domingo en la iglesia. Mi generación educó a sus hijos trabajando ambos padres, lo que hacía que tuviéramos menos tiempo para dedicarles que el que ellos tenían libre, por eso los mandamos a un montón de actividades extracurriculares. El poco tiempo que disponíamos lo dedicábamos a filmar sus actos escolares, a pelearnos con sus maestros, a criticarlos (la gran mayoría de los matrimonios de profesionales veíamos un muy pobre nivel educativo de los maestros, y en lugar de reclamar por una mejor preparación de los maestros los criticábamos frente a nuestros hijos) y a compensar nuestra poca dedicación con perdones (les perdonábamos que no hicieran los deberes, que no estudiaran o que reprobaran un examen), educamos a nuestros hijos mas en la indolencia ética y moral, que en la formación de valores y de religión mejor no hablar. En resumen, las familias que no deberían haber tenido problemas en contribuir a la educación de sus hijos, le han dedicado menos tiempo de calidad a la educación de sus hijos, han contribuido a desmerecer la imagen del docente, han sobrecargado de exigencias extracurriculares a sus hijos y no los han educado dándoles ejemplos éticos o morales.
La conclusión final es evidente, la calidad de la educación ha disminuido en la formación de egresados universitarios, que cuentan con una menor formación (en horas de clase), que accedió a la educación superior con menor cantidad de conocimientos básicos, sobrecargado por actividades extracurriculares y sin una buena formación ética y moral. No podemos pedirle capacidad a quien no está capacitado y mi análisis se orienta a quienes serán nuestros maestros, directivos, jefes y peor aún: gobernantes.

1 comentario:

Dany dijo...

Interesante. La caida en el nivel educativo tiene sus consecuencias en casi todo nuestro devenir. La pregunta es porque paso? Como dejamos que pase? Nos importa como sociedad que esto pase? O solo son reflexiones de unos pocos?