Hoy que el "insigne gobernador Scioli", vuelve a negarle un salario justo a los maestros, que pretende un estado policial, pero no hace nada por remediar la situación de exclusión social de la provincia, es un buen momento para recordar a ese maestro neuquino, que trabajo para poder estudiar, que aceptó la representación sindical para representar a sus compañeros y que luchó por esas reivindicaciones, sin excluir a las otras reivindicaciones sociales, tan justas como las que él esgrimía. Ese maestro fué victima de un estado policial represor como el que pretende instaurar Scioli en la provincia. Atacar a Scioli y sus argumentos, contribuye en muy poco porque la irracionalidad de su propuesta nos molesta a todos, por eso elegí homenajear a un maestro y luchador social, con estos versos de Martin Airon, para que sepamos que hay otra argentina con gente que marcó un camino y que soñó con una patria que se parece mucho a la que todos pretendemos.
Martín Áiron es montón, cardúmen, bandada, tropa…
Su uniforme es esa ropa que usa la gente “de abajo”
a la que en vez de trabajo le tiran un plato ´e sopa.
Un día tras otro se topa con la tremenda desgracia
del desparpajo y la audacia que tiene la oligarquía
que le aplica, día tras día, la fuerza ´e la “dedocracia”.
Lo que llaman “democracia” es un rótulo cualquiera
que nombra de esa manera la eterna postergación
que el laburante y el peón siempre se “comen” entera.
“Democracia” es la bandera que enarbolan los señores
que se dicen los mejores antes de cada elección
en las que la única opción, es votar los “menos peores”.
Publicistas y doctores de esos que las “saben todas”
ponen sus nombres “de moda” y el pueblo cae en el error
de votar al “menos peor” y allí empieza la peor joda.
Como al “pavo de la boda” lo empiezan a camelear,
y le hacen imaginar el mejor de los futuros
para que vote seguro de que esta vez “va a ganar…”
Y después de festejar y aplaudir como un idiota
la “ganadora patota” que le hizo poner el voto,
lo abandona como a un croto y otra vez queda en pelotas.
Y cuando la fe se agota y se va cayendo en pedazos,
el Pueblo, al bajar los brazos, se va cerrando, se achancha,
y al abandonar la cancha, termina dando “el mal paso”.
De filo y de morfi, escaso, con el orgullo abollado,
descubre que lo han usado que otra vez “pisó el palito”
y sólo le queda el grito para enfrentar al Estado.
Al estado en que han quedado su amor propio y su autoestima.
Y al Estado que en la cima del poder que ha conquistado
lo ha dejado abandonado y ni un consuelo le arrima.
Sin nadie que lo redima, sin un sueño al que aferrarse,
sin el derecho a quejarse, sin que nadie quiera oír,
cualquiera empieza a sentir que lo obligan a enojarse.
Y cuando quiere acordarse se revuelve el avispero
y ya no será un obrero, pues le echarán los milicos
que trabajan pá los ricos reprimiendo “piqueteros”.
Y en medio del trance fiero, el que hasta ayer fue una malva,
termina siendo un Fuentealba, un mártir de la impotencia,
pues donde es ley la violencia, el manso nunca se salva.
La ocasión la pintan calva y el gobernante, engreído,
lo trata como a un bandido, metiéndole palo y bala
para cortarle las alas al que no se haya rendido.
Hermanos, nuestro Partido, nuestra única ideología,
nos representará el día en que, pase lo que pase,
nos unamos por la base y no pá endiosar un quía…
Necesitamos un guía que nos aliente en la acción,
que en vez de hablar de Perón y usarlo como bandera,
nos enseñe la manera de vencer la corrupción.
Y con la misma pasión del gran maestro neuquino,
juremos junto al camino donde luchó y murió Carlos
la decisión de imitarlo, como buenos argentinos.
Su uniforme es esa ropa que usa la gente “de abajo”
a la que en vez de trabajo le tiran un plato ´e sopa.
Un día tras otro se topa con la tremenda desgracia
del desparpajo y la audacia que tiene la oligarquía
que le aplica, día tras día, la fuerza ´e la “dedocracia”.
Lo que llaman “democracia” es un rótulo cualquiera
que nombra de esa manera la eterna postergación
que el laburante y el peón siempre se “comen” entera.
“Democracia” es la bandera que enarbolan los señores
que se dicen los mejores antes de cada elección
en las que la única opción, es votar los “menos peores”.
Publicistas y doctores de esos que las “saben todas”
ponen sus nombres “de moda” y el pueblo cae en el error
de votar al “menos peor” y allí empieza la peor joda.
Como al “pavo de la boda” lo empiezan a camelear,
y le hacen imaginar el mejor de los futuros
para que vote seguro de que esta vez “va a ganar…”
Y después de festejar y aplaudir como un idiota
la “ganadora patota” que le hizo poner el voto,
lo abandona como a un croto y otra vez queda en pelotas.
Y cuando la fe se agota y se va cayendo en pedazos,
el Pueblo, al bajar los brazos, se va cerrando, se achancha,
y al abandonar la cancha, termina dando “el mal paso”.
De filo y de morfi, escaso, con el orgullo abollado,
descubre que lo han usado que otra vez “pisó el palito”
y sólo le queda el grito para enfrentar al Estado.
Al estado en que han quedado su amor propio y su autoestima.
Y al Estado que en la cima del poder que ha conquistado
lo ha dejado abandonado y ni un consuelo le arrima.
Sin nadie que lo redima, sin un sueño al que aferrarse,
sin el derecho a quejarse, sin que nadie quiera oír,
cualquiera empieza a sentir que lo obligan a enojarse.
Y cuando quiere acordarse se revuelve el avispero
y ya no será un obrero, pues le echarán los milicos
que trabajan pá los ricos reprimiendo “piqueteros”.
Y en medio del trance fiero, el que hasta ayer fue una malva,
termina siendo un Fuentealba, un mártir de la impotencia,
pues donde es ley la violencia, el manso nunca se salva.
La ocasión la pintan calva y el gobernante, engreído,
lo trata como a un bandido, metiéndole palo y bala
para cortarle las alas al que no se haya rendido.
Hermanos, nuestro Partido, nuestra única ideología,
nos representará el día en que, pase lo que pase,
nos unamos por la base y no pá endiosar un quía…
Necesitamos un guía que nos aliente en la acción,
que en vez de hablar de Perón y usarlo como bandera,
nos enseñe la manera de vencer la corrupción.
Y con la misma pasión del gran maestro neuquino,
juremos junto al camino donde luchó y murió Carlos
la decisión de imitarlo, como buenos argentinos.
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