jueves, 31 de diciembre de 2009

¡¡ Feliz Año Nuevo!!


Como todos los años uno desea paz, prosperidad y felicidad, pero sabe que para la mayoría de la gente será otro año de esfuerzo, que tendrá inevitablemente problemas, que vivimos en un país dependiente, que nuestra economía la manejan por control remoto (a pesar de lo que diga el gobierno), que los problemas sociales serán cada vez mayores y las crisis mas agudas, entonces: ¿Por qué festejamos?
Porque renovamos las esperanzas de que algo cambie, de que algo mejore, porque cargamos las pilas para otro año de lucha y de trabajo, por que a pesar de todo creemos en la utopía, creemos que algo podemos hacer y renovamos la esperanza, por eso ¡ Feliz Año Nuevo!

lunes, 28 de diciembre de 2009

La seguridad no son vaguedades


Critica Digital en su edición del domingo 27-12-2009 presenta la opinión de un grupo de expertos en seguridad, que presentan distintas propuestas, que más que propuestas son un montón de vaguedades, basadas en criterios sectorizados o tan poco específicos que se vuelven inútiles, ya que terminan en lugares comunes sin especificar acciones concretas que cambien la actual situación.

Un resumen de las distintas propuestas empieza por la de un sociólogo, investigador del Conicet que apunta a las políticas de uso de armas, señalando que “En América Latina se produce el 40% de los homicidios mundiales cometidos con armas de fuego” apunta que cuanto más armas circulen en una sociedad, más probabilidad existe que se cometan hechos violentos. Pone como ejemplo a los países europeos donde existe un férreo control de armas. Concluye en que: “La erradicación de armas debería ser una prioridad”. Creo que echarle la culpa a las armas de los delitos violentos es como culpar a los autos por los accidentes automovilísticos, por otro lado le recomendaría al sociólogo que vea el documental “Bowling for Columbine”, que deja en claro algunas cosas sobre el uso de armas.

Otro especialista era el director del Centro de Estudios para la Prevención del Delito de la Universidad de Belgrano (Ceprede), quién enumeró tres modelos: uno de autoridad que cuente con hombres y mujeres capacitados y comprometidos en la tarea de entender y llevar adelante las políticas que ya han demostrado su eficacia en otras latitudes y que no centren su actuación en el sistema penal (es el mejor eufemismo que he escuchado en los últimos tiempos para nombrar a la mano dura); un segundo modelo de coordinación funcional, que intervenga interdisciplinariamente en todas las áreas involucradas, tales como educación, salud, acción social, vivienda, trabajo, urbanismo, entre otras (o sea todo a seguridad, lo demás no importa); el tercer modelo propuesto fue de participación comunitaria: donde la sociedad intervenga en el diseño de las políticas, como forma de democracia social. Calculo que con tantas propuestas se puede escribir un libro que le dé dividendos a largo plazo, pero difícilmente reduzca en el corto plazo la tasa de delitos, ya que cae en las misma generalidades que en el caso anterior, agravado por la velada inclusión de policías “bien preparados” sin control judicial.

El tercer especialista, profesor de Derecho Penal de la UBA y asesor de Unicef Argentina, está convencido de que debe hacerse un diagnóstico sobre la base de las estadísticas, propuesta coincidente con el director del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED), básicamente estos “expertos” desconocen que el delincuente no sigue un patrón estadístico, el delincuente hace la estadística. Seguir un patrón estadístico es poner a la policía dos pasos atrás del delincuente. El director del ILSED, agrega que también organizar a los vecinos para que tomen medidas preventivas advirtiendo horarios de mayor riesgo y tipologías delictivas frecuentes y cada municipio debe garantizar la iluminación de las calles y su transitabilidad. Creo que este experto leyó a pié juntillas el informe de UNICEF sobre seguridad, pero no advirtió que las ciudades que se incluían en el informe diferían bastante de las nuestro país, aunque esto es algo demasiado frecuente en los intelectuales argentinos que quieren imponer lo que se usa en el resto del mundo, sin pararse a pensar si en nuestro país es posible o no.

Otro experto, quien fuera director del Programa de Prevención del Delito y la Violencia del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, cree que es imprescindible promover programas de educación y contención para chicos vulnerables y en materia policial, acercarse al modelo de policía comunitaria, que requiere de recursos sociales articulada con el sistema educativo y el sistema de protección social para prevenir las causas de la delincuencia. Lo cual, no deja de ser una vaguedad obvia, que tampoco indica como implementar, y menos indica que hacer con los actuales cuerpos de policía.

En síntesis, si estos son los expertos que pueden asesorar al actual o a los futuros gobernantes sobre políticas de seguridad, seguiremos con índices delictivos en aumento, con aumentos de la cantidad de delincuentes y con medidas más o menos represivas pero igualmente inútiles.

martes, 22 de diciembre de 2009

¿Puede la Universidad Publica hacer tamaño papelón?


Días atrás escribí una nota sobre el “PLAN INTEGRAL DE SEGURIDAD EN EDIFICIOS” (http://opinionpoliticaargentina.blogspot.com/2009/12/mala-seguridad-publica-buenos-negocios.html ), elaborado por la Secretaría Técnica de la Universidad Nacional del Sur, donde se demostraba fehacientemente a quien quisiera leerlo la falta de conocimiento sobre seguridad pública y privada que tenían quienes lo elaboraron. Hoy acaba de enviarme un mail, un amigo que me comenta sobre un artículo escrito en el diario Eco Días por Diego J. Kenis, titulado “Poco para Sonreír”, donde indica que: “el consejero departamental de Humanidades Sandro Abate reveló que dicho texto era en realidad en su mayor parte un plagio de un trabajo elaborado por el español Leonardo Lafuente Valentín, director de la Escuela de Protección Ciudadana de Castilla – La Mancha y publicado en el sitio de internet Monografías.com, que en los pasillos académicos se conoce como “el rincón del vago”, por ser fuente de información lista para el copipegue del estudiante sin ganas de estudiar” , para quienes quieran corroborarlo, el enlace es: http://www.monografias.com/trabajos71/teconolgias-proteccion-edificios-publicos/teconolgias-proteccion-edificios-publicos.shtml .

Que un alumno universitario, con pocas ganas de trabajar utilice este recurso, no es extraño, que sea posible merced a que la mayoría de los profesores no controlan con alguna herramienta contextual los trabajos de sus alumnos con los contenidos de Internet, tampoco es extraño, pero que autoridades de la UNS presenten un documento que se supone que avala una erogación de mas de $ 1.500.000 (un millón y medio de pesos) a consideración de la comunidad universitaria, con un estudio que habíamos calificado de poco serio, técnicamente hablando; y que resulta ser una copia de contenidos de un sitio de Internet, es ya inaudito.

Dejemos de lado cualquier consideración que vincule a la erogación que se realizará basada en este informe y pensemos en el ejemplo que se da a los alumnos de la universidad y a la comunidad toda. Hace tiempo se descubrió que una jueza, también fundamentaba sus sentencias tomando contenidos de similares sitios de Internet y tuvo que renunciar, ya que la naturaleza de su investidura y los asuntos sometidos a su consideración no admitían tal falta de seriedad. En el caso de la UNS, la gravedad del caso es mayor aún, ya que institucionalmente una universidad forma profesionales, formación que no solo se realiza mediante la transmisión de conocimiento, sino mediante la observación de ciertas conductas que llevan consigo valores que se desean estén presentes en la vida de los futuros egresados. La transmisión de conocimiento implica por parte del docente un compromiso de estudio de las distintas fuentes, como son libros, publicaciones y también contenidos de Internet, pero siempre tamizados por el análisis y la posterior síntesis del docente, la transmisión directa desde una fuente de conocimiento, supone un mero acto informativo y no formativo, es la esencia misma de la función que debe realizar una universidad. No puede una universidad presentar a la comunidad un estudio con contenidos copiados de un sitio de Internet. No solo es vergonzoso, sino un tremendo papelón, pero como sabemos que los responsables no serán castigados, porque la falta de seriedad, responsabilidad e idoneidad no se castigó ni se castigará, espero que el ridículo cometido no sea olvidado, ya que como dice el refrán popular: del ridículo nunca se vuelve.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Valenzuela: Go Home


Así había titulado el borrador de un artículo sobre la visita de esta personaje a América Latina, pero el domingo 20, al leer Página 12, me encontré con el artículo: El revés de la trama, escrito por quien fuera mi profesor del curso de postgrado sobre Historia de la Relaciones Internacionales, Mario Rapoport, quién prácticamente dijo todo lo que yo pensaba escribir, así que como nada podría agregar o complementar (cosa que es lógico tratándose de este Maestro), les transcribo el artículo


Retrocediendo raudamente en el pasado, como al visionar al revés alguna película del cine mudo, la visita del enviado del presidente Obama y encargado de asuntos latinoamericanos de Estados Unidos al sur del continente, Arturo Valenzuela, dejó una sensación de déjà vu en la política de Washington sobre nuestro país (desde Cordell Hull y Braden, de recordada actuación en épocas de “relaciones tumultuosas”, hasta Terence Todman, denominado el “virrey”, en los más apacibles tiempos de las “relaciones carnales”). Sus dichos y acciones levantaron una ola de suspicacias sobre la forma de entender los vínculos mutuos. Valenzuela no fue recibido por los presidentes en Argentina y Brasil, donde se reunió con funcionarios subalternos, pero en Buenos Aires (no en la nación vecina) tuvo también entrevistas con políticos opositores que respaldaron sus conceptos.
En conversaciones con éstos y con empresarios locales Valenzuela señaló la “falta de seguridad jurídica” en Argentina y comparó este momento con la “mejor” situación que se vivía en la época del menemismo, esa que llevó directamente –es bueno recordarlo para tanto repentino desmemoriado– a la crisis de 2001-2002. Claro está que la seguridad jurídica a la que se refería era exclusivamente la de los inversionistas y no las de las personas o ciudadanos. Se trata lisa y llanamente de una seguridad jurídica corporativa y vista con los ojos de la potencia del Norte. Pero Valenzuela no mencionó el revés de la trama. El país con mayor inseguridad jurídica del mundo actualmente, a raíz de la crisis económica y financiera, con un fuerte componente especulativo, que se originó en él y se extendió como un reguero de pólvora sobre todo el planeta, es justamente los EE.UU.
¿Qué tipo de seguridad jurídica tuvieron los depositantes o inversores que han visto a cientos de bancos donde tenían colocados sus ahorros derrumbarse de la noche a la mañana? En el 2009 quebraron poco más de 130 bancos de los 8500 existentes y aunque el gobierno de Washington rescató varias entidades financieras, una gran cantidad, sobre todo medianas y pequeñas, se fueron a pique sin su ayuda. En cuanto a los depósitos, la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) sólo cubre hasta un cierto límite los de aquellos bancos asegurados en ella, no la de todos los bancos ni toda clase de acreencias.
¿Qué seguridad jurídica existió para los miles de propietarios de inmuebles que se encontraron sin poder seguir pagando sus hipotecas y fueron desalojados de sus hogares? ¿Cuál fue la seguridad jurídica de los futuros jubilados cuyos fondos de pensión cayeron en el pozo interminable creado por las pérdidas de valor de los activos financieros a los que estaban ligados y se quedaron sin ingresos futuros después de años de aportes y de trabajo? ¿De qué seguridad jurídica se habla para los que perdieron sus empleos en numerosas empresas que achicaron masivamente su personal o cerraron directamente sus puertas? En fin, ¿cómo se aprecia la seguridad jurídica de grandes industrias que se encontraron financieramente arruinadas hasta llegar a ser nacionalizadas, como General Motors, en un país que pregona que ése es el principal peligro para sus compañías fuera de sus fronteras? Puede decirse que muchos de estos casos tienen que ver con la mecánica misma de la crisis, pero es imposible no mencionarlos por la retórica existente.
Yendo a interrogantes referidos directamente a políticas públicas: ¿cuál fue el marco de seguridad jurídica que brindó la revocación, en 1999, de la Glass-Steagall Act, que establecía una separación entre la banca comercial y la de inversión? Desde ese momento se extendió la posibilidad, en un mercado totalmente desregulado, de que cualquier entidad del rubro pudiera crear sus propios medios e instrumentos financieros con una falta de límites claramente establecidos en sus operatorias y un estímulo a actividades especulativas. Esto constituyó una de las causas de la crisis que se desató en 2007. En verdad, la seguridad jurídica está muy lejos de existir en un país que hizo temblar a los inversionistas de todo el mundo y provocar la quiebra de entidades de otros países con intereses en EE.UU. O que permitió fraudes empresarios como los de Enron o WorldCom, compañías que estafaron hasta a sus mismos empleados. Para no hablar de la seguridad que deviene del respeto de la libertad personal, una de las bases mismas de la Constitución del país del Norte, vulnerada en el pasado por el tristemente célebre macartismo o por la aprobación de la patriotic act, que redujo el derecho de privacidad y estableció la detención sin tiempo y sin intervención judicial de extranjeros y hasta de ciudadanos. O la que sostiene el principio de soberanía, transgredido por razones falsas en la invasión a Irak.
La cuestión no queda allí. Como se señala en un artículo publicado en 2007 por el Instituto de Estudios Legales Alternativos de Colombia (ILSA, org. com), el fin último de la seguridad jurídica que preconizan los Estados Unidos para proteger a sus inversionistas en América latina –abandonada la etapa del “big stick” que subsistió en gran parte del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX, con algunos “revivals” posteriores– es la adopción de “normas homogéneas, durables, con poder de coerción y que aseguran transparencia” en los acuerdos comerciales o de inversión que realice el país del norte. Pero su desarrollo ha ido en una sola dirección: “La supremacía de la legislación estadounidense” por sobre la local para sus capitales invertidos en el exterior (la obligada intervención del Ciadi –una institución del Banco Mundial con sede en Washington–, apañada por dirigencias nativas, constituye un ejemplo en el caso argentino). Asimismo, esas normas favorecen sistemáticamente a los inversionistas por sobre los demás ciudadanos desconociendo otros derechos como los humanos, ambientales o laborales. Se establece así “la paradoja de que la seguridad de un tipo de leyes somete a la inseguridad a los otros tipos de legislación”. La no aceptación por Washington del Protocolo de Kioto sobre el calentamiento global, defendiendo la depredación de recursos naturales y la contaminación del medio ambiente por parte de empresas de su país, es una demostración de la poca importancia en la seguridad de una vida prolongada para millones de habitantes del mundo, posición no alterada en demasía en la Cumbre de Copenhague, donde se llegó a un acuerdo poco satisfactorio al respecto.
A todo esto debemos agregar la cuestión de la seguridad social en los mismos EE.UU. En una entrevista dada en 2008 a una revista europea, Paul Krugman decía que “la realidad no había estado jamás a la altura del sueño americano”, y esto se reflejaba en la distribución de los ingresos. Los Estados Unidos –concluía– ante la pregunta de si seguía siendo la primera potencia económica del mundo “son todavía un lugar privilegiado para aquellos que están entre el cinco por ciento de los más ricos”. Los esfuerzos de Obama por establecer un seguro de salud universal, boicoteado por gran parte de la clase política, medios y entidades civiles, dan cuenta de que sobre la seguridad social el presidente norteamericano debe enfrentar a intereses poderosos. Inseguridad jurídica, social, ambiental, EE.UU., con toda su potencia y riqueza (en muchos casos más pasada que presente), no es un ejemplo en este sentido. Pero, sobre todo, no puede dar lecciones a otros y menos imponer sus leyes. Eso sí, debe preocuparse por recuperar la salud de su economía, hoy la más endeudada del planeta, cuya suerte representa una incógnita para el futuro económico de la humanidad.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Cumbre de Copenhague: El príncipe negro se convirtió en un sapo blanco


La presidencia de la conferencia anunció que había "tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009", que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto. La ONU recurrió a esta fórmula para hacer operativo el acuerdo, que fue duramente criticado como ilegítimo por países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Sudán. Para que pudiera convertirse en un acuerdo de Naciones Unidas, debía ser adoptado por unanimidad por los 192 países presentes en la conferencia. El texto estaba siendo negociado desde el jueves y fue cerrado el viernes por el presidente de EEUU, Barack Obama, en una reunión con varios jefes de Estado y finalmente con China, India y Sudáfrica bajo mediación de Brasil (Agencia EFE).

En coincidencia con mi otra nota sobre la desilusión Michael Moore, ya plantee que quien haya creído que Obama era una alternativa a George Bush se equivocaba pues terminó oponiéndose a todo compromiso para contrarrestar las exageradas emisiones de CO2 producidas por EEUU. La maniobra a la recurrió Obama y Cia fue señalada por varios representantes que acusaron al presidente Barack Obama y a los líderes de las llamadas "potencias emergentes" de haber llegado a un acuerdo que no respetó los procedimientos de la Organización de Naciones Unidas, porque el texto no fue dado a conocer para consultas antes de convocar a la votación, casi igualito que cuando Bush logró en la ONU la aprobación de la invasión a Irak.

El Documento suscrito no resulta vinculante, solamente se toma conocimiento del la situación y aplaza cualquier decisión para las futuras cumbres. Esto es una prueba evidente de que los principales Estados solo respondieron a sus intereses nacionales y sus políticas de desarrollo, para evitar firmar un acuerdo donde reduzcan sus emisiones, modificando una producción industrial basada en el consumo de combustibles fósiles. Si no, no tendría sentido la ocupación de Afganistán desde donde se controla el tránsito de los oleoductos al Mediterráneo y la ocupación de Irak, con sus cuantiosos posos de petróleo.

A pesar del fracaso del tratado sobre la regulación de las emisiones de CO2 , se establece un total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para que los países más vulnerables afronten los efectos del cambio climático, y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación. Suena a esas viejas películas, donde un villano poderoso abusa de una mujer y después le da dinero. Copenhague demostró una vez más, que los países que no están en el grupo de los 20, son doncellas abusadas.

martes, 15 de diciembre de 2009

Mala seguridad pública, buenos negocios


Hace más de 12 años que vengo estudiando, presentando proyectos y trabajos en congresos y formulando propuestas para la seguridad pública, la poca acogida que han tenido la mayoría de mis propuestas entre funcionarios políticos es proporcional al acogimiento de las mismas por parte de la gente. La razón de la poca aceptación de mis propuestas es necesariamente ideológica, fundamentalmente porque: considero la seguridad como algo más amplio que el ámbito del delito, porque asigno mas importancia al rol de la dirigencia política que al de las instituciones (policía incluida) y porque hacer algo implica tomar riesgos que afectan el “status quo” que pretenden los funcionarios políticos para sus gestiones, ya sea por una inherente incapacidad o por cobardía política. Lamentablemente, la falta de propuestas nuevas y originales perjudica a la gente que es víctima de delitos y a quienes se encuentran en situaciones de exclusión donde el delito se presenta como puerta de salida a sus problemas. Nada más que por esto continúo perseverando en mi estudio, mi análisis, la elaboración de trabajos y de propuestas.
Una causa de la falta de voluntad para lograr cambios en la situación de seguridad de la población es la vinculada con las ganancias que producen los negocios surgidos como consecuencia de la falta de seguridad pública. Por lo tanto la mayoría de los “expertos” que opinan sobre seguridad pública, están vinculados a empresas de seguridad privada y sus aseveraciones apuntan a acentuar la sensación de falta de respuesta de la policía, de las autoridades, el aumento del delito, de la violencia de los mismos y todo cuando contribuya a que el ciudadano común se sienta desprotegido, creándose la “demanda de seguridad”, que como el estado no la satisface, se canaliza en montones de opciones ofrecidas por empresas de ramo: desde puertas y vehículos blindados, alarmas, sistemas de monitoreo, vigilancia privada, custodias y una gran variedad de otros productos y servicios que hagan que la gente se sienta mas segura. Estas empresas, en conjunto, facturan más que el presupuesto público asignado a seguridad, por lo que podríamos hablar de un “impuesto a la seguridad”, que engrosa los bolsillos de empresas, cuyos titulares son mayoritariamente ex miembros de las fuerzas de seguridad. Se me plantea una doble duda, primero: si como integrantes de las fuerzas públicas de seguridad no pudieron impedir el crecimiento del delito, que me garantiza que lo harán desde el ámbito privado; y segundo: si como empresario privados pueden garantizar la seguridad de las personas, porque no lo hicieron cuando eran funcionarios públicos.
Independientemente de consideraciones sobre la conformación y la eficacia de los productos y servicios de la seguridad privada, la realidad de los números se impone sobre cualquier otro análisis. La facturación de las empresas privadas ronda los 10 mil millones de pesos anuales, según informa la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad e Investigación (CAESI), mientras que el presupuesto nacional para todo el sistema penal, de seguridad interior y de inteligencia prevé para 2010, un total de 9.892 millones de pesos. Además el negocio crece a una tasa promedio del 4% anual. Ese negocio invierte en publicidad, y la mejor publicidad en la indirecta, la que generan los periodistas que presentan visiones apocalípticas y amarillistas de los delitos que se cometen y de las victimas, lo que contribuye a generar la “sensación de inseguridad” que aumenta la recaudación de las empresas privadas. Esto se suma a la falta de medidas eficaces por parte de las autoridades, la indolencia de algunos funcionarios, el aumento del tráfico de estupefacientes, el aumento de la exclusión social y un deficiente funcionamiento del sistema judicial y penitenciario. El cóctel de ineficacia oficial e interés privado producen la sensación de inseguridad que ve como alternativa la seguridad privada y peor aún, se construye un imaginario colectivo que descree del estado como garante de la seguridad pública.
Este fenómeno de sensación de inseguridad y búsqueda de formas de garantizarla, ha llegado hasta esferas donde nunca pensé que se plegarían al imaginario colectivo antes mencionado. Un caso paradigmático es el “PLAN INTEGRAL DE SEGURIDAD EN EDIFICIOS”, elaborado por la Secretaría Técnica de la Universidad nacional del Sur. En este plan se comenten errores de todo tipo, los errores técnicos son excusables dado la falta de competencia y experiencia de la mayoría de los funcionarios académicos en esta área, pero lo inexcusable es la falta de un análisis lógico de las causas y de las estrategias a utilizar al proponer medidas para garantizar la seguridad, cayendo en lugares comunes que favorecen la sensación de inseguridad que lleva a la contratación de servicios privados de seguridad.
Al darle un vistazo a este proyecto podremos tener una idea de cómo se alteran conceptos elementales de sentido común y como se tiende a subestimar la contribución del estado (que aunque esté ausente no justifica el no hacer el reclamo correspondiente) en beneficio de la seguridad privada. El primer elemento que surge de la lectura del estudio es la magnificación y exageración de lo hechos delictivos ocurridos y el empleo del miedo como argumento de presión sobre los docentes con equipos a su cargo. Si analizamos estos dos conceptos, vemos primero: que se habla de hurto, robo y asalto, cuando solo hubo casos de hurto y robo, la mención del robo no corresponde o se realiza con el propósito de generar miedo; segundo: la cantidad de hechos señalados en relación al patrimonio existente es ínfima, y no superaría los estándares de cualquier compañía de seguros; y tercero: el personal docente no tiene porqué tener responsabilidad alguna sobre los bienes públicos, salvo aquellos que emerjan del uso de los mismos para las funciones específicas, pero la seguridad de los mismos debe estar a cargo de funcionarios académicos y no de docentes que en definitiva son empleados del estado que no tienen porque asumir responsabilidad alguna por posibles robos o hurtos de los elementos que usan (extraña la poca atención que los sindicatos docentes prestaron a este punto).
Otro elemento que llama la atención en el estudio, es la limitación que se propone al uso del espacio público, ya que la universidad es un organismo público al que se supone que todo el mundo tiene libre acceso, para restringir este acceso deberíamos aceptar que la universidad no es pública, la identificación de las personas que acceden a la universidad también supone una limitación de acceso no justificada por razones de trabajo o uso de instalaciones y delegar en una empresa de seguridad privada dicha tarea poner a la universidad en la misma condición de una empresa privada, que tienen el derecho de admisión a su propiedad, esta “privatización” del acceso supone violar el mismo derecho que se violaría con el arancelamiento de la educación, poniendo lo público a nivel de lo privado. Algunos otros interrogantes me surgen, si alguien intentara entrar y un guardia de seguridad lo retiene contra su voluntad en un espacio público, no estaría cometiendo el delito de privación ilegal de la libertad y no sería la universidad que le ordenó hacerlo cómplice de dicho delito. Descuento que el personal de maestranza no aceptaría realizar dichos controles ya que su función no es el control del personal docente y alumnos, sino el mantenimiento de las condiciones de uso de las instalaciones, y se arriesgaría a recibir agresiones o presiones laborales en represalia.
Algunas cuestiones técnicas, como las medidas para garantizar la seguridad de las instalaciones, los medios que se utilicen para limitar el acceso (debe recordarse que no puede impedirse el acceso, salvo que se cierre por razones de horario o de feriados) y que los medios que se empleen para limitar el acceso no pueden producir daño a quien quiera atravesarlo (existe responsabilidad legal sobre los daños que se pudiera causar), la cantidad de CCT, el monitoreo, la intervención en caso de robo (si al intentar impedir la salida de las instalaciones o requisar algún elemento, un guardia o mayordomo es herido o muerto, quien se hace responsable), la capacidad de requisa, los sistemas de alarma ante intrusión, la iluminación y otros elementos mal considerados y expuestos sin un análisis que justifique su implementación. En síntesis no se aprecia que en dicho estudio haya un análisis detallado “in situ” para justificar las medidas que se proponen.
La última consideración sobre el informe más que algo en concreto es la suma medidas que justifican la contratación de la seguridad privada, como ser: los CCT, las alarmas, el personal de seguridad privada o los servicios de monitoreo y la falta de propuestas alternativas que surjan de instituciones del estado como la policía o el propio ministerio de educación, aunque creo que dicha omisión es parte de las “desculturización en seguridad” que evidentemente favorece el negocio privado.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Hablemos en serio de Seguridad




  • Sobre la seguridad hay dos posturas claras, la primera postura surge del pensamiento pseudo progresista, que considera a la delincuencia como producto de la exclusión social y que como responsables de ellos la sociedad debe cargar con la delincuencia como un estigma hasta que desaparezcan las desigualdades sociales y la delincuencia con ellas. La otra postura, surgida del conservadurismo burgués, supone que la delincuencia es producto de una decisión personal de un sector social marginal, que acuciados por la pobreza y la droga, y producto de la disgregación familiar y la “perdida de valores morales” cometen actos de delincuencia que al no ser debidamente castigados, incentivan el aumento de los hechos.
    Ambas posturas, y aquellas más o menos parecidas, tienen algo de verdad y algo de hipocresía. La primera ignora que el camino de la delincuencia y al droga, llevan a la persona a su autodestrucción y a una marginación cada ves mayor, pudiendo ser esta un fenómeno social de consideración si la dispersión actual de la mayoría de marginales que han incurrido en el delito y la drogadicción se convirtiera en concentración social, estaríamos en presencia del fenómeno de delincuencia y violencia extrema que ya se ha desarrollado en otros países centroamericanos. Para los que quieran ver a que podríamos enfrentarnos en un futuro, les recomiendo ver el documental “La Vida Loca”, donde se cuenta la historia de las pandillas centroamericanas conocidas como “Maras”.
    La segunda postura, ignora el hecho que no puede separarse a la condición social de exclusión, de la generación de delincuencia, no porque la relación sea directa, sino porque genera las condiciones sociales para la delincuencia, como es la desaparición de lazos familiares, la perdida del control parental de los hijos, la droga como medio individual de evasión y muchísimos otros factores que llevan a que una persona delinca. También ignora que la situación actual de la policía impide que esta desarrolle un accionar eficaz (ver mi nota anterior sobre la policía: http://opinionpoliticaargentina.blogspot.com/2009/11/maldita-policia.html), que se carece de un sistema carcelario con capacidad de prevenir la reincidencia en el delito y que se carece de una estructura judicial ágil, que resuelva rápidamente los casos llevados a juicio.
    Ambas posturas no profundizan en el abandono que ha hecho del estado de muchas de sus funciones, careciendo actualmente de políticas universales de promoción social, de garantía de la educación, de acceso a la salud (hay que recordar que tener agua potable influye en al salud mas que un hospital mas o menos), de prevención de la violencia familiar, de tratamiento de las adicciones, de garantías personales (integridad, propiedad, entre otras), acceso la trabajo digno y muchas otras que de estar vigentes, no se generarían las condiciones de exclusión y marginalidad que promueven la drogadicción y el delito. No se puede hablar de seguridad sin un plan integral que cuente con los medios de recuperar a aquellas personas en riesgo social, pues si esto no se soluciona, podríamos encarcelar hoy a todos los delincuentes y mañana surgirían nuevos creados por esas condiciones de marginación social, esto es quizás lo mas racional que puedo extraer de la primer postura.
    Más aún, si se pudiera solucionar la situación de marginalidad social (no cuesta nada imaginarlo), siempre existirá quien se convierte voluntariamente en delincuente, lo que surge de la crónica de países con un alto grado de integración social, que exhiben índices significativos de delincuencia. Por lo que no puede creerse que la delincuencia desaparecerá al solucionarse los problemas de marginalidad social y es a partir de este supuesto que debe construirse un plan de seguridad que garantice la respuesta del estado como garante de la integridad y los bienes de los ciudadanos.
    Este plan de seguridad debe acordarse en sus objetivos, mediante acuerdos políticos, lo mismo que las grandes estrategias, de modo que la alternancia de vida democrática, no altere el sistema de seguridad para los que deben brindarla y para el resto de la sociedad. El plan de seguridad una vez definido en sus objetivos y estrategias básicas, debe ejecutarse a nivel táctico por grupos de especialistas interdisciplinarios, sin participación de funcionarios policiales o judiciales, ya que los primeros pertenecen a un cuerpo subordinado cuya misión es cumplir las directivas emanadas del poder político para garantizar la seguridad y los segundos intervienen en una instancia distinta a la garantía de la seguridad, cuando se violan las leyes que la garantizan y de allí que no tengan competencia en la instrumentación de las estrategias específicas y las tácticas que garanticen la seguridad.
    Muchas de las fallas que se originan en la actualidad se deben a aspectos ya señalados en esta y otras notas del tema, las que reitero para mayor comprensión:
    - La seguridad no puede proveerse mediante la represión del delito, o peor aún desde el autoritarismo policial.
    - Los funcionarios que intervengan deben tener competencia profesional en las disciplinas que hacen a la seguridad (un funcionario judicial carece de formación en Recursos Humanos, Logística y Tecnología, componentes básicos de cualquier sistema de seguridad que quiera llevarse a cabo seriamente).
    - La policía debe reconvertirse, a partir de una reconversión de su estructura organizacional, con cambios que incluyan la no existencia de concentración de poder en personas individuales, la garantía de un salario digno y condiciones laborales acordes a la función que desempeñan, capacitación y entrenamiento continuo, redefinición de las distintas especialidades, etc.
    - Se requiere la instrumentación sistemática de metodologías de estudio y trabajo en seguridad pública.
    - Se requiere la implementación de redes sociales que intervengan en la problemática de la seguridad, coordinadas y dirigidas desde el estado.
    - Se requiere utilizar la tecnología como un auxiliar de los medios existentes para garantizar la seguridad y no como reemplazo de ellos.

    A partir de estas premisas se puede comenzar a trabajar en serio en seguridad, sino sumaremos remiendos a un saco al que no le caben más, y el riesgo de que los actuales problemas alcancen proporciones inimaginables está mas cercano de los que la mayoría cree, Dios nos ampare, porque nuestro estado no puede.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El origen de la Inepcia


Hoy leí una nota de Martín Caparrós titulada Inepcia, que quiere decir, ni mas ni menos que incompetencia, donde concluía diciendo que en mayor o menor medida nuestro país padece de una tremenda y extendida inepcia a todo nivel, desde el gobernante hasta el mas modesto trabajador, y esa es la causa de nuestra actual situación.
No puedo menos que compartir el diagnóstico de Martín y me puse a pensar en donde están los orígenes de esa inepcia. Me comparé con mi viejo y con mi hijo mayor, los tres profesionales egresados de la misma universidad, y si bien mi viejo y yo egresamos como ingenieros y mi hijo como Licenciado, somos el producto de la educación pública oficial en un mismo ámbito.
Mi viejo egresó en 1968 (estudió de grande), luego de cursar 38 materias con una carga horaria de 36 horas semanales de cursado presencial, yo egresé en 1982 con 35 materias y la misma carga horaria semanal y mi hijo egresó en el 2008 con 24 materias y una carga horaria de 24 horas semanales. Esta simple experiencia nos muestra como en el ámbito de la misma universidad, la trasmisión de conocimiento se degrada, ya que entre la época de mi viejo y la mía, surgió la tecnología digital, la informatización, la robotización, y ante esto la universidad no aumentó el número de materias sino que lo redujo, y desde mi época de estudiante hasta la actual, ha reducido la carga horaria. La conclusión es obvia: los egresados fuimos perdiendo formación ya que tenemos cada vez menos tiempo asignado a ello. La universidad falla o falla el sistema que no mantiene la relación entre la cantidad de conocimiento necesario y el tiempo requerido para adquirirlo, ya que, si vivimos en la era del conocimiento, este es cada ves mayor y necesitamos más tiempo para absorberlo. Simultáneamente la cantidad de alumnos ha aumentado en mayor proporción que los cargos docentes, que dados los requerimientos actuales no solo deben enseñar, sino investigar, obtener un postgrado, realizar tareas de extensión, realizar tareas de vinculación con el medio y ocupar cargos electivos. En síntesis en la educación se han reducido las horas de enseñanza y la cantidad de tiempo disponible por alumno de cada docente, con lo cual la preparación del egresado es menor, la prueba de ello es al demanda de estudios de postgrado, que permiten una mejor inserción laboral, al contar con mejor preparación.
Me pregunté que pasaba en el colegio primario, me remití a las funciones y atributos que tenía una maestra en la época de mi viejo, en la mía y en la de mi hijo. En la época de mi viejo se aceptaba el castigo corporal como forma de sanción por in- conducta, las maestras y maestros no ganaban gran cosa, pero su sueldo les permitía una vida sin lujos pero digna (acceso a vivienda, salud, educación de sus hijos y esparcimiento), nadie mas que el docente intervenía en el proceso educativo y la familia colaboraba con la escuela. En mi época, empezaron las directivas sobre el proceso de enseñanza (culpa de ello mi generación sufre en forma crónica de una escritura con faltas de ortografía), los sueldos docentes eran un buen complemento para los ingresos de la casa pero a duras penas alcanzaba para sostener una familia, la preparación docente se trasladó a establecimientos terciarios y fueron desapareciendo las Escuelas Normales. Hoy en día el docente no tiene autoridad frente a su curso y hasta el linyera que pasa por al puerta de la escuela tiene derecho a opinar sobre como enseña, a pesar de ello, debe enseñar, alimentar, contener y evaluar con un sueldo que no le permite una subsistencia digna, debe perfeccionarse por su cuenta y si no lo hace no puede acceder a nuevos cargos (ya que debe acumular varios para alcanzar un sueldo digno).
Por último pensé en la primera escuela que es la familia, y me quedé con el esquema de familia constituida, con trabajo y necesidades básicas satisfechas, que si bien son minoría, conforman el imaginario colectivo que denominamos familia y que en el caso de mi viejo, el mío y el de mi hijo, fue así. En la generación de mi viejo, había roles bien definidos entre el padre y la madre, había tiempo para controlar la educación de los hijos, no tanto para ayudarlos, pero vigilaban y hacían cumplir las tareas y el estudio que se indicaba en la escuela, no había jardines de infantes y actividades extraescolares fuera de deberes y estudio para los exámenes. En la familia se respetaban y hacían cumplir normas éticas, morales y religiosas, nadie delegaba esa tarea en ninguna escuela, instituto o iglesia. En mi generación, se produjo el gran cambio y choque generacional, los roles padre y madre se fueron intercambiando, la mujer empezó a trabajar, el tiempo para controlar el estudio y los deberes se redujo y muchas veces a hacer los deberes en lugar de fomentar el aprendizaje, delegar en institutos y maestros particulares la ayuda escolar, en reforzar una educación que empezaba a ser insuficiente para la demanda de conocimientos con actividades extraescolares y las pocas normas morales, se predicaban a patadas mas que con el ejemplo, los valores éticos en los manuales, y los morales y religiosos durante el domingo en la iglesia. Mi generación educó a sus hijos trabajando ambos padres, lo que hacía que tuviéramos menos tiempo para dedicarles que el que ellos tenían libre, por eso los mandamos a un montón de actividades extracurriculares. El poco tiempo que disponíamos lo dedicábamos a filmar sus actos escolares, a pelearnos con sus maestros, a criticarlos (la gran mayoría de los matrimonios de profesionales veíamos un muy pobre nivel educativo de los maestros, y en lugar de reclamar por una mejor preparación de los maestros los criticábamos frente a nuestros hijos) y a compensar nuestra poca dedicación con perdones (les perdonábamos que no hicieran los deberes, que no estudiaran o que reprobaran un examen), educamos a nuestros hijos mas en la indolencia ética y moral, que en la formación de valores y de religión mejor no hablar. En resumen, las familias que no deberían haber tenido problemas en contribuir a la educación de sus hijos, le han dedicado menos tiempo de calidad a la educación de sus hijos, han contribuido a desmerecer la imagen del docente, han sobrecargado de exigencias extracurriculares a sus hijos y no los han educado dándoles ejemplos éticos o morales.
La conclusión final es evidente, la calidad de la educación ha disminuido en la formación de egresados universitarios, que cuentan con una menor formación (en horas de clase), que accedió a la educación superior con menor cantidad de conocimientos básicos, sobrecargado por actividades extracurriculares y sin una buena formación ética y moral. No podemos pedirle capacidad a quien no está capacitado y mi análisis se orienta a quienes serán nuestros maestros, directivos, jefes y peor aún: gobernantes.

martes, 1 de diciembre de 2009

Recuerdo y Homenaje a Fuentealba



Hoy que el "insigne gobernador Scioli", vuelve a negarle un salario justo a los maestros, que pretende un estado policial, pero no hace nada por remediar la situación de exclusión social de la provincia, es un buen momento para recordar a ese maestro neuquino, que trabajo para poder estudiar, que aceptó la representación sindical para representar a sus compañeros y que luchó por esas reivindicaciones, sin excluir a las otras reivindicaciones sociales, tan justas como las que él esgrimía. Ese maestro fué victima de un estado policial represor como el que pretende instaurar Scioli en la provincia. Atacar a Scioli y sus argumentos, contribuye en muy poco porque la irracionalidad de su propuesta nos molesta a todos, por eso elegí homenajear a un maestro y luchador social, con estos versos de Martin Airon, para que sepamos que hay otra argentina con gente que marcó un camino y que soñó con una patria que se parece mucho a la que todos pretendemos.

Martín Áiron es montón, cardúmen, bandada, tropa…
Su uniforme es esa ropa que usa la gente “de abajo”
a la que en vez de trabajo le tiran un plato ´e sopa.

Un día tras otro se topa con la tremenda desgracia
del desparpajo y la audacia que tiene la oligarquía
que le aplica, día tras día, la fuerza ´e la “dedocracia”.

Lo que llaman “democracia” es un rótulo cualquiera
que nombra de esa manera la eterna postergación
que el laburante y el peón siempre se “comen” entera.

“Democracia” es la bandera que enarbolan los señores
que se dicen los mejores antes de cada elección
en las que la única opción, es votar los “menos peores”.

Publicistas y doctores de esos que las “saben todas”
ponen sus nombres “de moda” y el pueblo cae en el error
de votar al “menos peor” y allí empieza la peor joda.

Como al “pavo de la boda” lo empiezan a camelear,
y le hacen imaginar el mejor de los futuros
para que vote seguro de que esta vez “va a ganar…”

Y después de festejar y aplaudir como un idiota
la “ganadora patota” que le hizo poner el voto,
lo abandona como a un croto y otra vez queda en pelotas.

Y cuando la fe se agota y se va cayendo en pedazos,
el Pueblo, al bajar los brazos, se va cerrando, se achancha,
y al abandonar la cancha, termina dando “el mal paso”.

De filo y de morfi, escaso, con el orgullo abollado,
descubre que lo han usado que otra vez “pisó el palito”
y sólo le queda el grito para enfrentar al Estado.

Al estado en que han quedado su amor propio y su autoestima.
Y al Estado que en la cima del poder que ha conquistado
lo ha dejado abandonado y ni un consuelo le arrima.

Sin nadie que lo redima, sin un sueño al que aferrarse,
sin el derecho a quejarse, sin que nadie quiera oír,
cualquiera empieza a sentir que lo obligan a enojarse.

Y cuando quiere acordarse se revuelve el avispero
y ya no será un obrero, pues le echarán los milicos
que trabajan pá los ricos reprimiendo “piqueteros”.

Y en medio del trance fiero, el que hasta ayer fue una malva,
termina siendo un Fuentealba, un mártir de la impotencia,
pues donde es ley la violencia, el manso nunca se salva.

La ocasión la pintan calva y el gobernante, engreído,
lo trata como a un bandido, metiéndole palo y bala
para cortarle las alas al que no se haya rendido.

Hermanos, nuestro Partido, nuestra única ideología,
nos representará el día en que, pase lo que pase,
nos unamos por la base y no pá endiosar un quía…

Necesitamos un guía que nos aliente en la acción,
que en vez de hablar de Perón y usarlo como bandera,
nos enseñe la manera de vencer la corrupción.

Y con la misma pasión del gran maestro neuquino,
juremos junto al camino donde luchó y murió Carlos
la decisión de imitarlo, como buenos argentinos.