Suele ocurrir que muchas veces lo urgente oculta lo escencial, y los requerimientos de nuestras obligaciones cotidianas no nos dejan tiempo para las cosas que nos interesan, este suele ocurrirme a menudo y la frecuencia de mis articulos en este blog es la prueba. Pero a veces, solo a veces, algo que hacemos se comparte entre nuestras distintas actividades e intereses, este es el caso. Este artículo, forma parte de un trabajo de investigación que se presentará proximamente en un Congreso de Economía, pero con algunas modificaciones creo que puede ser de interés para comprender el desarrollo de la economía argentina de estos últimos años. Se puede compartir, disentir o criticar, pero creo que tiene la suficiente cantidad de elementos objetivos para contribuir a que se discuta sobre bases mas concretas la política económica reciente.
Cronología
Podemos distinguir algunos hechos significativos a partir de los cuales se puede elaborar una cronología de hechos económicos que a grandes rasgos se compondría de los siguientes hechos:
a) El régimen de política macroeconómica caracterizada por un esquema de ancla cambiario (1991-2001).
b) Crisis financiera que derivó en reducción de reservas, fuga de capitales y terminó con la paridad cambiaria (2001).
c) Modificación de las reglas del ordenamiento macroeconómico y alteración de los precios relativos (2002 en adelante).
El período 2003 a 2007 exhibe un fuerte crecimiento económico y aumento de la actividad productiva, se destaca que entre 2002 y 2006 el sector manufacturero acumuló un crecimiento del 32,8%, incrementando su participación en el PBI nacional. Este proceso fué liderado por las empresas líderes extranjerizadas en la década anterior (Ver distintos trabajos de Basualdo). Los indicadores oficiales muestran que los sectores más intensivos en el uso del conocimiento mostraron un desempeño notablemente superior al de la década anterior, dicho conocimiento no es endógeno sino que es importado como parte de proceso productivo o de los sistemas de producción “blanda” incorporada (ver trabajo de Blanco en la página del INPI), cuya finalidad es el aumento de la remisión de utilidades vía royalties o contratos de provisión de servicios, pero de modo alguno constituyen procesos que generen externalidades positivas, en términos del aumento de los conocimientos existentes en los trabajadores o empresas subsidiarias.
Análisis del período histórico
Una descripción de las condiciones macroeconómicas y microeconómicas del desarrollo argentino puede elaborarse a partir del trabajo de Anlló, Kosacoff y Ramos (Ver trabajos de estos autores en la página de la CEPAL), elaborado por la Oficina de CEPAL en Buenos Aires, donde se aporta reflexiones y análisis de algunas áreas y sectores, Se divide el análisis en tres ejes: a) Un eje marco que agrupa las variables macroeconómicas, el empleo, la balanza comercial argentina y la inversión extranjera directa; b) Otro eje microeconómico que analiza la industria, el agro y las conductas innovadoras de ambos sectores; y c) El último eje que abarca las políticas sociales y los desequilibrios territoriales.
Contexto Marco
El período pos-convertibilidad está caracterizado por un alto desempeño positivo, expresado en un crecimiento a una tasa acumulativa anual promedio del 8,2% entre 2002 y 2007. Desde 1975 a 2007, el PIB per-cápita creció a una tasa anual del 0,6% anual y se generaron 19 años de crecimiento y 14 años de crisis, lo que justificaría el estancamiento y la volatilidad que produjeron una gran heterogeneidad y exclusión social.
Variables macroeconómicas
La crisis producida por la ruptura del régimen de convertibilidad puso en tela de juicio al sistema de contratos existente y a la propia organización monetaria, esto se puede ver en detalle en los trabajos de Cetrángolo, Heymann y Ramos en CEPAL. Según estos autores resultó notable el repunte de la economía en pocos meses y que no se registró la huida de dinero en las transacciones cotidianas. La memoria de los precios nominales reforzó la búsqueda de potenciales compradores y el alto desempleo impedía deslizamientos salariales.
Los incrementos de la producción agregada implicaron reducciones en los niveles de capacidad ociosa y una reducción del desempleo (a fines de 2006 estaba por debajo del 9%). Hubo un aumento de los salarios reales, menor a la caída previa para los trabajadores informales y mayor para los trabajadores formales. La estructura de precios relativos siguió en transición, con un aumento del gasto interno y una tendencia a la apreciación real frente con aumentos de los bienes transables, lo que generó una tendencia inflacionaria, dentro de rangos moderados. Si bien hubo cierta preocupación por esa tendencia, no se buscó frenar el aumento de la demanda.
El mercado de trabajo
Los 90 fueron años difíciles para el mercado de trabajo, y su comportamiento fue determinante en el deterioro distributivo, expresado por desempleo, precariedad y pobreza, como así mismo en grandes brechas de bienestar entre distintos sectores sociales. Sobre este escenario se produjo el abandono del régimen de la convertibilidad.
La recuperación económica post convertibilidad no sólo fue intensa, sino que tuvo efectos significativos en el mercado de trabajo, en especial en el empleo. La ocupación total creció, incluso relacionada con el ritmo de aumento de la actividad agregada. La elasticidad empleo–producto promedio alcanzó niveles superiores a otras fases expansivas. Como consecuencia de esto se han ido morigerando los principales problemas laborales y sociales que enfrentaba el país en 2002, respecto del desempleo y subempleo. Sin embargo, los valores continúan siendo preocupantes y la búsqueda de su pronta disminución continúa encabezando el listado de los desafíos que enfrenta la política económica y social.
Evolución de la balanza comercial
El coeficiente de apertura de la economía argentina, estimado como el promedio de la suma de exportaciones e importaciones en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), pasó de 11% para el trienio 1996-1998 a 22% en 2006; con lo que el sector comercial externo se ha convertido en un factor importante de la demanda agregada. La composición puede analizarse por:
a) Las exportaciones argentinas en los últimos 15 años, se multiplicaron por cuatro, en dos valores muy diferenciados. Alrededor de US$ 12 000 millones hasta1994, en US$ 25 000 millones a partir de 1996 y crecieron desde 2002, a casi US$ 50 000 millones.
b) Las importaciones han seguido al ciclo económico y en el 2006, superaron al valor que registraban en 1998. En esta última fase, la economía crece a tasas sostenidas y, simultáneamente, manteniendo importantes superávit comerciales.
Se destaca el desempeño de las exportaciones argentinas, que ha sido paralelo con la recuperación y crecimiento de la demanda interna. La canasta exportadora argentina permanece concentrada en cerca del 85% en bienes primarios, combustibles y manufacturas de bajo contenido tecnológico intensivas en recursos naturales o escala. Los bienes exportados de mayor contenido tecnológico pertenecen a la industria automotriz y química, en el marco de estrategias intra-firma a nivel regional.
Inversión Extranjera Directa en la Argentina
La crisis hizo sentir el deterioro de la situación patrimonial por el peso de la deuda en dólares de muchas empresas, dados los niveles de endeudamiento que crecieron en forma significativa, en un contexto de detracción de la demanda interna y la ausencia de crédito, interno y externo, que ponía a las empresas en una situación delicada.
En 2003, la inversión extranjera llegó a las cifras más bajas (aproximadamente US$ 1 600 millones), pero a partir de 2004 los flujos se recuperaron, alcanzando valores significativos, en términos del producto, ubicándose entre 2002 y 2005, por encima del 2% del producto promedio y alcanza a más del 2,5% entre 2004 y 2005. Sin embargo, no puede hablarse de una oleada de IED, así como tampoco de una retirada del capital extranjero.
En esta etapa un factor importante es el creciente peso de Brasil como inversor extranjero, no sólo por los flujos totales de inversión, sino por el hecho de haber adquirido empresas líderes o relevantes en su sector (frigoríficos, cerveza, cemento, petróleo, acero), pasando estos capitales a convertirse en actores de peso en la economía del país.
Contexto Microeconómico
La salida de la convertibilidad generó tanto el abaratamiento relativo de la mano de obra como condiciones favorables para la producción de bienes transables. A consecuencia de esto, la industria revirtió la tendencia a perder participación relativa en el producto total. Este desempeño se ha caracterizado por: la expansión de las ramas manufactureras y la creación de empleo. Sin embargo no se modificó la configuración sectorial de la industria de un modo significativo, a pesar que el cambio en los precios relativos acentuó las asimetrías de rentabilidad preexistentes dentro del sector industrial. El agro tuvo un sostenido crecimiento, con cambios radicales en su organización derivados de un conjunto de diversas innovaciones realizadas en el sector.
Desde 2002, la normalización de los mercados y la menor incertidumbre se asociaron a la reanimación de la demanda interna. Basado en la dramática reducción de los costos laborales y en los bajos precios de los servicios públicos, la financiación de la producción provino de los mayores márgenes empresarios.
La industria
Entre otras características importantes, para este período, se debe incluir:
a) La sobreinversión relativa en ciertos sectores y la insuficiente capacidad de otros, con un bajo coeficiente de inversión total durante la recesión.
b) La debilidad del entramado productivo interno, en términos de cantidad y calidad de oferta disponible y en las interrelaciones del sistema nacional de innovación.
c) Rigideces tecnológicas, cuya superación es difícil en el nuevo contexto de precios relativos.
d) La reducción y desaparición de personal de alta calificación.
En este período de crecimiento no ha habido un proceso de cambio estructural en el sector manufacturero, permaneciendo invariable el modelo productivo industrial heredado de los noventa, en el cual: no hay cambios significativos en los coeficientes de empleo, no hay cambios en los requerimientos de insumos y componentes importados, no se ha avanzado un proceso de sustitución de bienes intermedios y finales, no aparecen nuevos sesgos intersectoriales, no ha habido modificaciones importantes en la composición de la producción local y no se ha alterado la débil conducta innovadora de las firmas.
El modelo industrial resultante opera con algunas condiciones diferentes: a) costos laborales más bajos; b) mayor protección frente a la competencia internacional por efecto del tipo de cambio; c) crecimiento generalizado en el sector; y d) la fuerte reactivación de algunos segmentos productivos muy castigados.
El sector agropecuario
La reciente revolución de la producción vinculada a la explotación de la tierra presenta varios planos:
a) El cambio tecnológico: con la incorporación de Organismos Modificados Genéticamente (OGM), el uso de fertilizantes y herbicidas asociados, la aplicación de la siembra directa, los desarrollos tecnológicos asociados al acopio como el silo bolsa, la metalmecánica con el desarrollo de nuevas maquinarias agrícolas y los cambios organizacionales asociados a ello
b) Los mercados internacionales: por los aumentos en los precios de los commodities agropecuarios debido al aumento de la demanda sostenida de China y la India, y por una retracción en la oferta, debido al recorte de los subsidios en la UE
c) El mercado financiero: inicialmente como oferente de crédito barato a través de bancos, por la apertura y exceso de crédito en las plazas internacionales (por los episodios sucesivos de crisis “tequila”, Rusia, sake, etc.), y posteriormente montando un sistema paralelo, fuera del sistema formal de crédito, básicamente estructurado a partir de capitales internacionales.
d) Los nuevos actores: que surgieron en la nueva organización productiva que tuvieron las grandes compañías transnacionales proveedoras de insumos de base científica y sus centros de servicio (Monsanto, Syngenta; Bayer; Hoesch), la red de semilleros locales (por ejemplo, Don Mario), las nuevas redes empresarias locales (por ejemplo, Los Grobo, El tejar), y un menú de múltiples opciones de participación en la explotación de la tierra, con lógicas productivas ajenas a lo que tradicionalmente se hacía en el campo.
El agro presenta actualmente, una diversidad de opciones: se puede encarar el negocio como una inversión inmobiliaria (compra de campos para su alquiler posterior); como una inversión financiera (la participación en pooles de siembra); como reserva de valor (invertir allí como ahorro); como parte de una inversión industrial, a fin de dominar uno de los insumos claves; etc.
La innovación
Algunas encuestas de innovación permiten observar que en el período 1992 a 2004, un patrón de conducta en materia de innovación en el sector manufacturero. Una estilización de la conducta innovadora de la industria, puede resumirse en estos rasgos:
a) Un bajo gasto en actividades de innovación
b) El gasto concentrado en la adquisición de maquinaria y equipo
c) Las empresas que señalan poseer unidades de I+D, representaría una tasa relativamente alta a nivel internacional
d) Hay relativamente muchas empresas declaran haber introducido innovaciones
e) Una muy débil trama de vinculaciones al interior del sistema.
La economía y la generación de empleo, deberían ser impulsadas por el nuevo contexto a partir de la salida de la convertibilidad, que se vea acompañada en mayor medida con acciones empresarias tendientes a adquirir ventajas dinámicas en bienes con mayor contenido de conocimiento, lo cual no se ha observado aún.
Dilemas territoriales y en las políticas públicas
A partir de la salida de la convertibilidad se produjo una cantidad considerable de demandas sociales sin resolver, en un esquema territorial complejo. Ciertas regiones del país presentan problemas estructurales que no se pueden solucionar simplemente con una mayor actividad económica en vista a lo ocurrido en la recuperación económica reciente, sino que demandan atención mediante la acción de políticas específicas.
Políticas sociales
Durante los años posteriores a la crisis de 2001, se logró un gran posicionamiento en términos de crecimiento, sector externo y resultado fiscal. Se alcanzó niveles muy altos de superávit primario, basado en una particular conjunción de precios relativos, que explica en parte, ingresos tributarios superiores a los períodos anteriores. Este hecho supondría que se han dado las condiciones que permitan la resolución de algunos de los problemas estructurales de la economía argentina.
Se debe indagar sobre los elementos centrales de las deficiencias estructurales que deben ser considerados y explicar que rasgos comunes tuvieron los programas que fueron incapaces de resolverlos a tiempo o las respuestas poco adecuadas que se dieron a los problemas. Debe tratarse los dilemas asociados con la redefinición de las políticas públicas en relación con la necesidad de coordinación del gasto público descentralizado (salud y educación) y las presiones que ello genera en la situación fiscal de la Nación y las provincias. Simultáneamente, deben satisfacerse las demandas para redefinir los esquemas de protección social, ante la nueva dinámica laboral, tanto en relación con la provisión de salud como del sistema de pensiones.
Desequilibrios territoriales
Las distintas trayectorias económicas en territorios o provincias, fueron moldeando estilos de desarrollo socioeconómico y productivo que condicionan fuertemente las opciones laborales y las alternativas de inserción productiva de las personas. El período de recesión y crisis de fines de la década pasada agravó y empeoró la calidad de vida de vastos sectores de la población, los que tienen un correlato territorial bastante claro: áreas periféricas de los grandes centros urbanos (Buenos Aires, Rosario, Córdoba) y amplias regiones rurales y urbanas medias, del Norte del país.
Las regiones más rezagadas no son pobres por los bajos ingresos corrientes que percibe su población, sino que la desinversión pública y privada que se manifiesta en regiones carentes de un stock de capital productivo, social y humano relevante (tanto cuantitativamente, como cualitativamente), juega un rol determinante en este fenómeno. Simultáneamente, este déficit es incompatible con la generación de una dinámica de progreso sostenible en un futuro cercano.