Tenemos que identificar al menos 2 crisis, la primera es la crisis internacional y la segunda la crisis local, que si bien es causada por la anterior tienen distintas características.
Sobre las causas de la crisis internacional se ha hablado tanto que no justifica extenderse mucho sobre ella, básicamente es una crisis financiera producto de la sobrevaloración de títulos de deudas hipotecarias. La crisis impacta en la valoración de los activos de empresas que quiebran o se reducen para hacerse viables. La primera consecuencia es desempleo y el desempleo genera retracción en la demanda de bienes, que obliga a su vez a reducir en lo posible la oferta de esos bienes, la reducción de oferta genera más desempleo y se produce un ciclo vicioso de desempleo y reducción de oferta. Esta crisis impacta directamente sobre el crecimiento sostenido de la economía mundial de los últimos años. Su origen no puede ser ni explicado, ni pudo ser predicho en el marco de las teorías neoclásicas o neoliberales imperantes y seguramente se conocerá dentro de unos años como una “falla de mercado”, aunque los economistas marxistas lo habían predicho desde sus bases ideológicas afirmando que “el capital financiero lleva en sí mismo el germen de su propia destrucción”.
En síntesis la crisis internacional producirá desempleo y reducción de de demanda internacional de bienes. Las preguntas que surgen son principalmente dos: ¿En cuanto de reducirá de demanda de cada tipo de bien? y ¿Cuánto durará la crisis afectado la demanda internacional de bienes? La respuesta a estas preguntas entra en el campo de la futurología, aunque se pueden estimar límites mínimos o máximos, que los especialistas definirán según los datos que manejen y los modelos que utilicen.
Pero es la crisis local, el origen de nuestros desvelos. La crisis internacional nos da una idea de la magnitud que puede llegar a tener la crisis local, pero cómo nos afectará dependerá de las características locales de la economía y para ello debemos tener siempre presente que esta es una crisis provoca una reducción de la demanda internacional.
La economía local está compuesta, en gran medida, por empresas concentradas de capital extranjero, que contratan pocos empleados en relación de dependencia directa y tercerizan la mayor parte posible de sus actividades no críticas. Frente a una reducción de la demanda internacional, solamente la capacidad de reemplazo del consumo internacional por consumo interno, podría evitar la crisis local, pero el volumen del mercado interno difícilmente pueda igualar la demanda internacional, siendo inevitable la crisis económica.
Esta crisis se caracterizará por la pérdida de puestos de trabajo, cierre de pequeñas empresas, aumento de la importación de bienes, disminución de la balanza de pagos, déficit fiscal, afectación de las economías regionales, cortes en las cadenas de pagos y las demás consecuencias que surgen a partir de estas, como ser aumento de la exclusión, aumento de la delincuencia, deterioro en las condiciones de salud, educación, atención de la tercera edad, medioambiente, etc.
Para revertir esta crisis se debe anticipar las consecuencias de la reducción de la demanda internacional, no por medio del sostenimiento de las estructuras de producción mediante créditos blandos, sino mediante su reemplazo por otras que surjan de la intervención del estado en la generación de obras públicas de infraestructura, que usen mano de obra intensiva, como la construcción de caminos, barcos, ferrocarriles, la recuperación de las empresas del estado minimizadas, la compra de terminales portuarias para generar una nueva Junta Nacional de Granos, la reducción de subsidios a empresas extrajeras dedicadas a actividades de minería, y otras de ese tipo constituirían una marco de medidas que podría amortiguar una crisis inevitable.
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