Pese a lo rimbombante del título este relato comienza en las cercanías de Chimpay, allí donde descansa el Lirio de la Patagonia, cerca de las 14 horas, cuando viajando hacia Neuquén, somos detenidos por un piquete de trabajadores recolectores de fruta, que estaban cortando la ruta como protesta a la falta de acuerdo que tenían con los productores sobre el Jornal diario que se les debía abonar. No nos gustó mucho la situación ya que estuvimos demorados casi 1 hora, a pleno sol valletano, pero una ves retomado el camino decidimos olvidar el incidente y continuar el viaje, pero a poco de andar nuevamente otro corte, por los mismos trabajadores y el mismo reclamo, que se repitió casi 6 veces a lo largo de la ruto 22 hasta llegar a Neuquén, tanto tiempo de demora puede inducir en uno conductas violentas o reflexivas, y ya que frente a un piquete de 50 personas la violencia no era prudente (por nuestra propia salud) y opté por la reflexión.
Mi primer pensamiento se dirigió a la justicia del reclamo, el cual era a todas luces válido, pero era un reclamo válido para los recolectores de fruta, un sector de nuestra sociedad, sin el cual no podríamos comer manzanas pero un sector al fin y al cabo y su reclamo, sin lugar a dudas muy válido, era indudablemente, un reclamo sectorial. Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿puede el derecho de un reclamo sectorial privar al resto de la sociedad de un derecho social como es la libre circulación?, por el principio de la jerarquía del derecho es indudable que no.
El riesgo de la falta de control, como el que se evidencia en este conflicto por parte de las autoridades que ponen en pie de igualdad un reclamo social, como puede ser el reclamo por educación, por empleo, el reclamo de victimas de la violencia, reclamos por el medio ambiente, de reclamos en definitivas por la conculcación de algún derecho social que motiva la supresión de otro derecho (la libre circulación) como forma de protesta o reclamo.
La política de no reprimir la protesta o el reclamo social, se esta confundiendo con el permiso para que cualquiera que quiera hacer un reclamo lo haga, y que prive al resto de la ciudadanía de un derecho social en función de un reclamo sectorial, dicho esto no con base en el pensamiento liberal, sino sobre los fundamentos contractualistas de Hobbes, que fundamentan el pensamiento del Estado-Nación. Un Estado ausente que no regula las relaciones entre sus ciudadanos genera desorden, que es fuente de caos y anarquía. La base de la existencia del Estado es la regulación de los derechos de los ciudadanos y no puede un derecho sectorial imponerse sobre otro social, así si un maestro reclama mejores salarios para tener una mejor educación su reclamo es social ya que la educación es social, un piquetero reclamando alimento esta reclamando por un derecho social, incluso demandas salariales universales como el salario mínimo vital y móvil son derechos sociales, pero el conflicto de un gremio por justo que sea no puede primar por sobre los derechos sociales, no ver la diferencia entre estos derechos es borrar los límites que el estado debe establecer y custodiar para evitar que “el hombre sea el lobo del hombre”.
Por último, tenemos que analizar la conducta de algunos dirigentes sindicales, que movilizan sus bases para un reclamo que no conduce a reforzar su posición negociadora en un conflicto gremial, ya que salvo por quienes “tomamos sol en la ruta” y algunos camioneros demorados (tan trabajadores como los recolectores de fruta) el corte no favoreció posición alguna pues no tuvo gran repercusión en los medios, no perjudicó al sector patronal (salvo por tener que quedarse en sus quinchos y piletas o continuar sus vacaciones algunos días mas) y condujo a predisponer en contra a otros sectores del medio valletano. Esa dirigencia sin imaginación atada a una dialéctica petardista y no efectiva debe ser removida, los derechos de los trabajadores necesitan ser defendidos por gente con mayor capacidad.
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